La Voz Judía


La Voz Judía
Januca
La guerra contra el espíritu judío y la guerra contra los judíos

Por Rabino Moshe Tuvia Lieff

La Guemará (Shabos 21-b) cuenta los hechos que ocurrieron en esos tiempos y dice que “al año siguiente los días de Janucá fueron establecidos como Iom Tov para agradecer a Hashem”.
¿Por qué era necesario que pase un año para establecer un Iom Tov si la excitación y la gratitud asociada con la victoria fueron sentidas en forma inmediata? La respuesta a la dilación está en el hecho de que Klal Israel no estaba seguro si ellos “habían ganado una batalla sólo para perder la guerra”.
La guerra no era simplemente la opresión física. Lo más importante era que implicaba el aniquilamiento espiritual del pueblo judío. El objetivo de los Griegos era la total asimilación de Klal Israel. Ellos querían sintetizar a la Torá incluyéndola dentro del cuerpo de conocimientos seculares, cambiándola. Los griegos habían logrado algunos avances importantes por medio de la creación de edictos prohibiendo el brit milá, el Shabat y Rosh Jodesh –mitzvot que por su naturaleza distinguían y elevaban a Klal Israel del resto de las naciones del mundo. Pero los griegos fueron derrotados y el Beit Hamikdash fue reconquistado y purificado.
El éxito de los Jashmonaim sólo podía ser determinado luego de haber transcurrido un año calendario completo de vida judía. Sólo después de un año de retorno a los valores de la Torá y a sus ideales, y luego de mantener Shabat, Iom Tov, Rosh Jodesh, y brit milá como correspondía, podría ser declarado ese éxito como Iom Tov y proclamado para celebrar la exclusividad del pueblo judío y de la Torá.
Este es el legado de Janucá y la llave de la continuada existencia del pueblo judío y de la Torá. Mediante la dedicación a un auténtico estilo de vida de Torá, sin comprometerse ni desviarse de sus sagrados principios y de sus tradiciones, los judíos siguen siendo el pueblo elegido de Hashem.
Puede parecer que la glorificación pública de la intervención de Hashem a favor de Su pueblo elegido durante Janucá reemplaza todo lo demás.
Sin embargo, la Guemará (Shabos 23b) enseña que “si la escasez económica impidiera encender ambas luminarias, las de Shabat y las de Janucá, las que tomarían precedencia serían las de Shabat debido a la necesidad de paz y tranquilidad en el hogar”.
En este pasaje resulta claro que los cimientos de la vida están en el hogar, y que sin shalom bait no habría ningún motivo para iluminar el oscuro entorno exterior. Shalom no sólo significa paz; también significa totalidad, completitud y unidad. Por lo tanto, las velas de Shabat y shalom bait toman la prioridad por encima de las luces de Janucá.
Matitiahu, el Kohen Gadol, salió victorioso en el combate contra las fuerzas externas y las influencias de aquellos tiempos porque tanto él como sus hijos pensaban igual; dentro del hogar de Matitiahu no había peleas. Todos estaban unidos en su fe y en su compromiso hacia la Torá y las mitzvot. Ambas generaciones, de padres y de hijos, actuaban en forma unida y la paz prevalecía.
Janucá sirve como recordatorio de que cuando los hijos experimentan y siguen la luz espiritual y la guía de sus padres y de su entorno hogareño, ellos obtienen la capacidad de iluminar el mundo.
Los milagros de Janucá son conmemorados en muchos días. Por ejemplo, durante la Amidá, la tefilá de Al Hanissim es rezada durante la brajá de hodaá (agradecimiento).
Al Hanissim es una declaración de agradecimiento por los milagros realizados que Hashem realizó por nuestros antepasados “en aquellos días en estos tiempos”. Al Hanissim se reza en Janucá y en Purim en agradecimiento a Hashem por nuestras victorias sobre nuestros opresores.
Al examinar los últimos versículos de Al Hanisssim, encontramos interesantes diferencias entre Iamim Tovim de Janucá y de Purim.
El Hanissim de Purim termina con una descripción completa de la victoria sobre Haman y su banda de secuaces. Dice: “y tú causaste su deseo de imponerse y ellos lo colgaron a él y a sus hijos en la horca”.
En contraste, el de Janucá no contiene ninguna mención ni conclusión definitiva sobre la guerra. En su lugar, trata acerca del modo en que el milagro era conmemorado. Dice: “ellos encendieron luminarias en el patio de Tu Santuario y establecieron ocho días de Janucá para expresar su agradecimiento y enaltecer Tu gran Nombre”.
El Rabino Shlomo Zalman Auerbach, zt”l, aclara el tema centralizándose en la distinción entre Janucá y Purim.
La intención de Haman era la de aniquilar físicamente a los judíos.La decisiva conclusión de la milagrosa victoria de Purim fue llevar a Haman y a sus hijos a la horca. En contraste, Janucá tuvo que ver con una batalla por el espíritu del pueblo judío. Los helenistas trataron de aniquilar espiritualmente a Klal Israel, y en consecuencia la batalla fue exitosamente concluida con el encendido de las luminarias de la Menorá en el patio del Beit Hamikdash. Pero sólo cuando Klal Israel recuperó su compromiso con la Torá y las mitzvot hubo un reconocimiento del fin de la guerra. Por lo tanto, Al Hanissim de Janucá concluye con una declaración que proclama la victoria espiritual.
A pesar de la victoria, sin embargo, el desafío enfrentado en la guerra que se ganó en Janucá prosigue a través de las generaciones. Toda familia que vive un estilo de vida de Torá declara la victoria sobre el moderno estilo helenista de aculturación y asimilación.
Las armas del arsenal judío son las mismas hoy que ayer: Torá, mitzvot, Shabat, brit milá, Rosh Jodesh, y Janucá. Es tiempo de que todos los judíos recuperen las bases del Yidishkeit. Nosotros debemos rezar con más kavaná con el tzibur, tres veces por día. Debemos aumentar nuestra participación en shiurim diarios y en programas de javrusa. Al hacerlo, la victoria sobre las influencias extrañas que rodean al pueblo judío podrá ser verdaderamente celebrada y los ocho días de Janucá podrán ser proclamados como un tiempo l’hodot ul’hallel Simjá hagadol.

 

La Tribuna Judía 58

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