Las
siete semanas entre "Pésaj" y "Shavuot" constituyen un período de intensa y difícil labor. Es
el tiempo de la cosecha. Por ello, "Shavuot" se llama también "Jag Hakatsir" (Fiesta
de la Siega). Su sentido más profundo no es la alegría
por el mero acto de cosechar, sino por las leyes que rigen esas tareas.
La
tradición judaica no admite la posibilidad de que el hombre quede
absorbido totalmente por su labor, que se convierta en un esclavo de la naturaleza. En la Torá queda claramente establecido
que es un deber observar el "Shabat" en la época
en que se trabaja el campo. "Seis días trabajarás
y en el séptimo descansarás y dejarás de arar".
Para
que el hombre agotado por su tarea, no olvide cuándo cae el "Shabat",
la Torá ordena calcular los días y semanas
entre "Pésaj" y "Shavuot". "Siete semanas contarás desde el comienzo de la labor
de la guadaña en la mies". "Cada séptimo día
se debe interrumpir la tarea y luego de haber contado siete semanas
se debe observar el Festejo de las Semanas. ("Shavuot").
De
esta manera, "Shavuot" se ha constituido en
un símbolo de la libertad del trabajador. No es la naturaleza
la que determina las leyes de la cosecha y del trabajo, sino el hombre.
Las
leyes de la cosecha se han ocupado no sólo del trabajo y del
descanso, sino también de la relación y la actitud del
hombre hacia el resultado del trabajo y su pertenencia.
El
enfoque judío tradicional de este problema posee rasgos muy especiales:
El hombre debe expresar su agradecimiento al Creador, llevando
al Templo los primeros frutos del suelo, como ofrenda. De importancia
mayor aún era otra costumbre: para que la gente pobre y el extranjero
("guer") residente en el país pudieran obtener
su parte de los frutos del campo, se determinó que todos los
trabajadores dejarán sin cosechar una franja en los límites
del campo ( "peá"), no volvieran a recoger
las espigas caídas ("léket") ni
aquéllas que hubieran sido olvidadas ("shijejá").
Así,
los mandamientos de hermandad y solidaridad pertenecen
también a las leyes que rigen la cosecha.
Como
se festeja.
La
festividad de "Shavuot" ha tenido menos suerte
que otras fiestas judías. Ha quedado como una festividad un tanto
discriminada.
Su
duración es de tan sólo dos días (en Israel uno): ni bien tomamos conciencia de ella- la fiesta ha terminado.
Están
ausentes los elementos exteriores, tales como el "séder",
la "sucá", el "etrog", el "lulav"
y la "janukiá": es decir, todo lo que agrega
calidez multicolor a otros días festivos.
Lácteos.
En "Shavuot" se acostumbra ingerir alimentos lácteos.
La tradición popular lo explica de diferentes maneras:
—Al
recibir la Torá, los judíos fueron informados
de las leyes de "cashrut" y, en consecuencia, los utensilios
que habían utilizado hasta ese momento debían ser adaptados
a las nuevas exigencias.
Como
no pudieron hacerlo inmediatamente porque era Shabat,
entretanto comieron lácteos.
—Además,
la palabra "jalav" (leche) tiene el valor numérico
de 40, y simboliza los 40 días que Moshé pasó en el Monte Sinaí estudiando la Torá que sería entregada a los judíos en "Shavuot".
—Moshé fue rescatado de las aguas del Nilo por la princesa egipcia el 6 de
Siván, día de "Shavuot". Se recuerda
el mérito de Moisés por haberse negado a recibir
alimento hasta que se encontró una nodriza judía (su propia
madre Iojéved).
—La
leche es símbolo de pureza y además es alimento para infantes.
Su ingestión simboliza que no importa lo mucho que se haya estudiado
"Torá": siempre se es como un niño
frente a lo que queda por aprender.
"Tikún
Leil Shavuot"
En
la noche de "Shavuot" acostumbran los judíos
ortodoxos mantenerse despiertos toda la noche y ocuparse del estudio
de la Torá. Ésta es una tradición
y, según el "Zóhar" (libro fundamental
de la Cábala), los primeros "jasidim"
se mantenían esa noche en vigilia estudiando las Sagradas Escrituras.
No se conoce cuándo ni dónde, exactamente, comenzó
el "Tikún" ni cómo adquirió
su nombre. Pero el primer registro es del siglo XVI en la ciudad de Tzfat (Safed).
En
base a esta costumbre se escribió el libro "Tikún
Leil Shavuot", una recopilación de fragmentos
del "Tanaj" (Biblia), el Talmud y el "Zóhar".
El
"Tikún" se divide en trece partes y después
de cada una se dice el "Kádish Derabanán"
("Kádish" común con un agregado en el
que se honra a los sabios de Israel).
Hasta
hoy en día es tradición, la primera noche de "Shavuot",
reunirse y estudiar temas de dicha fiesta. Y en la mañana de
la festividad, con el rezo suplementario llamado "Musaf",
se leen las "Azharot", cánticos acerca
de los 613 preceptos ("Mitzvot").
La
idea de Shavuot.
La
festividad de la cosecha no debía ser celebrada sólo por
aquéllos que poseían campos: "Y te alegrarás ante tu Dios, tú y tu hija y tu servidora y tu esclavo y el
levita que está morando en tus predios y el extranjero y la viuda".
La
idea de "Shavuot" podría condensarse
en el humanismo: el ser humano que ejerce su control sobre la naturaleza;
esto expresado en el trabajo, en las leyes laborales, en la manera de
vivir.
"Shavuot" es el símbolo de la "Torá" y el
trabajo, de una "Torá" que enaltece al trabajo y de una manera de vivir que se purifica mediante las leyes.
La
educación judía comienza con los días sábado
y las festividades. Los días festivos son llamados a ocupar un
lugar de importancia en la vida familiar. No son sólo días
de buen pasar y de descanso, sino también días de estudio.
El
motivo central de todas las festividades judías es la renovación:
un nuevo comienzo.
En "Shavuot" se renueva el drama del Sinaí:
estamos recibiendo la Torá, nos estamos convirtiendo
en judíos. Es por eso que en "Shavuot" se da lectura al Libro de Ruth, que es el texto bíblico de los
"Guerim" (de los que se están convirtiendo al
judaísmo).
El
libro de Ruth.
Es
la historia de una familia judía. Hubo una hambruna en
la Tierra de Israel, en la Época de los Jueces, y un hombre
llamado Elimélej, junto con su esposa Noemí y sus dos hijos, abandonó el poblado de Bet Léjem,
en Judea, y se asentó en los campos de Moab.
En
ese país extranjero falleció Elimélej. Sus
dos hijos se casaron con mujeres moabitas, y luego de vivir allí
unos diez años, también ellos murieron. Noemí,
entonces, tomo la decisión de emprender el retorno a Judea. Noemí habló con sus nueras: "-¿ Para qué
han de ir conmigo a un país que les es ajeno? Retornen a sus
familias y vayan en busca de su suerte y su felicidad en su propio país
-..."
Una
de ellas, Orpá volvió a su tierra natal, mientras
que la otra, de nombre Ruth, no quiso separarse de Noemí:
"Adonde vayas tú iré también yo y donde
tú pernoctes, pernoctaré yo. Tu pueblo es mi pueblo y
tu Dios, mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo y ahí
encontraré mi lugar de descanso. Juro por Dios que tan sólo
la muerte nos separará".
De
esta manera, Ruth abandonó su país y su pueblo
y se unió al pueblo de Israel. Ruth encontró en
la tierra de Judea su felicidad y su hogar. Se casó con
uno de los más cercanos familiares de su extinto esposo: Bóaz,
como era la costumbre, y le fue dada la felicidad de fundar una familia
en Israel. Su hijo, llamado Oved, fue el padre de Ishái,
padre, a su vez, del Rey David.
La
historia tiene dos protagonistas: Ruth y Noemí.
En un país extraño, la solitaria Noemí logró
preservar las costumbres del pueblo de Israel. Las cuidó con
tanto amor, que también su nuera se convirtió en hija
fiel de ese pueblo.
Noemí
no predicó el judaísmo. No se ocupó de la propaganda
religiosa. No obstante, toda su vida fue la mejor propaganda para el
Dios y el pueblo de Israel. Ruth, al seguirla, se convirtió
en hija espiritual de Noemí, reconfortándola por
la pérdida de su esposo y de sus hijos.
Cuando Ruth fue madre, Noemí se ocupó de la crianza
de su hijo, diciéndoles a sus vecinas: "nolad ben leNoomi" (le nació un hijo a Noemí). El niño
de Ruth fue también hijo de Noemí, puesto
que Ruth era su "hija".
Los
problemas de Noemí y de Ruth no han perdido actualidad.
Hasta en los momentos en que el destino trae sufrimientos y amarguras,
uno no debe someterse a la desesperación. Y mientras se
dedique a realizar buenas acciones, su vida no se perderá ni
caerá en el olvido.