La Voz Judía


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Sharon - ¿Un Rey Lear israelí?
Por Rachel Neuwirth* -Nueva York-

En nuestra guerra contra el terror islámico, necesitamos a todos los aliados posibles. Desde su renacimiento en 1948 el estado judío de Israel ha sido nuestro aliado leal durante más de medio siglo. Ambos países comparten valores que hacen que la amistad sea más sólida, una amistad entre la gente, no sólo entre los líderes de los países, como sucede con algunos dictadores. Cualquier cosa que debilitaría a Israel, disminuye también nuestra propia seguridad.
Desafortunadamente algo está sucediendo terriblemente mal en Israel bajo el gobierno de Sharon. El principio de oponerse al terror y a los que lo apoyan, sin concesiones, afirmado por todo gobierno israelí desde el establecimiento del estado, así como también por la administración de Bush, está siendo modificado por Ariel Sharon. En las últimas elecciones, el pueblo de Israel votó en contra de las sangrientas políticas de pacificación de Ehud Barak y para una fuerte defensa en contra de años de terrorismo, que le han costado a Israel mucha sangre y sufrimiento. Sharon ha defendido a Israel durante toda su vida, y durante su campaña hizo promesas para terminar con los medios pacifistas y combatir el terror. Ganó el poder en las elecciones.
Pero ahora está traicionando sus promesas y está llevando una política de pacificación mucho más grande que cualquier otro en el pasado. Lo que Sharon llama “retirada” de Gaza es nada menos que una limpieza étnica en contra de 8000 residentes civiles que viven legalmente en una zona histórica de Israel. Se está rindiendo ante el terror árabe y lo premia con una retirada. Si los 1,2 millones de árabes pueden vivir con seguridad dentro de Israel disfrutando de derechos civiles, ¿por qué los 8000 judíos no pueden vivir junto a un millón de árabes si se supone que habrá paz? Si los 8000 judíos no pueden vivir seguros entre un millón de árabes, entonces cinco millones de judíos israelíes no pueden vivir seguros entre 300 millones de árabes en Medio Oriente. En otras palabras, si los árabes quieren paz, entonces los judíos deberían quedarse y, si los judíos no se pueden quedar, entonces los árabes no quieren paz y no deberían recibir concesiones, especialmente aquellas que debilitan a Israel.
Sus propios comandantes advirtieron que si se lleva a cabo la “retirada” (retirada de las fuerzas de seguridad israelíes de Gaza y expulsión de los habitantes judíos), Gaza se convertirá en un fortín terrorista aún más fuerte con más armas letales y los terroristas estarán libres para construir nuevas bases e instalar misiles de largo alcance. Sharon ignora las advertencias de sus propios consejeros militares. Ignora la voluntad de los miembros de su propio partido, el Likud. Ignora los llamados a realizar un referendo sobre esta importante decisión. Ignora el sufrimiento de las comunidades que serán evacuadas. Se niega a poner límites para futuras retiradas. Ignora las manifestaciones pacíficas de 100.000 – 200.000 manifestantes. Amenaza a los que se resistan con la cárcel y multas enormes si no cooperan.
Mientras tanto, Mahmoud Abbas es Yasser Arafat vestido de traje. Abbas fue el socio leal de Arafat a lo largo de su carrera como terrorista. Abbas niega el Holocausto y ha subvencionado a los asesinos de los israelíes en los Juegos Olímpicos de 1972 en Munich. Se niega a domar a sus terroristas y sólo tiene intención de “negociar” con ellos. Aún llama a Israel “el enemigo sionista” y promete a lo árabes seguir la lucha de Arafat. El Hamas obtuvo una enorme victoria en las elecciones municipales de Gaza y junto con el Hezbollah, la organización terrorista libanesa que ahora mantiene y dirige a la mayoría de los terroristas palestinos, los Hamasniks juran oponerse a la paz y atacar a Israel sin ningún condicionamiento. Bajo el mando de Abbas, los medios de la Autoridad Palestina siguen transmitiendo mensajes extremistas para alentar el odio hacia Israel. Al igual que Arafat, Abbas aprendió cómo conquistar la administración norteamericana en inglés, mientras aumenta el odio árabe cuando habla en árabe. El público norteamericano sólo oye la versión en inglés.
Frente a todo esto Sharon suspende la acción militar en contra de los líderes terroristas y está planeando liberar cientos de terroristas a cambio de vagas promesas de Abbas, sin ninguna garantía de que se cumplan. El presidente George Bush indicó que Sharon está por su cuenta y tendrá que enfrentar los costos económicos, y que no hay garantía de que los Estados Unidos le den el apoyo si algo sale mal. El principio original israelí de primero desmantelar la infraestructura terrorista antes de hacer concesión alguna fue arrojado por la ventana, sólo porque Sharon así lo decidió, seguir con su política a pesar de todas las objeciones. No hubo un debate parlamentario adecuado durante el cual Sharon tendría que haber respondido preguntas sobre el tema. No hubo debate, ni referendo, ni tampoco medios de prensa libres que le informen al público acerca de las acciones de Sharon; sólo amenazas y acciones desesperadas para seguir en el poder e imponer la voluntad de un sólo hombre por sobre toda una nación que está sufriendo.
El presidente Bush está haciendo un gran esfuerzo para llevar la democracia a Irak. Qué irónico que resulta ver que la democracia está siendo estrangulada en su hogar original en Medio Oriente por el gobierno de Sharon. Sharon también está corriendo el riesgo de una guerra civil que podría tentar a los enemigos de Israel para aprovechar ese momento de debilidad y atacar. Mientras se está luchando contra el terrorismo en Afganistán e Irak, se está premiando y fortaleciendo en Gaza y en la Ribera Occidental gracias a Ariel Sharon.
Las acciones de Sharon son tan inexplicables, tan fuera de lugar, tan extremistas y peligrosas que uno se puede preguntar realmente si está en sus cabales. A lo largo de la historia, y también en la obra El Rey Lear de Shakespeare, podemos ver un gran rey u otro gobernante que de a poco se vuelve loco y, en el proceso, pone a su país en riesgo. Como Lear, Sharon ejerce gran poder sin controles y balances y estamos horrorizados por sus acciones ya que progresivamente se hacen más peligrosas e irracionales. El sistema israelí parece no ser capaz de ir en contra de un líder que toma decisiones unilaterales y abusa de sus casi dictatoriales poderes.
Algunos norteamericanos, a distancia, apoyan lo que ellos llaman un paso hacia la paz. Después de que Neville Chamberlain se encontró con “Herr Hitler” en 1938, regresó a Inglaterra y anunció con orgullo que el documento que llevaba en manos era un acuerdo que traería “paz en nuestros días”. Pero cuando Hitler invadió lo que quedaba de Checoslovaquia y Polonia violando sus solemnes promesas a Chamberlain, Chamberlain finalmente despertó. Fue ingenuo pero no demente. Sharon es peor porque hace concesiones peligrosas a un enemigo implacable sin siquiera tener promesas o documentos firmados. Esto va más allá de la ingenuidad y sugiere algún desorden mental.
Si la administración de Bush sigue su ruinoso curso de apoyar la política de “retirada” y se une a la pacificación con el régimen terrorista de Abbas-Fatah, entonces también tendrá parte de la culpa de haber traicionado sus propios principios según lo enunció el Sr. Bush en su discurso del 24 de junio de 2002. En aquella ocasión Bush declaró que las organizaciones terroristas deberían ser desarmadas por completo antes de que Israel se retire de los territorios y que un nuevo liderazgo palestino “que no esté comprometido con el terror” se instale antes de que Israel haga más concesiones. Pero aprobando la infame “Hoja de Ruta” de las Naciones Unidas – Comunidad Europea y luego siguiendo con el más ruinoso aún plan de retirada de Sharon, Bush ha traicionado sus propios principios respecto a la guerra de los Estados Unidos contra el terror. Este hecho no pasará por alto ante los ojos de nuestros enemigos que comprenderán que en algunas condiciones los Estados Unidos traicionarían a un amigo e incluso premiarían al enemigo.
*Rachel Neuwirth es analista en la junta de directores de la Región de la Ribera Occidental en el Congreso Judío Norteamericano y preside el comité de Medio Oriente de dicha organización.

 

Nro 365 Adar II del 5765 / Abril de 2005

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