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A 95 años de su nacimiento y 25 de su fallecimiento:
Rita Hayworth
La infancia perdida
Bajo el nombre de Margarita Carmen Cansino, nació en Nueva York, un 17 de octubre de 1918 la famosa actriz que pasaría a la historia como Rita Hayworth.
Fue una de las estrellas del séptimo arte más emblemáticas de la época dorada del cine estadounidense. Además de ser poseedora de grandes cualidades actorales, ha sido un indiscutible símbolo sexual de la década de 1940.
Hija del bailarín Eduardo Cansino, natural de Castilleja de la Cuesta (provincia de Sevilla, en España), y de Volga Hayworth, una bailarina de origen irlandés e inglés.
Su padre era pariente del escritor Rafael Cansinos Assens, quien descubrió y admiró sus profundos orígenes judíos sefardíes.
Rita aprendió a bailar a los cuatro años y a los seis debutó profesionalmente, ayudada por un físico de “señorita” y se convirtió en pareja del padre con quien empezó su carrera como bailarina con su nombre real.
Bajo el nombre “Los Dancing Casino” fueron a Tijuana en la frontera con México.
Ya por aquel entonces sobre el escenario Margarita era una explosión de alegría y sensualidad, pero fuera de él era tímida.
Debido a que se iban de gira en gira casi no pudo asistir a la escuela y no tuvo amigas. Pero lo más terrible era que la pequeña era abusada sexualmente por su padre, así como también golpeada.
Los inicios
El destino o el azar hizo que un buscavidas, Eddie Judson, diciendo que tenía inversores petroleros, la viera y se acercara a la familia Cansinos. Podemos pensar que frente a aquel hombre mucho mayor que ella, poderoso y protector, ella creía que sería su camino a la independencia de su padre.
Cuatro años después de que él se convirtiera en su agente, se fugaron para casarse. La hizo adelgazar, le enseñó a posar, vestirse, maquillarse, responder a los periodistas; le hizo además hacerse un doloroso tratamiento de electrólisis, que le quemaba las raíces del pelo que le tapaban la frente. Después de todo esto, Margarita Cansinos, lucía como Rita Hayworth.
Llegó a Hollywood en 1933 como miembro del “Spanish Ballet” y pudo empezar a filmar gracias a la ayuda del eximio compositor José Iturbi y a las influencias del diplomático español en Estados Unidos, Lázaro Bartolomé y López de Queralt quienes habían sido impactados por sus dones.
Desde 1935 comenzó a participar como actriz en papeles secundarios, realizando muchas películas en las cuales, sobre todo, se destacó por sus dotes para la danza y por su elegante aspecto.
De esta etapa se destaca la película “Charlie Chan en Egipto” (1937), de Louis King, película perteneciente a la saga dedicada a la historia de un célebre detective oriental; en ella, Rita trabajó junto a Warner Oland, que encarnaba a Chan.
Fue su marido, quien por aquel entonces Edward Judson, quien la lanzó al estrellato. Judson le consiguió un contrato con Columbia Pictures, productora que necesitaba de estrellas importantes y a quien la actriz acabaría colocando entre las primeras compañías cinematográficas, reportándole a la empresa, millonarios ingresos, sólo con su presencia.
«Rita Hayworth es la Columbia», dijo alguna vez Frank Sinatra.
Para entonces, Harry Cohn, magnate de la productora, se enamoró de ella. La presión y las disputas por este motivo, entre la actriz y el productor, darían mucho que hablar entre los profesionales de la industria. Él estuvo toda la vida obsesionado con ella, quien no respondió nunca a sus requerimientos amorosos.
Su primer papel importante fue como actriz secundaria en la película: “Sólo los ángeles tienen alas” (1939), de Howard Hawks, este largometraje fue el que hizo que la crítica cinematográfica se empezara a fijar en ella.
Rita poseía una personalidad tímida y bondadosa, que contrastaba con su fuerza y enorme impacto en la pantalla; en este film, compartió cartel con Cary Grant, Jean Arthur y Thomas Mitchell.
Luego rodó una comedia junto a Brian Aherne: “Una dama en cuestión” (1940), de Charles Vidor.
Rita ingresó triunfante en la Twenty Century Fox, compañía que años atrás la había rechazado, reclamada por el director Rouben Mamoulian, para interpretar a “Doña Sol” en la superproducción basada en la novela de Vicente Blasco Ibáñez, “Sangre y arena” (1941), junto a Tyrone Power y Linda Darnell. Esta película significó su lanzamiento como ícono del sex symbol indiscutible durante toda una década. Su carrera la convirtió en una de las grandes estrellas de su época y en la actriz mejor paga del cine.
Luego intervino en dos comedias musicales de amplio eco popular, junto a Fred Astaire: “Desde aquel beso” (1941), de Sidney Lamfield, y “Bailando nace el amor” (1942), de William A. Seiter. Estos éxitos y su talento la llevaron a protagonizar un musical ya clásico, “Las modelos” (1944), de Charles Vidor, junto a Gene Kelly y Phil Silvers, filme innovador en su época, al trasladar los números de baile de salón a ambientaciones callejeras.
En esa época rodó también “The Strawberry Blonde “ (La frutilla rubia - 1941), de Raoul Walsh, junto a James Cagney y Olivia de Havilland; “Mi mujer favorita” (1942), de Irving Cummingsuna, cinta de corte biográfico junto a Víctor Mature y Carole Landis; y “Esta noche y todas las noches” (1945), de Victor Saville, un musical que fluctúa entre la comedia y el drama de tono menor, junto a Lee Bowman y Janet Blair.
La suerte profesional parece ir en racha, y en 1947 rueda junto a su marido, el director Orson Welles, un filme que por aquel entonces no fue bien recibido, pero que resultó de enorme trascendencia: “La dama de Shanghai”.
Algunos han sostenido que la película no tuvo mucho éxito comercial porque Welles le cortó el pelo, la tiñó de rubio platino, le dio un papel de arpía y la mató al final de la película, cosa que no gustó mucho a su público. Sin embargo, forma parte de la mitología del cine por su narrativa, estilística y ritmo, y Rita Hayworth declaró años después que «sabía que estábamos haciendo un clásico mientras la rodábamos».
Gilda: El film polémico
No obstante su ya lograda fama, su imagen como mito sensual se consolidó con “Gilda” (1946), de Charles Vidor. Una de las grandes películas polémicas del cine negro, en la que Rita protagoniza dos escenas ya míticas: una sugerente interpretación musical de "Put the blame on me", con un striptease tan explosivo como breve (se quita un guante), y una bofetada. Estas imágenes fueron consideradas demasiado atrevidas en algunos países, que censuraron el filme, que a pesar de ello consiguió récords de taquilla en todo el mundo. La bofetada se convertiría en la más famosa de la historia del cine estadounidense y le fue propinada a Rita por su pareja en el film, Glenn Ford, en respuesta a la que ella le había dado a él momentos antes.
La película fue un escándalo, y en países como España fue considerada "gravemente peligrosa" por la Iglesia Católica, debido a la famosa escena musical donde se quita un guante. Esta película la hizo inmensamente famosa.
Rita se resistió por mucho tiempo a filmar el guión de Gilda. Lo hizo luego de su divorcio con el gran director de cine Orson Wells.
El momento de fama internacional coincide con una de sus crisis matrimonial con Orson Welles, y ella declaró a la prensa una frase que se haría célebre: «Todos los hombres que conozco se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo».
La pareja se había enamorado profundamente, fruto del matrimonio nació Rebecca su primera hija. Pero la inserción de Wells en la política los alejó irremediablemente. Y arribó nuevamente el divorcio.
El furor que causó Gilda en el público, se tradujo en que los soldados para los que actuaba la eligieran para que su imagen fuera pintada en una bomba atómica de prueba que los Estados Unidos tiraron en las Islas Bikini. Aún si profundamente patriótica, Rita era pacifista y este hecho la enojó tanto, que terminó enterrando una copia de Gilda en la Cordillera de los Andes.
En una fiesta en Cannes conoce al príncipe Alí Khan. Al poco tiempo se casan y tienen una hija, Yasmin. Cansada y aburrida de que su esposo no abandonara su adicción a las mujeres, Rita tomó un tren a Madrid y luego un barco de regreso a Nueva York donde dijo a una multitud de periodistas “volví porque tenía ganas de comer una hamburguesa”.
El último matrimonio frustrado
Se casó por cuarta vez con Dick Haymes un cantante argentino con una carrera en decadencia y abrumado por deudas impagables. Una golpiza que sufrió Rita de su parte, fue el fin del desdichado matrimonio.
Toda su fortuna se había esfumado cubriendo las deudas de él. Ella tenía 36 años, su carrera estaba en declive y se había convertido en una alcohólica.
Hubo un quinto matrimonio y un consecuente divorcio, sobre el cual Rita diría: “Cinco matrimonios, cinco errores”.
Otros títulos destacados de su filmografía son “Los amores de Carmen” (1948) y “La dama de Trinidad” (1952), que no lograron reeditar el éxito de “Gilda”, pese a repetir pareja protagonista con Glenn Ford (para el escritor y cinéfilo Terenci Moix, Rita fue la mejor 'Carmen' del cine); “Salomé” (1953), de William Dieterle, recreando la historia bíblica, junto a Stewart Granger y Charles Laughton; “La bella del Pacífico” (1953), de Curtis Bernhardt, nueva versión de un clásico de William Somerset Maugham ya adaptado para el cine en la década de 1920; “Pal Joey” (1957), que fue su último musical, rotundo triunfo de la actriz en su madurez física e interpretativa, que incluye un número que ha pasado a la historia del género; “Fuego escondido” (1957), de Robert Parrish, junto a Robert Mitchum y Jack Lemmon; y “Mesas separadas” (1958), de Delbert Mann, junto a Burt Lancaster, Deborah Kerr,Wendy Hiller y David Niven.
Rita nunca fue nominada a los premios Oscar, pero asistió a la 36ª ceremonia de dichos premios, para entregar el premio a la mejor dirección en 1964, antes de que en esa década empezara a tener problemas de memoria.
Durante la década de 1960 y principios de la de 1970 trabajó en producciones modestas, y en algunas coproducciones europeas, mostrando su declive físico e intelectual, ya que comenzaba a mostrar síntomas de la enfermedad de Alzheimer, que le impedía memorizar bien los guiones.
En este ínterin se retiró a Argentina unos años, más específicamente a la ciudad de Puerto Madryn, la cual le había sido recomendada por el aire marítimo y el clima patagónico. Éste se consideraba en aquellas épocas beneficioso para detener el avance de la enfermedad mental que la acosaba.
De esta última etapa destacan tres títulos: “El fabuloso mundo del circo” (1964) de Henry Hathaway, junto a John Wayne y Claudia Cardinale; “El aventurero” (1967), de Terence Young, junto a Anthony Quinn; y “La ira de Dios” (1972), de Ralph Nelson, que fue su última interpretación en la gran pantalla.
A los cincuenta años empezó a enfermar de alzheimer. Algo que, al no estar diagnosticado por aquel entonces, se confundió con el alcoholismo. En 1976 visitó la Argentina, ya era palpable el deterioro del Alzheimer que finalmente la llevó a la muerte en 1987. Falleció a los 68 años. Está hoy enterrada en el Cementerio de Holy Cross (California).
Rita Hayworth cayó en un semicoma en febrero de 1987. Murió unos meses más tarde, el 14 de mayo de en su apartamento de Manhattan. Un servicio fúnebre para Hayworth se llevó a cabo el 19 de mayo de 1987, en la Iglesia del Buen Pastor, en Beverly Hills. Entre los portadores del féretro estaban los actores Ricardo Montalbán, Glenn Ford, Don Ameche y coreógrafo Hermes Pan.
Está considerada una de las estrellas indiscutibles del cine. Una mujer de mucha belleza e instinto para la interpretación, con una personalidad y una profundidad que trascendió su trabajo y que, como afirmó el director George Cukor, consiguió que sus admiradores se interesasen por la persona, más que por sus personajes.


Febrero 2013 / Adar - Nisan 5773
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