Ernesto
Registrado: 22 Mar 2004 Mensajes: 137 Ubicación: Cap. Fed. - Rep. Argentina
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Publicado: Mar Jul 08, 2008 3:41 am Asunto: Un Tribunal para el judaísmo |
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Hecha la aclaración que hace un tiempo leí un interesante artículo (de una famosa comunidad, en: www.e-ajdut.com.ar) sobre mujeres golpeadas (en donde obviamente el Rabino que firmaba la nota SOLO le daba la razón a la mujer, y trataba de Enfermo al Marido Golpeador; y hasta daba el divorcio, como una posible solución.
Me pareció interesante las conclusiones finales del artículo. De cualquier forma; no bien me enterer; que suban de nuevo: http://www.nuevasion.com.ar
Dejo solo el enlace directo (a la nota, que me parece importante reproducir):
Actualmente está la "cache" del google: http://209.85.165.104/search?q=cache:KKE-597tf2EJ:www.nuevasion.com.ar/nota.asp%3FIDNoticia%3D0005071+%22Un+tribunal+para+el+juda%C3%ADsmo%22+site:www.nuevasion.com.ar&hl=es&ct=clnk&cd=1&gl=ar
¿Teatro?
Un tribunal para el judaísmo
Autor: Ricardo Feierstein
Con un suceso pocas veces visto en los últimos años, el elenco del Teatro Popular Judío representa, en el Auditorio Ben Ami de la calle Jean Jaurés, la obra “Tribunal de Mujeres”, de Naomi Ragen, una judía ortodoxa norteamericana que vive desde 1971 en Israel y ha obtenido éxito mundial con este trabajo.
La acción transcurre en el barrio de Mea Shearim, en Jerusalén. Gira alrededor de Hanna, una mujer observante y madre de doce hijos, que un día abandona a su esposo Iaacov y se muda a otra parte de la ciudad, donde vivirá junto a su amiga y socia comercial Zehava. Cuando vuelve a su hogar, meses después, con una orden judicial que le permite reencontrarse con sus hijos, su propia madre rompe ese papel en pedazos- como signo de desprecio a una ley civil que no reconoce- y las mujeres de la familia (hermana, suegra, vecinas, hasta dos de sus hijas) coinciden unánimemente en condenarla, al igual que las “patrullas de moralidad” de ultraortodoxos que la agreden de manera impune.
La sabiduría teatral de trama y puesta en escena, así como las excelentes interpretaciones, han sido ampliamente comentadas por algunos medios de la prensa comunitaria y por la transmisión boca a oído de entusiastas espectadores. Con habilidad, la autora presenta, en la primera parte, los conflictos que la fuga de Hanna ha provocado en sus seres queridos, lo que predispone al espectador en su contra.
Pero, en la segunda y decisiva culminación, la mujer repudiada explica las razones de su accionar: un marido perverso, violento y golpeador, echado por sodomía de la ‘ieshivá’ donde estudiaba, violador de su propia hija y adúltero reiterado, entre otras lindezas.
No obstante, el machismo tradicional del fundamentalismo ortodoxo -representado por el rabino Aarón- da siempre la razón al marido y destina a la mujer a la peor de las servidumbres y opresiones.
Las escenas representadas son tan reveladoras sobre la situación de los últimos años del judaísmo organizado- y, por extensión, del pueblo judío en el mundo- que no resisto la tentación de reproducir una historia de la que fui testigo.
Unos veinticinco adultos discuten, una noche de viernes, los valores teatrales de “Tribunal de Mujeres” (uno de ellos pregunta, ingenuamente, porqué esta obra no es representada en el Auditorio de la AMIA, para posibilitar que sea vista por mayor cantidad de público). En determinado momento, otro participante señala que resulta inconcebible, en pleno siglo XXI, asistir a las situaciones de sometimiento femenino y desprecio por la ley civil que ostentan esos habitantes de Mea Shearim, una mínima secta ultraortodoxa que reside en Jerusalén y no reconoce al Estado de Israel ni su ordenamiento jurídico, puesto que, según su dogma, es el Mesías- todavía no arribado a la tierra- quien debe establecerlo.
- Parece mentira que estemos discutiendo estas cuestiones, propias del siglo XIX. Cuando no de la Edad Media. ¿No éramos los judíos un pueblo de gente inteligente? ¿Cómo es posible que estos fundamentalistas tengan tanto poder, en Israel, como para desentenderse de la ley civil?
Otro de los presentes señala la conexión de la anécdota teatral con la realidad comunitaria judeoargentina, hoy estremecida por discusiones sobre los cementerios judíos, entre observantes ortodoxos por un lado y conservadores y reformistas por el otro, alrededor de personas fallecidas no judías, que fueron convertidas por rabinos de las corrientes liberales y cuyos procedimientos no son aceptados por los otros.
- En verdad- afirma- esta es una colectividad básicamente laica, en un 80 por ciento en la época de la inmigración y algo menos ahora, por la evolución histórica y la asimilación. ¿Por qué una minoría religiosa del pueblo debe decidir por todos nosotros, como si ellos fueran los únicos dueños de la verdad?
- Porque se sienten “depositarios” de la verdad, querida. Ellos “son” la voz de la Torá.
- ¡Pero no pueden decidir sobre mi cuerpo!
- Si no estás de acuerdo, siempre podrías ser enterrada en otro lugar.
- La culpa es de nuestros dirigentes seculares- exclama otra señora. - ¿Dónde están los que presiden las instituciones, por qué no hacen oír su voz?
- Somos todos los judíos de la comunidad quienes tenemos la responsabilidad- interviene otro. – Deberíamos ser nosotros, los que estamos reunidos aquí, esos dirigentes cuya presencia reclamamos. Pero no hemos asumido nuestro papel.
- ¿Cuántos de los que están presentes, por ejemplo, son socios de la AMIA?- inquiere el que habló en primer lugar.
Se levantan ocho manos entre los veinticinco presentes.
-¿Y cuántos de ustedes ocho votaron en las últimas elecciones de la comunidad?- insiste.
Ninguna mano se eleva.
- Ya tienen la contestación-, concluye el que había preguntado.
Un profesor de estética llamaría, a ésta, una “respuesta analógica” para el dilema existencial que Hanna, laprotagonista, representa en la obra teatral.
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