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PASITO A PASO
Por Diana Wang
diana@dianawang.net
FUE DEROGADA LA DIRECTIVA QUE IMPEDÍA EL INGRESO DE JUDÍOS A LA ARGENTINA Y APROBADA LA RESTITUCIÓN DE LA IDENTIDAD

“Gardel no sólo no canta mejor sino que hace 70 años que ya no canta, Evita seguro que ya no volverá, tampoco hemos recibido a todos los hombres del mundo que querían habitar el suelo argentino” dice Uki Goñi en su empeño por derribar algunas falsas verdades, retóricas huecas que constituyen parte de nuestro “ser nacional”.

La Circular 11 prohibía a los embajadores y cónsules otorgar visas a inmigrantes indeseables, -se entendía “judíos” por el contexto (ver www.ukinet.com). Emitida en julio del 38, acaba de ser derogada el 8 de junio pasado en un acto inédito de reconocimiento del gobierno de una falta del pasado. Hace diez años Jacques Chirac pedía perdón por la responsabilidad del gobierno francés con la política nazi durante la ocupación de Francia. Hoy nuestras autoridades hicieron lo propio acerca de estas decisiones de 67 años atrás y pidieron disculpas a todos los argentinos. Nuestro país, que acogió y prohijó a los jerarcas nazis, envió a la muerte a muchas de sus víctimas al no brindarles asilo y no admitirlas libremente una vez finalizada la guerra. Algunos embajadores obedecieron la orden pero otros aprovecharon de la veta económica determinada por la desesperación de los que buscaban huir y se enriquecieron “gestionando” visas a judíos.
La derogación de la Circular 11 tuvo ya un efecto pragmático significativo. Sólo un mes después, desde el 7 de julio pasado, todos los judíos que ingresamos a la Argentina y que hubimos de mentir sobre nuestra condición judía, tenemos el derecho a la restitución de nuestra identidad en los registros migratorios, sin el abono del arancel correspondiente. Nos lo debían.

La Circular 11. Secreta, vergonzosa, era sin embargo vox populi entre todos los refugiados que buscaban asilo en la Argentina. Se sabía que si algún funcionario consular preguntaba la religión, lo que no había que decir era “judío”. Uki Goñi creció escuchando estas cosas que se convirtieron en un secreto familiar. Su abuelo se enorgullecía de no haber cedido a ningún soborno en su embajada de La Paz en obediencia a las órdenes recibidas del gobierno y criticaba a otros diplomáticos venales que no fueron tan respetuosos de la ley. Una pregunta popular entre los cónsules era “¿a cuánto está hoy la visa de un judío?”. Para Goñi era casi una cuestión personal el encuentro de algún documento que probara lo que había escuchado en su casa. Ello sucedió finalmente en 1998 cuando la Lic. Beatriz Gurevich, miembro entonces de la CEANA, descubrió la Circular en la legación de Estocolmo. Allí comenzó este camino. Después de idas y vueltas varias y promesas de derogación, de algunos conflictos y callejones sin salida, casi en soledad y en silencio, Goñi hace pública el pasado abril una carta al Canciller Rafael Bielsa reclamándole la prometida derogación. Con la colaboración en este último tramo de la Fundación Raoul Wallenberg y con el apoyo de Generaciones de la Shoá en Argentina, la necesaria derogación fue efectiva. Con el Presidente de la Nación Néstor Kirschner y el Ministro del Interior Aníbal Fernández como testigos presenciales, escuchamos de boca del Ministro de RREE el reconocimiento de aquella complicidad del pasado con una de las causas más abyectas de la humanidad, el nazismo. Parecía natural que la condición de judío nos ubicara en una categoría de secundariedad sin opción a ciertos barrios, posiciones, clubes, organizaciones, y que ello sucediera sin que se le moviera un pelo a los retóricos de la libertad y la igualdad de derechos y oportunidades. Este reconocimiento del gobierno argentino de la limitación al ingreso de los judíos, las disculpas y la derogación de la infamante directiva, ha sido un paso trascendental en nuestra vida de argentinos judíos. Claro que el sentimiento de sospecha frente a los judíos no cambiará de la noche a la mañana. Los prejuicios tienen raíces profundas que requieren de generaciones para modificarse, pero este acto de gobierno es un paso hacia ello. Llama la atención el silencio de los medios y las instituciones sobre este acontecimiento, lo que impide su debida difusión y conocimiento. No parecen haber advertido su potencia y profundo valor para revisar los prejuicios más acendrados y más invisibles, su inherente fertilidad educativa. Pareciera ser un tema de judíos y cuando se trata de judíos, ya se sabe. Sin embargo, no se trata sólo de judíos. Se trata de valores relativos a la democracia, a la libertad, a la humanidad.

La rectificación de datos. Si bien conocía la existencia de la Circular 11 porque fue publicada en su libro “La auténtica Odessa” recién la carta de Goñi al canciller me impulsó a la acción. El reclamo me tocó profundamente y lo hice propio. De hecho lo era. Tenía la información de que en algún lugar estaba inscripta como católica. Lo sabía pero nunca me había detenido en ello, lo había tomado como “natural” del mismo modo en que parecía “natural” ser ciudadana de segunda clase a causa de mi condición judía. Siempre fue así. ¿A quién se le ocurre que se pueda cambiar? A Goñi se le ocurrió. Probablemente porque no es judío. Probablemente porque vivió largos años fuera de la Argentina y lo atraviesan otras retóricas o cosmovisiones. Lo cierto es que, presa de fervor reivindicatorio, me fui a Migraciones a solicitar se me anule el “católica” y se me inscriba como “judía”. Sabía que los nazis ingresados con datos falsos habían logrado sus rectificaciones fácilmente. Tanto ellos como nosotros nos vimos obligados a mentir. Ellos por criminales. Nosotros porque la Circular 11 prohibiría nuestro ingreso. A ellos se les habían rectificado. A nosotros todavía no. Cuando lo solicité, me dijeron que nunca nadie lo había pedido con anterioridad. Tanto es así que los funcionarios (desde el Jefe del Archivo hasta el Director de Migraciones) desconocían la existencia de la prohibición.
La respuesta fue que se podía hacer la rectificación y que el arancel era de 200$. Consideré no sólo no correspondía el pago de ningún arancel sino que era preciso un claro pedido de disculpas puesto que nuestra mentira había sido forzada por la directiva criminal no por un error o una mala intención. “Para eximirla del pago, es preciso una orden del Ministerio del Interior” me contestaron. Fui con mi inquietud al ministro Aníbal Fernández. Entendió en pocos segundos de qué se trataba, coincidió en la justicia del pedido y me aseguró que se haría cargo de ello. Confieso que no le creí, pero, a cuatro semanas de esa conversación, el pasado 7 de julio, el director de Migraciones, Dr. Ricardo Rodríguez, me informó que el expediente abierto con el número 3729/05 caratulado como “Wang, Diana s/solicitud” fue sido aprobado. Que, dado que mi caso era el primero, sería tomado como leading case y a él se adscribirían todas las solicitudes que vinieran y que, por supuesto, serían aprobadas inmediatamente. Ahora todos los que quieran pueden inscribirse como judíos en los registros migratorios, por derecho propio.
Los hechos del pasado no se pueden cambiar, pero estos gestos simbólicos, son pasos trascendentales en el camino de recuperación de valores que nos sustentan como sociedad y de nuestra dignidad humana.

Diana Wang
Presidenta de Generaciones de la Shoá en Argentina


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Julio de 2005
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