La Voz Judía


La Voz Judía
Panamá prospera como la joya en la corona del caribe
Por Brian Harris

Ciudad de Panamá
Cuando el Rabino Zion Levy llegó a Panamá por primera vez como rabino, a los 26 años de edad, se preguntó seriamente en qué estaban pensando sus superiores al mandarlo a ese lugar.
Se encontró con una comunidad sefaradí de 210 familias, de las cuales ninguna respetaba la kashrut ni el Shabat. Supo poco después de su llegada que su salario anual de 300 dólares iba a ser ganado con dificultad.
Pero 53 años después la comunidad sefaradí de Panamá está prosperando en su estricta adherencia a la ortodoxia y es prácticamente la comunidad judía más fuerte del caribe. Los líderes de la comunidad de 7000 personas le dan el crédito al Rabino Zion Levy.
Ahora que la salud y la edad le pesan, Levy espera retirarse, mientras que los judíos de Panamá se preguntan si podrán mantener su unidad y practicas después de su desaparición.
Cuando su salud se lo permite, aún atiende asuntos en su modesta oficina, en la sinagoga Shevet Ajim, la primera de las cinco que construyó la comunidad durante los años que ejerció. Es uno de los líderes espirituales más importantes de América Latina de cualquier religión.
Con la barba cuidadosamente cortada y mejillas sonrosadas, el Rabino Zion Levy no tiene una presencia física imponente, pero ni bien empieza a hablar, queda bien claro que es una autoridad respetable con quien se puede contar.
Es rápido en ofrecer historias sobre cómo al llegar la gente atendía el teléfono en Shabat, incluso el que había en la sinagoga, una práctica que gracias a él se detuvo.
“Cuando llegué ninguna familia comía kosher,” recuerda. “Hoy hacemos shejitá de 80 animales por semana y 6.000 pollos para el consumo local.”
A pesar de que su salario era mínimo, los que aun viven desde aquellas épocas dicen que el Rabino Levy se negó a aceptar dinero por los eventos judíos como casamientos, Bar o Bat Mitzva, y esto fue la clave para ganarse el respeto y el amor de la comunidad. Incluso trabajó como mohel, realizando circuncisiones durante varias décadas, a pesar de que dice que nunca aceptó ni un centavo por ello.
Además de hacer una gran contribución para levantar el nivel del judaísmo, también tiene el crédito de ayudar a la comunidad a superar algunos de sus más grandes problemas. Entre estos está el atentado de 1994 al vuelo entre el puerto de Colon y la Ciudad de Panamá donde murieron 21 personas, entre ellas doce judíos. La bomba pudo haber sido trabajo del Hezbollah pero aún está inmersa en el misterio.
Mientras que las bombas fueron un reto para la comunidad, para el Rabino Levy el peor momento de su carrera en Panamá fue en 1971 cuando su hijo de 18 años se sucumbió ante la leucemia. Aún le cuesta hablar de esta perdida.
El Rabino Zion Levy que adoptó la ciudadanía de Panamá, tiene esperanzas de que su trabajo perdure.

 

Nro 358 Jeshvan del 5765 / Noviembre de 2004

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