La Voz Judía


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EUTANASIA:
Un Crimen Jurídico

“Un crimen jurídico con tortura”. Así se refirió el Dr. Iaacov Taback a la decisión tomada contra la vida de Terry Schiavo. Como se recordará, el marido de esa pobre mujer había hecho todo lo posible para lograr que cesaran de alimentarla artificialmente, sus padres se oponían y la discusión produjo una batahola tan generalizada en los EE.UU., que hasta el propio presidente refrendó un proyecto de ley – que no sirivió para nada: el Tribunal nunca lo tuvo en cuenta. Es hermosa la democracia.
Pero, según el Dr. Taback, el error es terrible. Su propia esposa atravesó un problema similar. Exactamente siete años atrás, ella trabajaba como abogada en una importante casa editora ortodoxa. Cierto dia ella sufrió un desmayo, producto de un fuerte ataque cardíaco. Su marido hizo todo lo posible para reanimarla hasta que, veinte horribles minutos después, llegaron los servicios de atención médica para reanimarla. Ni el hospital, ni los servicios de reanimación lograron hacer nada. Ella quedó sumergida en un estado vegetativo.
Los médicos le sugirieron al Dr. Taback que internara a su esposa en un hospicio para personas en ese estado. Según los partes médicos no había nada que hacer. Su esposa permanecería en coma para siempre.
Después del impacto, se consultó a la familia sobre la conducta a seguir, precisamente un dia en que una de las hijas de la mujer se había aproximado a su madre deslizándole en el oido un comentario: “indudablemente me voy a tener que casar sin tu presencia”. Y, para gran sorpresa de toda la familia, ¡la madre se puso a llorar!
Esto prueba, inequívocamente, que la concepción de los médicos era errada. “Si usted le pregunta a cualquier neurólogo, él le va a decir que son ilusiones, o tonterías. Pero yo le digo que es la pura verdad de lo que ocurrió”, asegura el Dr. Taback.
Sospechando que los médicos habían hablado con total libertad, delante de ella, sobre la falta absoluta de chances de recuperarse y de volver a una vida normal, su marido le había dicho: “Olvida todo lo que los oíste decir. ¡Nosotros nos comprometemos a ocuparnos de ti, suceda lo que suceda!” El estaba seguro de que su mujer oía y comprendía.
A decir verdad, el equipo médico consideraba que la familia se había vuelto loca. ¡Cuál no sería su sopresa cuando, al cabo de ocho meses de internación, esa mujer fue dada de alta y volvió a su casa!
Cabe agregar que, un importante especialista había confirmado que, según su opinión, la mujer no había perdido la conciencia en absoluto, pero que seguramente su estado moral debía estar muy dañado: estar conciente, estar confinada dentro del propio cuerpo, sin poder moverse ni expresarse, debió ser terrible.
La familia constató, también, que ella no veía. A través de un estudio que le efectuaron, se informó que todo estaba normal, y que recuperaría lentamente la visión. Lo primero que vería sería el color rojo. Entonces se realizó una prueba: se puso delante de ella una hoja con una frase escrita en rojo, que decía “cierra los ojos”. ¡Y ella lo hizo!.
Posteriormente se trató de suspenderle el alimento artificial y se comenzó a alimentarla en forma natural. Los reflejos esofágicos funcionaban bien, según se pudo comprobar. Entonces fue posible volver al curso normal. Hubo un problema: la noche de Yom Kipur ella se niega a comer, por más que resultaba obvio que de acuerdo con la Halajá, ella debía hacerlo. Finalmente se toma la decisión de que se le daría de comer menos de la cantidad interdicta, y entonces ella aceptó. Cada tanto, la ayudante no judía que la alimenta intenta, contrariamente a lo establecido por la Halajá, aumentarle la cantidad y acortar los lapsos entre una comida y otra, pero es en vano: ella no acepta comer más que como está establecido por la Halajá...
Hace siete años que la familia Taback está luchando. Los resultados son que la Sra. Taback ya está en condiciones de lavarse sola con la ayuda de un aparato. Incluso ella ha podido ayudar a su esposo y a su hija.
La conclusión del Dr. Taback es la siguiente: quién sabe cuántos casos como éste no están regulados por la Medicina, que por su autosuficiencia y su total ceguera no ha sabido comprender que esos seres son perfectamente humanos, perfectamente concientes y que con paciencia y mucho tiempo, ¡es posible hacer milagros!.
Pero, es cierto, hace falta una paciencia enorme, cualidad que ciertamente, no forma parte del sistema de nuestra vida cotidiana. (publicado en el Jerusalem Post)

 

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