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BASTA DE DISCULPARSE
Que trágica oportunidad perdida. A lo largo del mes pasado, los medios globales se centraron en Ehud Olmert mientras se reunía con los jefes de estado en Washington, Londres, París, El Cairo y Ammán con motivo de su visita ministerial prefabricada. Era la oportunidad perfecta para que nuestro elocuente premier mostrase la vida de pesadilla que los ciudadanos de Sderot y el Negev occidental están viviendo mientras sus escuelas, hospitales, casas e infraestructura afrontan oleadas de misiles diarias de sus vecinos palestinos.

Este debería haber sido el escenario ideal para que Olmert proclamase al mundo que, al igual que cualquier otro estado, Israel no tolerará más que sus ciudadanos sean convertidos en objetivo de esta manera, y que aquellos que facilitan los ataques con misiles contra mujeres y niños israelíes ostentarán la responsabilidad de los civiles palestinos heridos en el curso de nuestros legítimos esfuerzos por defendernos.

Al contrario, en lugar de esto, los medios se concentraron casi exclusivamente en los fútiles esfuerzos de nuestro primer ministro en persuadir a los jefes de estado de aprobar su programa de realineamiento.

Es una desgracia que, hasta recientemente, el gobierno de Israel haya subestimado el misil Kassam como un proyectil primitivo de rango limitado y baja precisión. Al hacerlo, implícitamente nos condicionaba a acostumbrarnos a estos ataques.

La cifra de bajas desde la desconexión ha sido milagrosamente baja. Pero no obstante es obsceno retrasar medidas de remedio más drásticas para el inevitable desastre de un misil que caiga en una escuela, cine, o instalación importante de infraestructura. La opinión pública internacional es tremendamente importante, pero nunca debe quedar por encima de la pérdida potencial de vidas de inocentes civiles.

Si el status quo se mantiene, comunidades como Sderot se transformarán en ciudades fantasma. Además, los misiles primitivos actuales están siendo actualizados ya a modelos más avanzados; y los iraníes han estado inundando Gaza de misiles más sofisticados, incluyendo Katyushas, que permitirán puntería más precisa y recorrerán mayores distancias, amenazando a nuestras principales ciudades.
EN CUALQUIER PAÍS normal, los lanzamientos de misiles contra centros de población civil automáticamente representan una declaración de guerra. Cuanto más retrasemos un remedio duro, más acostumbrarán los palestinos a la comunidad internacional a aceptar los ataques con misiles contra civiles israelíes como rutinarios. Contar el tiempo hasta el desastre nos fuerza a un futuro aún más difícil de confrontación con la comunidad internacional.

Fuimos testigos en los últimos días de civiles palestinos asesinados, presuntamente por un proyectil errante de nuestra artillería. El ejército demostró de manera concluyente que Israel no era responsable y que, con total probabilidad, las bajas palestinas se originaban de los explosivos que entran en Gaza tras la retirada israelí.

Pero a pesar de esto, aparte de los americanos, las condenas parciales estándar fluían por todo el mundo. En lo que puede describirse como un ejemplo clásico de doble lenguaje Orwelliano, Kofi Annán tenía las narices de condenar a Israel por violar el derecho internacional al "apuntar a civiles". Con hipocresía gala, los franceses condenaban la respuesta "desproporcionada" de los israelíes. Los rusos, cuyas iluminadas respuestas al terrorismo checheno son bien conocidas, también acusaron la respuesta "desproporcionada".

Nadie del coro internacional del sufrimiento humano ha expresado ultraje moral porque los palestinos lancen misiles contra civiles israelíes. En lugar de eso, hablan de "ciclos de violencia", implicando equivalencia moral sin distinguir entre los que apuntan a mujeres y niños inocentes y los que intentan defenderse.

Nadie destacó los esfuerzos extraordinarios del ejército por minimizar las bajas civiles, en contraste con el bando palestino, que apunta a los civiles deliberadamente.

Muchos soldados israelíes han muerto a causa de que el ejército opta en consecuencia por no emplear su potencia de fuego superior a causa de la preocupación por los civiles. Ninguno de los críticos de Israel observaba que la enorme mayoría de los israelíes están genuinamente contrariados cuando palestinos inocentes son perjudicados de manera advertida; mientras que la calle palestina estalla invariablemente en celebraciones callejeras espontáneas cada vez que un criminal terrorista hiere y mata civiles israelíes.

ES HORA DE LLAMAR a las cosas por su nombre. Ningún estado soberano del mundo toleraría de manera concebible que un vecino, cuyos líderes rechazan actuar contra los terroristas que operan dentro de su jurisdicción, lanzase misiles contra su población civil. Ahora - al contrario que sus predecesores de la AP - los líderes de Hamas ni siquiera se esfuerzan por ocultar lo que piensan: proclaman orgullosamente su intención de lanzar ataques para matar a nuestros civiles y destruirnos.

Dejando a un lado los eficaces ataques selectivos que por lo demás se limitan a los líderes de Hamas, nuestro gobierno exacerbó la situación decretando amenazas que nunca fueron implementadas. En su lugar, edificios vacíos y campos yermos fueron bombardeados - respuestas "punitivas" que los terroristas se tomaron como una broma.

El Ministro de Defensa Amir Peretz, tras ser presa del pánico y detener todos los bombardeos de artillería, ha advertido ahora explícitamente a los palestinos que afrontan la devastación a menos que pongan orden en los ataques de Kassams. Si sus advertencias no son implementadas, lo que queda de nuestra nimia capacidad disuasoria se evaporará por completo.

HACE TIEMPO QUE ha llegado el momento de que el gobierno israelí tome medidas. Ehud Olmert tiene que decir al mundo claramente que Israel continuará haciendo todos sus esfuerzos por minimizar las bajas civiles. Pero tiene que anunciar que si los terroristas continúan despreciando unánimemente las vidas de sus conciudadanos explotándolos como escudos humanos - almacenando armas en hospitales y escuelas, y operando desde zonas densamente pobladas - ellos son los responsables de la escalada en las bajas civiles.

Nos damos cuenta de que cuando actuamos, el mundo no simpatiza porque sintonizan sus aparatos de televisión y ven el horror y la devastación que la guerra inflinge a todo el mundo. Sin embargo, nuestros portavoces tienen que dejar de disculparse, y dirigir la culpa de cualquier baja civil a aquellos que se regocijan en los actos de terror, y denunciar y exponer los dobles raseros de hipocresía de nuestros críticos.

Como judíos nos enorgullecemos de ser un pueblo compasivo genuinamente entristecido por el sufrimiento de civiles no combatientes. Pero si los palestinos continúan de esta manera, debe alcanzarse un punto en el que Israel está obligado a suspender sus restantes vínculos con ellos.

Esperar que continuemos proporcionando agua y electricidad a vecinos que proclaman que su objetivo es destruirnos y que hacen llover misiles sobre nuestros civiles, es barroco. Como medida preliminar en esta dirección, Olmert debería informar a los palestinos que de ahora en adelante, cada vez que un misil Kassam o cualquier otro misil sea lanzado contra civiles israelíes, cortaremos la electricidad y el agua de Gaza durante 3 horas. Ciertamente eso será más eficaz que bombardear campos y edificios vacíos.

A menos que nuestra preocupación por lo sagrado de la vida humana tenga pensado excluir a nuestro propio pueblo, el tiempo de dar la talla con guantes de algodón ha pasado.


Jerusalem Post y El Reloj.com

Julio 2006 / Tamuz 5766
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