La Voz Judía


La Voz Judía
Vivencias de Pesaj en tiempos de la Shoa

Rebelión y Seder
Ghetto de Varsovia, justo antes de Pesaj 5703
Los miembros del movimiento jasídico clandestino de la calle Nalewky estaban completamente dedicados al estudio de la Torá y al llevar su estilo de vida jasídico. Pero apenas tenían lo necesario para celebrar Pesaj.
Una semana antes del festival mi marido se dirigió a ellos, mientras yo estaba ocupada horneando matzot en la casa de mis vecinos en la calle Nobolefia. Con gran dificultad conseguimos un saco de harina y algunas uvas para hacer vino. Luego, un día antes del festival, mi marido vino a casa con doce estudiantes de ieshivá del movimiento jasídico. Sabíamos que de todos modos pasaríamos hambre en Pesaj... Era mejor tener algunos jasidim con nosotros en la mesa.
Entonces, en erev Pesaj, comenzó la rebelión del ghetto. Los cañones y las bombas, las ametralladoras, el ruido de las batallas, no se detuvieron por un solo instante. Entonces escuchamos a Rabbi Heschel Rappaport, el maestro de nuestro bunker, diciendo: "¡Es hora de poner la mesa del Seder!”
Baila Scharheritz, Beth Jacob Monthly, 25:9-19 (Sivan 5721)

El suspiro de Meirel
Klausenberg, Nisan 5704
Los soldados alemanes habían tomado la ciudad. El Rebbe de Klausenberg se escondió durante dos semanas en el cementerio, en una tumba abierta. Sabía que los matones de las SS buscarían primero a los líderes espirituales y los ejecutarían en el acto.
Un día, cerca del amanecer, el Rebbe fue en secreto a la casa de Reb Yirmeyah Tessler. Tenía que contarle al pilar de la comunidad dónde estaba escondido – y agregó, tristemente, que ya no se sentía seguro. Era peligroso si su paradero era descubierto. Pidió permiso para mudar su escondite a uno de los depósitos de Reb Yirmeyah, que tenía una fábrica de licor.
Pero para ese entonces la sección judía de Klausenberg era una ciudad fantasma. Las puertas estaban cerradas; los judíos estaban escondidos en sus casas y no salían en absoluto. Las calles estaban vacías durante todo el día. El sonido de un timbre podía causar pánico... Reb Yirmeyah sugirió, por eso, que el Rebbe abandone la ciudad y deje a su familia bajo el cuidado de RebYirmeyah. El Rebbe aceptó.
“Aquel Seder fue una noche de tristeza y oscuridad”, recordó más adelante Reb Yirmeyah. Su familia y la del Rebbe se sentaron alrededor de la mesa en un silencio casi total hasta que llegó el momento de que Meirel, el hijo de cinco años del Rebbe, hiciera las cuatro preguntas. El niño estaba a punto de comenzar pero en cambio suspiró profundamente.
Cuando Reb Yirmeyah le preguntó cuál era el problema, Meirel respondió: “Estoy suspirando por todo el sufrimiento que am Israel está atravesando”. ¿Qué más hacía falta que dijera éste pequeño que no conocía el pecado? Las lágrimas comenzaron a rodar sobre todos los rostros presentes.
Diario Hamodia (4 de Tamuz 5756)

La bendición del rocío
En los bosques cerca de Neutra, 5705
Bien adentro del bosque Rabbi Shmuel David Unger iba de lugar en lugar. Mantenía su conducta piadosa, arriesgando su vida en cada minuto de observancia. Por ejemplo, nunca comía pan si éste no era horneado por un panadero judío.
En el bosque muchas veces había sólo pan horneado por gentiles. En estas ocasiones el rav no comía nada.
En otras ocasiones el rav no comía porque no había agua para lavar sus manos y pronunciar las bendiciones. Cada noche juntaba rocío de los árboles en el bosque en una botella, gota por gota, para tener agua para lavar sus manos en la mañana. Cuando, durante una noche de Shabat, sus vestimentas se mojaron por la lluvia, temía escurrir por accidente el agua y de esta manera profanar el Shabat.
La última primavera de su vida, en Nisan de 5704, Rav Shmuel David Unger sorprendió a todos anunciando que era el momento de sembrar trigo para poder hornear la matza del año siguiente. Él no vivió para celebrar Pesaj al año siguiente.
Al ver, a mediados del verano, que el trigo había madurado - un milagro en esas condiciones - el rav se apuró a cortar algunos tallos con sus propias manos, lo trilló, lo aventó y lo molió hasta convertirlo en harina, todo para cumplir con la mitzva de la matza. Empacó con cuidado aquel puñado de harina anunciando, “bueno, he hecho los preparativos, pero creo que no tendré que esperar diez meses”. No dijo nada más, pero el significado de sus palabras se aclaró al poco tiempo.
Rabbi Michael Dov Weissmandel, Min HaMeitzar; Aharon Surasky, Demuyot Hod, p. 78

Noticias
Ghetto de Varsovia, Av 5702
Los alemanes lo pusieron en la infame cárcel de Paviak. Ahora que la expulsión a los campos de exterminio se estaba acercando, sería él quien mantendría el silencio en el ghetto – pero nadie siquiera soñaba de qué manera.
A los tres días de prisión fue liberado y enviado de regreso al ghetto, un hombre completamente quebrado. Los alemanes habían dejado en claro sus intenciones. Rabbi Shimon Stockhammer, el jefe de la Judenrat, que siempre hablaba en contra de la terrible opresión impuesta en el ghetto, nunca más levantaría su voz en contra de los alemanes. Los carceleros habían hecho muy bien su trabajo...
Rabbi Stockhammer era estudiante del jasídico Belzer kloiz y escribía en el periódico religioso. Había pronosticado bien el futuro y no tenía ilusión alguna acerca del destino del ghetto. Ni bien pudo se escondió junto a su familia en lugares secretos y así sobrevivió hasta Shevat 5703. Entonces fueron capturados y enviados al campo de exterminio Poniatowa, cerca de Lublin. La familia del rav fue asesinada allí pero él sobrevivió y terminó en el campo de Floosenburg en la provincia de Bavaria. Su espalda estaba quebrada a causa del trabajo duro pero nunca emitió sonido alguno. De hecho otros judíos acudían a él para recibir aliento y fortalecer su fe.
Respetó las mitzvot de manera escrupulosa y a toda costa, y ayunó hasta agotar sus fuerzas. El último Pesaj de su vida, en el año 1945, no probó ni una migaja de jametz. Todos estaban asombrados de que no había muerto de hambre, pero sólo a sus amigos Rav Stockhammer reveló su motivación: “Está permitido comer jametz en este Pesaj ya que estamos en constante peligro de morir de hambre. Aun así es importante que en este campo donde viven 2500 judíos, por lo menos una persona no coma jametz. Esta obligación me corresponde a mí ya que ningún otro judío lo haría”.
Tres días antes de la liberación del campo, en Iyar de 5705, este hombre de fe murió de las heridas causadas por el bombardeo de los aliados que hizo retroceder a los alemanes y trajo la liberación de los prisioneros.
Eileh Ezkerah 5:116-20

Pan pobre
Un campo de trabajo
En un campo los prisioneros hornearon matza en secreto. Las hornearon en las chimeneas de sus pabellones… juntaron la harina de a poco, a lo largo de algunas semanas. Lo he visto todo.
Al llegar la noche de Pesaj cayeron exhaustos en sus literas. Hacia el final de la noche se levantaron y tragaron un poco de aquel “pan pobre” que habían horneado con puñados de harina sacados de la cocina del campamento.
Y. Potsewitz escribió en sus memorias:
“Recuerdo que varios prisioneros arriesgaron sus vidas y hornearon matza en el campamento… Mi esposa vendió su último vestido para ayudar a realizar esta tarea. Se lo dio a los prisioneros que quemaban los cadáveres. Sacaron el vestido del campamento y lo cambiaron por cinco latas de harina”.
“Traje leña del bosque (trabajaba como leñador). A la noche mi mujer echó leña en el horno del pabellón y horneamos pequeñas matzot... conseguí un clavo para hacer los agujeros en la masa antes de hornearla. Una vieja botella sirvió como palo de amasar".
“Hicimos el Seder en el pabellón de mujeres. Todas las mujeres estallaron en lágrimas al comenzar el Seder. Sus llantos les dieron de alguna manera la fuerza para seguir”.
Dr. M. Dvorzhetsky, en Beth Jacob Monthly 14:128-29

Vivir a través de ellas
En un campamento
En uno de los campamentos un grupo de judíos decidió celebrar un seder. Pero habría una diferencia: como no tenían matza usarían rodajas de pan.
Los prisioneros se reunieron la noche del seder y comenzaron a recitar la Hagada de memoria de la mejor manera que pudieron. Cada uno contaba lo que recordaba acerca del Éxodo y sus milagros. Cuando llegaron al punto en el cual normalmente se come la matza, levantaron sus rodajas de pan y dijeron una plegaria compuesta especialmente para aquella situación desesperada:
“Señor del universo, Sabes bien que queremos con todos nuestros corazones cumplir la mitzva de comer matza. Pero no tenemos matza aquí. Y no sólo que no nos has dado la oportunidad de cumplir con la mitzva de la matza, sino que además estamos forzados a comer jametz. Entonces aunque no podemos cumplir con la mitzva de comer matza, estamos a punto de cumplir una mitzva superior, la de preservar nuestras vidas, como dice Tu Torá, ‘vivirán a través de las mitzvot’. Por eso aquí estamos, listos para cumplir el mandamiento de preservar la vida a través de la ley de la Torá. Bendito seas, Hashem nuestro Di-s, Rey del universo, quien saca el pan de la tierra”.
Los prisioneros comieron el jametz con los ojos cerrados a causa de la concentración, como si se tratase de la mitzva más importante del mundo. Uno podía casi sentir a Di-s mirándolos con orgullo, diciendo: “¡Mis hijos han ganado! Les he quitado la mitzva de la matza pero ellos encontraron una mitzva aun más grande para cumplir”.
Rabbi Ezriel Tauber, MeiAfeilah LaOrah, p. 109-10

Ofensa criminal
Un campo de concentración, 5704
Nuestro primer Pesaj se estaba acercando. Un grupo de judíos observantes, liderados por Rabbi David Shapiro y Rabbi Shlomo Stockhammer, decidieron hornear matzot para el festival. Técnicamente era posible hacerlo ya que trabajábamos en las duchas donde había un horno. Pero el peligro era enorme. Nuestras vidas corrían peligro, pero decidimos hacerlo.
Encontramos algunas tablas de madera sobre las cuales amasamos. También encontramos algunos palos que servían como palos de amasar. Luego nos organizamos para que algunos hombres formen una “guardia de matza” y den la alerta si alguien se acercaba. Esto nos daría tiempo para escapar antes de que fuera demasiado tarde.
Comenzamos a hornear pero antes de haber logrado hornear la mitad de la cantidad que necesitábamos, los guardias nos dieron la advertencia. El director de las duchas estaba a punto de realizar su primera inspección. Rápidamente escondimos todo; sólo el olor a matza fresca quedó en el aire.
El alemán notó el miedo en nuestros rostros de inmediato. Comenzó a buscar “evidencias” en todos lados. Media hora más tarde abandonó el lugar, luego de no haber encontrado nada, y nosotros volvimos a respirar.
A pesar de la posibilidad de que el alemán vuelva a visitarnos, sacamos todos los utensilios y volvimos a hornear matza. Dos horas más tarde terminamos de hornear la cantidad necesaria. Dividimos las matzot en partes iguales y se las repartimos a todos los participantes. Cada uno de ellos ahora tendría que sacar a escondidas sus matzot de las duchas y llevarlas al área del campamento.
Ni bien dejamos las duchas nos topamos con el Untersturmführer. Este asesino se dio cuenta de inmediato que Rabbi Shapiro estaba escondiendo algo debajo de sus vestimentas y se abalanzó sobre él. Cuando descubrió que tenía escondido un paquete de matza estalló de furia y quiso saber de dónde habían sacado la harina. Rabbi Shapiro se negó valientemente a revelar el secreto y asumió toda la responsabilidad del "crimen".
Nuestra matza fue confiscada y nuestros números fueron anotados. Lo mejor que podíamos esperar eran 50 azotes sobre nuestras espaladas… Cuando volvimos al campamento nos alineamos y de inmediato ingresaron los hombres de las SS liderados por el Untersturmführer. Realizaron búsquedas personalizadas y confiscaron todo lo que encontraron. Pero esto fue todo lo que hicieron.
Era todo un enigma para nosotros. ¿Cómo pudieron olvidarse de Rabbi Shapiro, cuyo número habían escrito especialmente? Todos habíamos quedado marcados para ser castigados. Esta era la primera vez que el número de alguien era escrito sin que algo terrible le suceda. Durante los días siguientes se habló en todo el campamento del milagro que había sucedido.
Moshe Mordechai Weinstock, Zachor 4:18-21

 

Nro 407 Nisan 5767 - Marzo de 2007

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