La Voz Judía


La Voz Judía
LA CONFIANZA
Una luz al final del túnel

Por el Rabino Daniel Oppenheimer


La vida tiene sus altibajos. Todos sentimos muchas veces que nos
encontramos en un callejón sin salida. Al enfrentarnos a situaciones
que creemos que nunca habíamos experimentado anteriormente, sentimos que
esta vez la circunstancia es tan grave, que "de esta no vamos a salir".
Sin embargo, en casi todos los casos, en última instancia y de alguna
manera sí, salimos.

¿Cómo llamamos a esa sensación del "peor momento de mi vida"? ¿Existe
la posibilidad de evitar llegar a esas situaciones?
¿Cómo las encaramos?

Existen otros escenarios en los que tenemos la percepción de que "no
vamos ni para atrás ni para adelante". Estamos agobiados por la eterna
presión del día a día, de tener que cumplir con obligaciones
interminables en términos económicos, sociales, rituales, etc. y estamos
virtualmente exhaustos. Tenemos la impresión de transitar un círculo
vicioso y no ir hacia ningún lugar, y por la mente se nos cruza la
pregunta: ¿Para qué? ¿Cuándo va a haber un respiro?

Suele suceder que tenemos un "ataque" de inspiración y queremos hacer
algo "bueno y útil" para la comunidad o para una institución. Lo
comentamos con algún conocido para que nos acompañe en nuestra gesta.
Pero, de inmediato nuestra ilusión se nos cae: "no vale la pena" - nos
dicen - "¡Para qué el esfuerzo, si igual siempre termina siendo lo
mismo...!"

¿Qué tienen en común todos estos casos?

En hebreo las podemos catalogar bajo el término de Ieush, o sea,
desesperanza, el equivalente a la falta de confianza. Ser pesimista es
grave. Se debe luchar para no caer en la desilusión.

¿Desilusión de qué? Del hecho en sí, de saber que como ser humano se
debe intentar, y seguir intentando superarse, tener ideales, crear
proyectos, asumir responsabilidades - y entender que sí es incumbencia
de uno. Comprender que nuestra obligación no es lograr, sino intentar
crecer y construir.

Esta noción surge de la fe en que somos seres creados por el
Todopoderoso con el objeto de llevar a cabo una misión. A partir de los
axiomas que explican la cosmovisión de la Torá, se entiende que todo lo
que sucede en este mundo, ocurre porque Él lo decidió. Los logros - o
la ausencia de ellos - no son nuestros para atribuirnos o apoderarnos de
ellos. Cuanto más clara y enraizada esté esta conciencia en nosotros,
tanto menos el dolor provocado por los aparentes fracasos.

Nuestra sociedad exitista y altamente competitiva, logró formar más
perdedores que ganadores, pues impuso una suerte de "standard" por el
cual solamente recibe reconocimiento auténtico y aclamo aquel que llega
a obtener el título de campeón. A todos los demás, se los considera
como "pobrecitos" que se quedaron en el camino por no poder llevar a
cabo sus aspiraciones. Las consecuencias de sentirse desdichado, pueden
ser terribles, pues mucha gente no logra volver a levantar cabeza
después de esta clase de caída.

Quienes nos desempeñamos en la tarea de la formación de niños en
escuelas, podemos apreciar hasta qué punto la creencia de los alumnos en
que "no se puede", o que "jamás van a llegar", se convierte en el mayor
obstáculo para desenvolverse de acuerdo a su potencial.

La actitud de desconfianza automática en "todo" - no es nueva. Se le
atribuye a Kayin (hijo de Adam y Java, quien asesinó a su hermano Hevel)
la frase "let din, ve'let dayan" (no hay justicia, ni hay juez). Kayin
no quiso aceptar el dictamen Di-vino que rechazó su ofrenda. La
sensación - objetiva o subjetiva - de injusticia, es muy difícil de
sobrellevar.

El Talmud nos enseña que a cada ser humano, cuando llegue a estar de pie
frente al Trono Celestial, se le formulan varias preguntas. Una de
ellas es: ¿tzipita li'Ieshuá? (¿tuviste esperanza? ¿haz anticipado la
salvación de D"s? - Talmud Shabbat 31:)

A simple vista, parecería tratarse de la esperanza por la redención
total que ocurrirá con la venida del Mashíaj. Sin embargo, no se reduce
a esa creencia únicamente. La asistencia Di-vina es ilimitada, y en todo
momento y coyuntura, debemos saber que absolutamente todo depende de
ella.

En la Haftará de Parshat Pinjas, el profeta Eliahu, que había luchado
toda su vida en pos de la supervivencia espiritual de Israel, se
encuentra en el Monte Sinaí solo ante una Revelación Di-vina singular.

Izevel la reina, había mandado matar a todos los profetas genuinos y
había importado a los sacerdotes del Ba'al para inculcar a los judíos
dicha adoración. Eliahu logró reunir a todos los judíos del reino de
Israel ante el Monte Carmel y demostrarles la Autoridad Única de D"s.

Pero la situación no cambió (Melajim I 19:4). Eliahu ya sentía que no
podía más: "kano, kineti" - he celado por Ti, pero los judíos permanecen
tercos en su idolatría.

La respuesta de D"s no se hizo demorar: "Ve y nombra a Elishá" - si
Eliahu ha perdido la esperanza de que Israel habría de modificar su
actitud, ya no era la persona indicada para guiarlos.

En Parshat Pinjas, la Torá nos cuenta que las hijas de Tzlofjad pidieron
a Moshé que se les diera la porción que hubiera correspondido a su padre
fallecido en la tierra de Israel.

Rash"í (Bamidbar 26:64) comenta en este contexto que la proximidad de su
pedido en los pasajes de la Torá con la mención de que no habían
sobrevivido los hombres que desconfiaron de la posibilidad del ingreso
del pueblo a la tierra de Israel, es para demostrar la diferencia de
actitud entre los hombres y las mujeres. Mientras los primeros pedían:
"Pongamos un líder y volvamos a Egipto", las mujeres reclamaban: "¡dénos
una parcela en la tierra prometida!".

La carencia de confianza es parte de la humanidad desde sus albores: la
propia serpiente insinuó a Javá (y a Adam): "¿por qué D"s prohibió el
consumo de este árbol? - ¡¿no será tal vez que no quiere que el hombre
Le haga 'competencia'?!" (Bereshit 3:5, Rash"i).

Sabemos que la confianza "no se compra". Se adquiere con las
demostraciones reiteradas de honradez y honestidad.
Cuando una persona confía en otra, lo hace - en realidad - en la
creencia que el ser humano puede - y debe - emular a D"s y ser recto.

La confianza en las personas no es "en reemplazo" a D"s. En 1929, el
mundo vio desmoronarse las bolsas de comercio de una manera sin
precedentes. El Jafetz Jaim, en su momento, explicó que la especulación
y el modo exagerado de fiarse en papeles, había sido en desmedro de la
Confianza en el Creador, Quien provee el sustento de cada ser humano.

Claramente, nos habituamos a declarar culpable antes que inocente, a
quienquiera del que tengamos la más mínima sospecha.

Las situaciones que vivimos en ciertos países con claros abusos de
autoridad, impunidad y arbitrariedad, lograron hacer que se pierda la
convicción en la Autoridad genuina, de D"s y de quienes tratan de hacer
las cosas bien.

La confianza existe en los diferentes niveles y es un factor crítico
para la subsistencia de la humanidad: la confianza en D"s, en uno mismo,
y quienes lo rodean.

Como en tantas oportunidades más, encontramos cómo la Torá nos ayuda a
corregir las actitudes erradas que asimilamos en un mundo que parece
haber perdido la brújula.

 

La Voz Judía nro. 435

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