La Voz Judía


La Voz Judía
Sinat Jinam (Odio gratuito entre hermanos)
Por Rubén Kaplán

La asunción del religioso ortodoxo Guillermo Borger como nuevo presidente de la AMIA, se produjo en medio de diatribas y protestas de grupos disidentes, fue profusamente difundida en los medios del país. Las presuntas declaraciones en una entrevista telefónica concedida al diario Clarín donde entre otros conceptos, manifestó que son “genuinos” judíos sólo aquellos que respetan las leyes de la Torá, generó la rápida e indignada reacción de un amplio espectro del judaísmo laico y/o agnóstico que infirió en las manifestaciones de Borger, una actitud racista. Se pronunciaron críticamente, el laureado escritor y psiquiatra Marcos Aguinis, el prominente constitucionalista Daniel Sabsay y el hijo del recordado monologuista Tato Bores, el multifacético Sebastián Borenzstein. Se sumaron a las condenas el presidente saliente de la AMIA Luis Grynwald, el frustrado candidato Abraham Kaul y el mediático rabino conservador Sergio Bergman, uno de los artífices principales de la coalición que encaramó en la conducción de la AMIA a la ortodoxia por primera vez en la historia de la Mutual judía, conocida mundialmente por haber sido objeto del mayor y todavía no aclarado, sangriento atentado terrorista que sufrió la Argentina.

Al tomar posesión de su cargo, el empresario, no rabino, como desinformada o maliciosamente se lo mencionó, Guillermo Borger enfatizó que “La AMIA es la representante de todos los judíos, sin exclusiones” y negó enfáticamente que haya realizado declaraciones contra otros miembros de la comunidad judía, tal como había publicado el pasado sábado el diario Clarín.

El flamante presidente de la AMIA en su debut político, debiera en aras de su credibilidad, minada prematuramente, exigir al “Gran diario argentino” la aclaración o desmentida en caso que sea pertinente, de los dichos que se le atribuyeron y que tanto perjuicio le causaron.

La desmesurada exhibición de las divergencias entre judíos ortodoxos y seculares, se evidenció patéticamente, en la inusual participación de miembros de la colectividad judía en mensajes a programas de radio, cartas de lectores, blogs y televisión. En la reciente elección de candidatos para presidir a la Asociación Mutual Israelita Argentina, votaron cerca de 7341 socios, sobre un total de más de 21.000 familias. Un porcentaje exiguo para una población de más de 200.000 judíos.


Numerosos judíos no observantes se indignaron por las supuestas afirmaciones, luego desmentidas de Guillermo Borger, acusando a los ortodoxos de arrogarse exclusivamente la condición de judíos.

Esas aseveraciones son falaces. Ni el más ultra ortodoxo puede negar la identidad judía al más apartado de la comunidad, independientemente de su compromiso religioso.

La Shoá el crimen más horrendo perpetrado por la humanidad, no distinguió entre judíos religiosos o asimilados por varias generaciones.
La asimilación está equiparando en número la desaparición de los judíos víctimas del Holocausto. Muchos de los que se declaran orgullosamente judíos y cada vez conservan menos la tradición, debieran interrogarse acerca de si también sus nietos lo serán.

La pretendida discriminación de los judíos religiosos hacia los no creyentes o agnósticos, se ve superada por la opinión peyorativa de éstos hacia los ortodoxos, burlándose o avergonzándose por sus atuendos o barbas con rizos, invirtiendo de ese modo la carga de la prueba.

El día viernes 13 de junio el periodista judío Julián Gorodischer publicó un artículo en el diario Página 12 titulado “El difícil arte de ser distinto”.
En la nota, relatando su experiencia juvenil de un viaje a Israel, confunde el ideario sionista, con la asimilación sobre la que alertan los religiosos. Fustiga a Borger por el mentado comentario de “genuino” y confiesa que se sintió avergonzado en el vestuario del club Hebraica por el hecho de no ser circunciso. Dijo que tenía miedo a ser distinto. Seguramente ahora el temor ya está disipado, porque no conserva nada de su identidad judía, que a pesar de él, mantendrá de por vida.

Entre las consideraciones publicadas, el siguiente es un buen epítome de su pensamiento. Siempre dirigiéndose a Borger escribió:

“¿Sabe que tipo de observante éramos? Estábamos ansiosos por clausurar un numerito que entendíamos apenas como la postergación de la salida a la matinée. Exequiel (sic) y yo, de escuelas públicas y pitos sin cortar, de hebreo nulo e yiddish instintivo, de idishe mammes a las que habríamos cambiado exultantes por la madre de Juan Cruz, que agasajaba mejor durante la Navidad”.
Llama la atención que a alguien que abjura abiertamente de su condición judía, le preocupe que Borger o su representatividad pudieran negarle la tumba en La Tablada.

El pueblo judío fue perseguido durante miles de años, distintas causas lo hicieron sobrevivir. El interrogante sobre si el judío conservó al judío, o el sábado conservó al judío es seguramente una de las explicaciones. A los enconos y odios injustificados entre ellos, además de la destrucción del Beit HaMikdash, el Gran Templo, se le adjudica su dispersión.

Todos somos con nuestras diferencias, frutos de un mismo árbol. Religión, ética, filosofía, moral, forman parte de nuestro acerbo.

No le demos con nuestro comportamiento razón a la opinión de un dirigente árabe, que ante la imposibilidad de doblegar a Israel militarmente, dijo: “Si quieren vencer a los judíos, déjenlos en paz!”

 

La Voz Judía nro. 434

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