Sefaraires


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Aires de Sefarad en Buenos Aires
LITERATURA Y ARTE
La historia de Yaquito Peres (cap 16)
Fierro mascar (1)

Mushico, el hijo bojor (2) de Yaquito, como adolescente que era, se había convertido en una presencia casi fantasmal en la casa.
En los almuerzos y cenas en familia, se mantenía en el más absoluto de los silencios. Sólo muy de vez en cuando, si un tema le interesaba sobremanera, participaba de la conversación para oponerse férreamente a la opinión del padre o de la madre.
A Yaquito se le angusiaba el alma cuando se acordaba que le había hecho la fiesta de cumplimian (3) en el Roof Garden del Alvear Palace Hotel. Que había invitado a lo más granado de la colectividad, a grandes comerciantes y proveedores y a unos pocos amigos de su vieja época en el conventillo. Que él paseaba exultante en semejante evento social, mientras el chico recibía con total indiferencia y frialdad los saludos de los invitados.
Claro que cuando su cuñado Iusef le preguntó cómo no habían invitado a amigos del colegio o del barrio, Yaquito le contestó: mira si vamos a invitar a tanto hay o no hay (4) a una fiesta esta manera (5).
Recibió regalos finísimos: billeteras de cuero de cocodrilo, lapiceras con capuchón y pluma de oro, corbatas de seda italiana. Nada le llamó la atención, solamente le interesó una máquina de fotos “Rex” que se vendía por monedas en las ópticas.
En el colegio secundario no era un alumno destacado, pero tampoco era malo. Los dos primeros años, los había pasado sin mayores sobresaltos, pero ahora en el tercero, la madre notaba que había bajado sus notas y algunas inasistencias no habían sido explicadas.
Symbul, la esposa de Yaquito, recibía de este una semanada (6) para atender los gastos de la casa. Esta asignación distaba mucho de ser escasa y como era una administradora eficiente, siempre había un sobrante que guardaba en su placard bajo llave. Cuando alcanzaba una cifra considerable, la guardaba en el banco.
Un día, cuando fue a guardar el excedente de la semana anterior, se encontró con que le habían sacado más de la mitad de lo acumulado. Sus sospechas se dirigieron inevitablemente a Mushico.
Cuando Yaquito se enteró, empezó a gritar que lo iba a encerrar, que lo iba a shamarladear (7), que...
Symbul lo frenó y le dijo que antes que nada, había que averiguar en qué gastaba la plata el muchacho.
-¿Y cómo lo vamos a averiguar?
-Le vamos a poner un detective.
-¿Y de ande quitamos un detective?
-Yo conozco uno.
-¿Y de ande lo conocés?
-¿Vites la del séptimo, la selaniclía (8) que está casada con el magnasalí (9). Malició algo y lo hizo seguir.
-¿Y?
-Ella tiene una hermana viuda.
-La del almohadón.
-Esa que tiene una delantera que parece que tuviera un almohadón ahí delante. Bueno, que el almohadón le tomó el meoio al cuñado y el detective los topó en el auto, en una calle oscura, puedes imaginar cómo.
-Qué belá (10).
-Belá con tañedores (11).
Justo entró Julita, la hija.
-Irak djudjuk (12).
Cuando se fue la nena, retomaron la conversación. Yaquito estaba más interesado en lo del magnasalí con la del almohadón, que en el tema importante de su hijo.
El carar (13) del enojo de Symbul bastó para que accediera a lo del detective.
Symbul lo miró, leyó la tarjeta: Etchenique, investigador privado. Lo miró otra vez.
Tenía puesto un piloto yeno en la mancha (14), en la mano un sombrero iaglí (15). Se le fue el alma a los pies. Se sobrepuso a la primera impresión y le explicó de qué se trataba. El hombre la escuchó con atención, luego le hizo una preguntas respecto a las costumbres y horarios de Mushico y le pidió un adelanto para gastos que desapareció en sus bolsillos a una velocidad inusitada. Se despidió diciéndole que le presentaría el primer informe a la brevedad.
Informe de Etchenique:
El día lunes me apersoné en el domicilio indicado y a la hora señalada. Salió del mismo el sujeto, se dirigió a la parada del colectivo que lo llevó al establecimiento al que concurre. Salió en el horario habitual y volvió a su domicilio. No volvió a salir en el resto del día.
El día martes, se repitió la rutina por la mañana. A la tarde recibió algunos coetáneos. No salió de su domicilio.
El día miércoles, repitió la rutina de la mañana. Por la tarde, se dirigió al zoológico donde tomó fotografías a algunas de la bestias que lo habitan.
El día jueves, salió en el mismo horario, pero en lugar de ir al colegio, dobló por la Av. Dorrego y se internó en la zona de studs, del barrio Las Cañitas. Entró en uno de ellos, donde se reunió con aprendices de jockeys y vareadores, todos jóvenes más o menos de la edad de él.
Al principio parecían discutir, luego se sentaron a fumar cigarrillos y conversar. Pude averiguar luego, mediante discretas preguntas en un bar de las cercanías que este grupo apostó hace pocos días una fuerte suma a un caballo que corría uno de ellos y que no figuró.
Symbul terminó de leer que su hijo faltaba al colegio para reunirse con carreristas a fumar y que el dinero que a ella le faltaba, su hijo lo había tirado en las patas de un caballo y se tomó un cas (16), que tuvo que darle agua la dula (17).
Cuando se recompuso un poco, llamó por teléfono a su marido y le leyó el informe. Yaquito dejó su negocio, cosa que rara vez hacía y se fue volando a su casa. Uno a cada lado de la puerta del dormitorio de Mushico, parecían los indios emboscando al carapálida en un desfiladero. Cuando llegó el chico, lo metieron en su pieza, entre el cumicheo (18) de Symbul y los gritos de Yaquito, el chico terminó por confesar que había tomado el dinero y lo había apostado porque quería comprar una máquina Eika, que valía mucha plata y no se había atrevido a pedirla y que si hubiese ganado el caballo, la pensaba devolver.
Al otro día, Yaquito llevó en coche a su hijo al colegio. En el camino le explicó que el robo no tiene justificativo y que después de todo, plata no les faltaba y que cualquier cosa, se la podía pedir a él. Cuando llegó a su negocio, lo estaba esperando Yusef, su cuñado, que se había enterado de lo sucedido. Le contó lo que le había dicho al muchacho.
Yusef lo miró fijo y le dijo:
- Tú te crees que todo se arregla con parás (19).

DJ: djudesmo, judeo-español
(1) Comer hierro / (2) Entre los sefaradíes, el mayor / (3) Barmitzvá, ceremonia de adultez, a los 13 años del varón / (4) Expresión en djudesmo para referirse despectivamente a alguien / (5) Expresión en djudesmo que significa algo fino, de calidad / (6) Asignación semanal de dinero, en djudesmo / (7) Del judeo-español, abofetear / (8) Originaria de la cuidad griega de Salónica / (9) Originaria de Magnasía (DJ) / (10) conflicto, lío (DJ) / (11) ... con tañedores (músicos), expresa un conflicto mayor y más complejo / (12) Silencio que hay menores, expresión en turco / (13) Tamaño, cantidad (DJ) / (14) Expresión que significa “llenos de manchas” / (15) Grasiento, palabra de origen turco (DJ) / (16) Enojo / ( 17) Empleada doméstica (DJ) / (18) Gemidos (DJ) / (19) Plata, del turco (DJ).


 

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