Según la sabiduría judía, cada año, a medida
de que éste se va aproximando a su fin,
entonces comienza a agotarse la energía Dvina
asignada al Universo de lo ya Creado.
Cuando nos introducimos en estos misteriosos
días, las almas más espiritualmente sensibles
pueden realmente sentir la “retirada” de esta
energía del mundo, dejando tras de sí sólo un
vestigio de la pujante fuerza original. Y tal como
cualquier otra fuerza del Universo, que tiene
dentro de él un tiempo de acción limitado, cada
fin de año cuenta apenas con la suficiente energía
para sostener al mundo. Pero es así que
durante Rosh Ha’Shaná, y específicamente en
el momento en que hacemos sonar el shofar,
Di-s le asigna al mundo, nuevamente, una cantidad
exacta de energía cósmica para el próximo
año, y solamente para ese año. No más, ni
menos.
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