La Voz Judía


La Voz Judía
Enseñando a nuestros hijos

No resulta fácil para las familias subsistir en estos tiempos. Uno de cada dos matrimonios terminan divorciándose y los que siguen estando juntos a menudo se hunden en la miseria. Si uno sigue las noticias nunca sabe con qué humillantes confesiones matrimoniales se va a topar. Las presiones financieras arrasan con toda clase de serenidad y paz que alguna vez se pudo encontrar entre las paredes de nuestros hogares. Muchos padres regresan exhaustos de su trabajo y sus nervios están destrozados. Y muchos de ellos ni siquiera regresan de un trabajo; en lugar de ello estuvieron buscando con gran preocupación algún trabajo.
Al mismo tiempo, nuestros hijos van aumentando sus caudales de iPods, laptops y teléfonos celulares. Ellos se mandan mensajes con sus amigos mientras están a la mesa cenando o almorzando, y resulta imposible comunicarse con ellos. Los celulares de la madre y del padre están siempre ocupados. En vez de estar juntos estamos cada vez más separados y casi no nos hablamos entre nosotros. La fábrica de nuestro hogar está a punto de quebrar.
Como padres tenemos una oportunidad increíble de llenar de bendiciones nuestro hogar. Nosotros podemos enseñarles a nuestros hijos cómo afrontar los desafíos de la vida mediante nuestra fé. Nosotros podemos transmitirles la capacidad de sostenernos en la verdad y la amabilidad. Nosotros podemos mostrarles que uno puede pasar por situaciones de adversidad y seguir siendo fuertes, y que el éxito no tiene por qué acompañarse de arrogancia. Nosotros podemos tomarnos el tiempo para hacer un alto en aquello que estamos haciendo, y mirar a nuestros hijos y escucharlos. Nosotros podemos apagar nuestros celulares y volver a dialogar con nuestros hijos. Y entonces, nosotros podremos orgullosamente criar hijos espirituales con un anclaje moral.
Mi estadía aquí, en Israel, ha llegado a su fin y yo debo regresar a los EE.UU. Es extremadamente difícil decir adiós. Las imágenes de aquellos primeros momentos cuando arribé siguen dando vueltas en mi cabeza. Tengo una pesadumbre en el corazón; y además, Israel es un mundo como ningún otro. Las piedras de Jerusalem hablan fuerte. La separación de nuestra tierra y la separación de mis hijos duele mucho en mi interior. ¿Qué puedo decir? ¿En qué estoy pensando?
Mis amigos, estoy tratando de transmitirles esta imagen. Hace mucho tiempo atrás ustedes les cantaron a sus hijos la última canción de cuna; esa melodía acompaña a vuestros hijos todas las noches antes de irse a dormir. Vuestros recuerdos y todos vuestros valores acompañan a vuestros hijos durante toda su vida. Cuando miro a mis hijos y abrazo fuerte a mi nieta mientras nos despedimos diciendo adiós, yo se que ellos llevarán mi voz dentro suyo.
No importa quién eres, no importa la edad de tus hijos. Mantén cerca de tu corazón el mensaje que me dio mi padre cuando nació mi hijo menor:
“Esta preciosa alma es un regalo para ti del Altísimo. Cuídalo. Enséñale bien. El es lo más puro de toda la pureza; un regalo de D”s Mismo”.

 

La tribuna Judía 53

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