La Voz Judía


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¿Revolución en las relaciones Judeo-Cristianas?
Un análisis de la visita del nuevo Papa Benedicto XVI a la Sinagoga de Colonia

Por Itzjok Meir Rosemarine*

La importancia de la visita del Papa Benedicto XVI a una sinagoga, en su Alemania natal, no es algo de poca monta. En verdad, tiene una enorme significación. En el primero de todos sus viajes al exterior llevado a cabo en tanto Papa, a su propia tierra natal, que no se caracteriza por su amor hacia los judíos, él eligió asistir a una sinagoga, antes que visitar cualquier mezquita o iglesia protestante. El colocó al judaísmo en primer lugar, en su búsqueda de diálogo con otras creencias religiosas, e incluso antes de sus correligionarios cristianos, y de los mucho más numerosos fieles musulmanes. El se acercó a nosotros justo en el comienzo de su papado.
Nosotros hemos sufrido cerca de dos milenios de persecuciones por parte de los Cristianos, pero en ningún lugar tan brutales como en el suelo germano. Pero el Papa Benedicto XVI ha enviado una clarísima señal a todos sus seguidores, y a todos sus connacionales de Alemania, respecto a que nosotros, los judíos, no debemos ser vistos como enemigos o como “Asesinos de Jesús”, como sucedía en el pasado, sino como “hermanos mayores”. Esto es lo que reiteraron las cálidas palabras del nuevo Papa al Rabino Principal de Roma, Rav di Segni, que incluyeron un llamamiento “al Altísimo para que nos ayude a continuar y a fortalecer el trabajo conjunto con los hermanos y hermanas del pueblo Judío”.
No se trata de un mero ejercicio de relaciones públicas. El Papa Ratzinger está consolidando el trabajo filosemita de su predecesor polaco, Juan Pablo II. El emérito Rabino Principal de Roma, Rav Toaff, quien le dio la bienvenida en su Tempio Maggiore (la Gran Sinagoga), en el año 1986, y que fue mencionado en sus expresiones de deseo, dijo recientemente: “El Papa polaco Wojtyla amaba realmente a los judíos. Y los judíos le retribuían ese afecto”.
En un encuentro entre el Rav Toaff y el Papa anterior, que compartí, le dijo: “ Así como una planta necesita tener raices sanas para poder florecer, las flores del cristianismo necesitan acercarse hacia sus raices judías”.
En Colonia, el Papa Benedicto condenó la “demencial ideología racista” del nazismo, en una de las muchas sinagogas que fueron destruidas por el durante la Kristallnacht (la Noche de los Cristales Rotos), y que fue reconstruida recientemente. “Yo pretendo continuar por la senda que conduce hacia un mejoramiento de las relaciones y de la amistad con el pueblo judío”, agregó.
Así como sus antecedentes personales, mientras fue Cardenal, lo muestran en una actitud de permanente acercamiento hacia los judíos (a pesar de haber estado ligado alguna vez a las Juventudes Hitlerianas), hace cuatro años se volvió impopular entre otras religiones, por considerarlas “deficitarias”.
En la sinagoga, el Papa declaró: “Este diálogo (Judeo-Cristiano), si es que va a ser sincero, no debe pasar por alto o desestimar las diferencias que existen. Nosotros debemos respetarnos los unos a los otros, y amarnos unos a otros”.
A fin de analizar las motivaciones del Papa, es esencial escrutar sus palabras en el encuentro con líderes musulmanes llevado a cabo, también, en Colonia, y comparar los diferentes mensajes. El les dijo que el futuro del mundo depende del diálogo entre Cristianos y Musulmanes. Lo cual nos muestra su fuerte impulso hacia el diálogo interreligioso, conjuntamente con la realista comprensión de la existencia de un choque de civilizaciones y del gran poder del Islam en todo el mundo.
Pero sus declaraciones respecto a que los musulmanes tienen el deber de combatir el terrorismo, evidencian una vez más su discurso directo y su voluntad de enfrentarse a los temas desagradables. Esto se observa, también, en sus declaraciones reconociendo que hay muchas cosas criticables dentro de la Iglesia.
El terminó su viaje atacando a la secularización, y enfatizando que la fe católica que enseña la iglesia tradicional, no debería ser diluída. Vale decir que los creyentes no deberían tener la libertad de elegir aquellas enseñanzas que les gustan y descartar las que no les gustan. El Judaísmo Ortodoxo puede identificarse con este rigor doctrinario contrario a la religiosidad basada en la conveniencia.
Desde el punto de vista del Judaísmo, el hecho de que se termine el trabajo misionero católico entre los judíos, es un próximo paso esencial. Pero, siendo realistas, es poco probable que suceda en nuestros tiempos. El trabajo misionero es, por lo general, una parte inherente a la teología cristiana. Podría lograrse, incluso, que el Vaticano abriera sus archivos, a fin de que podamos comprobar hasta qué punto estuvo involucrado el catolicismo de antaño en la persecución de judíos (y a veces en ayudarnos, también). Pero el Vaticano no está ansioso por abrir sus archivos, y se ha resistido a muchos pedidos que se le formularon para que lo haga.
Aunque los observadores del Vaticano digan que es muy temprano para juzgar a este papado, podemos extraer algunas conclusiones del actual momento de metamorfosis en las actitudes de la Iglesia hacia nosotros, desde el Holocausto en adelante. La Iglesia ha cambiado. Sobre todo, a partir del Concilio Vaticano Segundo, a comienzos de la década del ’60, se ha producido una revolución en el Vaticano.
Hoy podemos decir que su máxima autoridad extiende una mano de amistad hacia nosotros.

* Itzjok Meir Rosemarine es un abogado internacional

 

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