La Voz Judía


La Voz Judía
El judío moderno
Por Isaias Rubén Tecici

El judío moderno, como subgrupo humano “integrado” a la sociedad donde vive, tiende a imitar los comportamientos de aquella, “asimila” la conducta de las naciones del mundo.

Generalmente adopta para sí las costumbres del entorno, paso no siempre precedido de todos los análisis que justifiquen tal decisión, pues obnubilado debido a la gran presión del medio que lo rodea, el ceder a su influencia, solo es una cuestión de tiempo.

En muchos casos ni siquiera se llega a concientizar tal decisión de asimilarse. En verdad, para una gran mayoría, el realizar cuestionamientos o intentar pensar, a todas luces resulta en una práctica abandonada. Un ejemplo por excelencia lo tenemos en el acatamiento a la moda de las vestimentas.

En vista al generalizado acatamiento a la moda, parecería que su adopción o rechazo no es una opción válida, o en otras palabras, si la “onda moderna” así lo indica, ¡eso es lo que hay que hacer!, no sea que nos tachen de “raros” ¡justamente cuando queremos integrarnos!

Uno de aquellos comportamientos, sino el más importante por sus consecuencias, resulta en la actitud de actuar y posteriormente justificar, de forma tal que cualquiera sean los hechos, siempre se encuentran motivaciones valederas que aplaquen nuestra conciencia.

Vendría a funcionar la “onda moderna” en una especie de libertad donde el hilo conductor de los actos humanos, tienen como norte liberarnos y satisfacer todos nuestros deseos materiales, buscamos liberarnos de limitaciones y esclavitudes, pero eso si, tratando en lo posible, de respetar los derechos del prójimo.

Claro, todo depende si nos están mirando y/o también del grado de arrogancia y prepotencia propios. Obviamente también ¡exigimos derechos!, enfrascándonos en una eterna defensa, reclamo y lucha.

Descubrimos entonces que ¡los demás no nos dejan ser felices! ¡Sus derechos colisionan con los nuestros!, también descubrimos, para nuestra sorpresa, que la entrega a los placeres físicos, actividad alentada por la sociedad libre, nos provoca adicción y los malditos deseos ¡nunca se sacian!, sino que al revés, ¡se agigantan!, provocando un circulo vicioso no deseado, tal el caso de adicciones a drogas, por ejemplo.

Lentamente caemos en cuenta que la mentada libertad ya no parece tal, o en todo caso, comienza a desdibujarse, descubriendo una esclavitud encubierta, ¡algo totalmente opuesto por definición!

Abordar el tema de la “moral o códigos de conductas de moda”, particularmente si lo hacemos con la intención de buscar la “verdad” subyacente que los sustente, resulta casi en una pérdida de tiempo.

En realidad, el tema se trae a colación al solo objeto de contrastar al judío antiguo de “costumbres antiguas” y el judío moderno “liberado”.

Según la normativa seguida por los judíos antiguos o de costumbres antiguas, nos encontramos con la sorpresa que el código de leyes empleado para regir sus vidas ¡no contempla derechos!, contempla obligaciones.

La Torah, pues de ella se trata, está repleta de obligaciones, habiendo dos clases de ellas, un grupo de 365 obligaciones denominadas negativas o en otras palabras, prohibiciones, por ejemplo: no robar.

El otro grupo consiste en 248 obligaciones activas, es decir, que tenemos que hacerlas, ejemplo: respetar a nuestros padres. En otras palabras, ¡aparece un sistema de vida esclavizante!

Pero ¡Oh sorpresa!, nos encontramos, por ejemplo, que si aceptamos y cumplimos la obligación de no robar, automáticamente estamos respetando el derecho ajeno sobre su propiedad privada. Justamente uno de los derechos mas reclamados por el mundo todo y también por aquellos judíos liberados de obligaciones. El mismo resultado ¿no?

¡Si, pero no!, porque si todos cumplimos con la obligación de no robar, solo tendremos que luchar contra nuestro mal instinto, tarea difícil pero no imposible, y no, en cambio, ponernos a reclamar derechos y tener que luchar contra el mundo entero, que precisamente, quiere conculcar nuestros derechos, tarea a todas luces sin límites.

Otra obligación de la Torah -mitzvá, en hebreo- habla de no asesinar. También se alienta ayudar al necesitado dando tzedaká, lo que traducido significa hacer justicia (tzedek), y no mal traducir como limosna, tal vulgarmente se cree…

No es cuestión de hacer propaganda a favor de la Torah, ella no la necesita, pero luego de una rápida lectura se deduce que un mundo regido por ella no parece malo.

Si tenemos dos dedos de frente, tal un dicho popular empleado en Sudamérica para considerar a aquel individuo en capacidad de razonar, a mas de ser judíos, deberíamos darnos la oportunidad de ver si nos conviene, o en todo caso reconsiderar el descarte de retornar a nuestras fuentes.

Podría plantearse la cuestión ¿por donde empezar?,
La Torah ordena cumplir mitzvot al pueblo judío y cuando ello acontece masivamente, tal como ocurrió allí, hace tiempo, cuando contábamos con el primer Beit HaMikdash -el Templo Sagrado- , el mundo todo, gozó de mas de 400 años de paz.

En otras palabras, cumplir mitzvot armoniza al judío y por su influencia, el resto del mundo.

Precisamente dentro de poco tiempo, el 6 y 7 de Sivan (9 y 10 de Junio/08) se festeja SHAVUOT, en donde se recuerda la entrega de la Torah a los judíos, allí junto al Sinaí, por parte de D-os y por intermedio de Moshé Rabeinu.
En Debarim 33:4 -Deuteronomio 33:4- consta que la Torah se llama Morashá (herencia), ¿que heredamos?, heredamos un completo código de vida, un código elaborado por “el fabricante” del mundo.

Así, por ejemplo, tal como el fabricante de un automóvil esta capacitado plenamente para elaborar el manual de operación y conservación de su creación, así también, el fabricante del mundo, es quien más capacitado está para indicarnos que clase de vida nos conviene llevar, ni moderna ni conservadora ni reformista, sino la única que nos puede dar felicidad, en cantidad equivalente a nuestro esfuerzo por cumplir los preceptos que constan en la Torah y que nos explican y aclaran los jajamim (los sabios judíos de cada generación) como consta en la misma Torah.

Queda para otra oportunidad intentar explicar porqué los “judíos antiguos” celebramos o festejamos Pesaj, Shavuot, Sucot, etc., así todos los años, tal como si fuéramos algo desmemoriados, o tuviésemos “pocas luces” y entonces también festejamos Jánuka, la fiesta de las luces.

En ámbitos no observantes “modernos”, en reuniones juveniles, en escritos varios, etc. Se define o se intenta definir al judío empleando términos como: “ser judío es un sentimiento”, ergo, todo se resume en un “sentir…”, ahora siento hambre, luego puedo no sentir…

También se dice: Ser judío es pertenecer al pueblo judío… El asunto es definir como se pertenece ¿con una cedula de identidad? ¿Con una circuncisión?
Otros afirman: Por medio de la conversión. ¿El proceso es intelectual? ¿Es físico? ¿Es espiritual? ¿Quién lo define y con que autoridad?

¡Oh casualidad!, el pueblo judío comienza a existir como tal a partir de la recepción de la Torah y de acuerdo a lo allí definido, ¿o acaso existe otro inicio?

Si nos remontamos a Abraham avinu, vemos que de el también descienden los árabes, por ser hijos de Ishmael.

Lo mismo ocurre con Itzjak avinu. El, tuvo a Esav, de quién desciende Edom.
Iaakob avinu tuvo 12 hijos ¡y de sus descendientes provenimos los judíos! ¿Pero de cuales? , solo de los que salieron de Egipto (porque los que quisieron quedar allí murieron en la plaga de la oscuridad), y luego de la salida -en Pesaj-, hubieron de transcurrir 7 semanas hasta SHAVUOT (cuya traducción es semanas), para recibir la Torah ¡y por fin nace el pueblo judío!

Quiera el Cielo que pronto todos sepamos encaminar nuestro destino retornando a las fuentes y seamos AM ISRAEL JAI, un solo pueblo con un solo corazón y, por ejemplo, no necesitemos afrontar la ardua tarea de tratar de definir al “judío moderno” sin Torah, actividad igual de ardua como intentar definir un pez sin relacionarlo con el agua.



 

La Voz Judía nro. 431

Redacción y Administración: Lavalle 2168 Of. 37 ( C.P. 1051) de 15.30 a 18.00 Hs.
Tel.: 4953-7132 / Telefax.: 4961-0954

Tribuna Judía
Una voz que ahonda en las raices judías

Aparece quincenalmente
Director: Prof. Pedro E. Berim
Diseño y Diagramación: Luminaria Design

Propietario
Unión de Israel en la argentina (U.D.I.)

Registro Nacional de la Propiedad Intelectual #187.257