La Voz Judía


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Kurtz un Sharf: Historias de Rosh Hashaná
Aprendiendo de Ishmael

¿Por qué Jazal nos enseñan a leer la historia de Hagar y de Ishmael en el primer día de Rosh Hashaná, cuando los libros de la vida y la muerte se abren ante nosotros?
En el pasuk hay un indicio: “Vayishmá Hashem et kol hanaar b’asher hu sham” –Y Hashem oyó la voz del joven (Ishmael) cuando estaba allí. HaKadosh Baruj Hu tuvo piedad de Ishamel pese a que los ángeles le preguntaban “¿por qué tienes que salvar a una persona que más tarde matará a tus hijos?”.
Pese a las objeciones de los ángeles, HaKadosh Baruj Hu decidió salvar a Ishmael creando un pozo porque su madre Hagar lo había entregado a Hashgajat Hashem dejándolo debajo de un árbol.
Esto es lo que nosotros rezamos en Rosh Hashaná:
“Padre en los Cielos, si tuviste piedad de Ishmael cuya madre lo dejó en Tus manos, cuánta más piedad deberías tener por nosotros para quienes la única salvación viene de Ti. Nosotros somos los hijos de Abraham, Itzjak y Iaacov!”

Rosh Hashaná en Shabat

“Iom Tov Shel Rosh Hashaná Shejol Lihiot B’Shabat”, Es un buen día –Iom Tov- cuando Rosh Hashaná comienza en Shabat.
Rosh Hashaná es un tikun hanefesh, un tikun haruaj y Shabat es un tikun haneshamot. Cuando es Rosh Hashaná uno consigue una salvación en todas las áreas del espíritu.

El barco hundido

Rav Elazar Rokeaj de Amsterdam se fue a vivir a Eretz Israel cuando ya era anciano. En la mitad del viaje, que tomó varias semanas, llegó Rosh Hashaná.
En la primera noche de Rosh Hashaná hubo una tremenda tormenta y se produjo una fractura en el barco. Rápidamente, éste se llenó de agua. Todos los pasajeros empezaron frenéticamente a sacar agua del barco llenando baldes para salvar sus vidas.
Sin embargo, Rav Elazar se quedó en su camarote, inmerso en sus profundos pensamientos. Cuando el peligro aumentó y parecía que el barco se estaba por hundir, los dos acompañantes del Rav entraron bruscamente a su camarote gritando: “¡Rebe! ¡Estamos en grave peligro! El barco se está por hundir!”.
A lo que el rabino respondió con tranquilidad: “Si es así, entonces prepárense y quédense cerca de mí. Apenas amanezca, haremos sonar el Shofar para cumplir con la mitzvá de tekiat hashofar”.
Los dos ayudantes siguieron el consejo del Rabino. Y mientras el barco se balanceaba y estaba a punto de hundirse, se pararon cerca del Rebe para oir tekiat hashofar. De pronto, mientras sonaba el Shofar, el barco se enderezó solo y el peligro pasó. Todos los pasajeros celebraron con gran alegría que sus vidas se hubieran salvado.
El tzadik Rav Bunim de Pshishca comentaba tiempo después acerca de esta historia: “No crean que Rav Eliezer quería cumplir con la mitzvá de tekiat hashofar con el fin de salvar sus vidas. El ni siquiera pensaba algo de eso. En cambio, cuando el Rebe oyó que el barco estaba en peligro de hundirse, el quiso cumplir con la preciada mitzvá de hacer sonar el Shofar por última vez. Y esta mitzvá, cumplida con vocación, salvó a todo el barco de la muerte”.

El sirviente arrogante

Reb Tzvi de Partzova era el shaliaj tzibur durante Musaf en la corte de Rab Iosele de Turchin, el hijo del Joze de Lublin. Cierta vez, el Jidushei Harim le preguntó: “¿Puedes repetir un dvar Torá de Rab Iosele?”
A lo que Rab Tzvi le respondió: “Yo no recuerdo un dvar Torá, pero yo recuerdo una historia. Un año, antes de tekiot hashofar en Rosh Hashaná, Rab Iosele fue al Beit Midrash y le dijo al púlpito:
“Yo no puedo contarles un musar, y no les contaré algo de la Torá, pero puedo contarles una historia. En una cierta ciudad vivía un hombre rico, un talmid jajam, que vendía vinos. El Rab de esa ciudad, un gran hombre, quiso honrar al hombre rico y le dijo que le haría una visita personal. Cuando el hombre rico se enteró de la gran noticia se puso contento y se sintió halagado. El preparó una comida elaborada y les dijo a su sirviente que fuera a la bodega y trajera los vinos más caros.
“Para que su sirviente supiera donde estaban los vinos, él les dio una pista: en la tercera fila había cinco barriles de vino, y ellos tenían que elegir el del medio, que era el más caro. El sirviente fue al sótano siguiendo las indicaciones. Mientras tanto llegó el Rabino y el hombre rico se puso a conversar con él hasta que llegara la hora del almuerzo. Los minutos iban pasando y el sirviente no aparecían. El hombre rico comenzó a impacientarse, le pidió disculpas al Rabino y bajó al sótano para ver por qué tardaba tanto.
“Cuando llegó, el hombre rico pensó que se desmayaba por el shock y el stress. Los barriles de vino estaban dados vuelta y el vino carísimo inundaba todo el piso del sótano. El sirviente habían desaparecido. El hombre rico empezó a buscarlo hasta que lo encontró, medio borracho, acostado arriba del horno.
“¿Qué diablos te pasó?”, le gritó enojado el hombre rico. En lugar de responderle, el sirviente le dijo: ‘Yo quiero que me aumentes el sueldo porque no me estás pagando lo que corresponde!’”.
Cuando el Jidushei Harim oyó esta historia se sintió muy conmovido y dijo:
‘Este mashal fue dicho con gran sabiduría. No es suficiente con que pequemos todo el año, entremos en la bodega de los vinos y hagamos lo que queramos. Todavía tenemos la jutzpá de pedirle a Hakadosh Baruj Hu que tengamos un año mejor que el anterior…”.

 

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