Guesharim


Guesharim - Puentes

B''H

Holam haba
El camino de la trascendencia

Todo el pueblo de Israel tiene parte en el mundo venidero,
según se ha dicho: “Y Tu pueblo, todos ellos serán justos para
siempre y heredarán la tierra”...
Pirke Avot- Mishná introductoria

En los meses que median entre Pesaj y Rosh Hashaná, cuando en cada
Shabat se recita un capítulo de Pirké Avot (hacia el final, dos capítulos) este
pasaje de la Mishná (parte del Tratado Sanhedrín X, 1) es utilizado siempre
como prefacio. Quizá el mismo intente servir de estímulo para el principiante que se dedica a este estudio por primera vez. Algunas de las enseñanzas
serán, quizá, excesivamente profundas para él. Otras plantearán requerimientos
difíciles y exigentes. La persona de escasa erudición oirá términos extraños
y tremendas recomendaciones. Aturdido al principio, el principiante podría
retirarse con un sentimiento de inferioridad, convencido de que no puede pertenecer al mundo del estudio de la Torá ni merecer, por ende, sus grandes recompensas.
En consecuencia, esta Mishná comienza con una expresión de seguridad: “Todo el pueblo de Israel tiene una parte en el mundo venidero”; éste les pertenece a todos. Existe una vía de comunicación directa entre el judío y su Creador. Si aquél manifiesta una mente receptiva y un corazón sincero,
se produce entonces una comunicación y emprenderá su viaje hacia
las verdades eternas que aseguran la vida en el más allá.
En otras muchas creencias, la persona común necesita intermediarios o
clérigos para alcanzar al Todopoderoso y merecer Su ayuda. El judío, en
cambio, no necesita intermediarios ni se ve reducido a transitar por canales
aprobados. Va a la sinagoga o reza en su hogar, y su plegaria sincera se elevará
directamente hasta el Cielo. Él es el hijo, y el Señor es su padre, pero,
¿es necesario que un hijo concrete una cita para hablar con su propio padre, y
únicamente en un lugar específico y formal?
Si bien es cierto que nosotros tenemos rabinos, ellos son, en primer lugar,
maestros y guías de la ley y la vida judías. En ningún sentido puede un rabino
ser considerado como intermediario entre el pueblo y su Padre Celestial.
No existe función religiosa alguna, aunque normalmente sea realizada por un
rabino, que no pueda, según la ley judía, ser cumplida también por un lego
ilustrado.

La oración del pastor
Hay un relato popular según el cual en la noche de Iom Kipur, durante el cual se recita el Kol Nidré, un joven pastor entró en la sinagoga de Rabí Israel Salanter, donde, como era de esperar, encontró a toda la congregación inmersa
en ferviente plegaria. El joven miró a su alrededor, se sintió avergonzado y también desdichado, pues desconocía completamente el ritual hebreo. Sin embargo, sintió un profundo impulso de orar. Entonces murmuró: “Amado Señor,
todo lo que conozco es el alfabeto hebreo, y nada más. Lo recitaré muchas veces y Tú toma las letras y forma palabras con ellas; palabras de las oraciones que yo debería elevar hacia Ti esta noche”. Y comenzó muy seriamente a recitar el
alfabeto hebreo: alef, bet, guimal, etc. Algunos de los presentes advirtieron esto y sonrieron con una ironía que disgustó al rabí, quien replicó:
“Ojalá que todas las plegarias sean aceptadas por el Todopoderoso como lo será, de seguro, la de este pastor. Esto es todo lo que él sabe y lo está recitando con todo su corazón y toda su alma. El Señor conoce el corazón de cada ser humano y la hallará, seguramente, aceptable”.

Todo el pueblo de Israel tiene parte en el mundo venidero
En los capítulos del Tratado Sanhedrín que precede a este pasaje, la Mishná establece las leyes de la pena capital (aunque la ejecución por un delito capital está prevista en las Sagradas Escrituras y el Talmud analiza detalladamente las leyes de tal ejecución, en la práctica raramente se dictaba sentencia de muerte.
De hecho, un Bet Din o tribunal de justicia judío, que hizo ejecutar
sólo a una persona en setenta años, fue considerado “un tribunal destructivo”. Los sabios invocaban muchos argumentos y consideraban todas las circunstancias atenuantes para salvar la vida de una persona que debía enfrentarse a una sentencia de muerte).
Luego de ocuparse de las leyes de la pena capital, la Mishná nos asegura que “todo el pueblo de Israel tiene una parte en el mundo venidero”. La deducción es que, aun aquellos que son ejecutados por sentencia de un Bet Din, también ellos continuarán viviendo en el más allá.
No obstante, directamente a continuación de este mismo pasaje que sirve como introducción a los capítulos de Avot, esta Mishná enumera algunas excepciones: una de ellas se refiere a la de la persona que no cree que la Torá nos enseñe sobre los muertos que serán resucitados; y la otra, es la del ateo declarado, que niega la existencia del Todopoderoso.
Pero surge entonces una pregunta urticante: ¿por qué la tradición judía es tan generosa e indulgente con aquellos que merecen la pena de muerte, y tan rigurosa e inflexible con el ateo y la persona que niega algún principio de la Torá? La respuesta es que, según el penetrante punto de vista del
judaísmo, el hombre que peca comprometiéndose en falsas creencias,
es infinitamente peor que aquél que comete un acto físico incorrecto. En el seno de una sociedad, el daño físico que pueda hacer una persona es limitado. Puede cometer cierta cantidad de robos, asaltos y asesinatos. En cambio, el veneno intelectual y moral puede difundirse por todo el mundo e incluso infiltrarse en muchas generaciones posteriores.
Por ejemplo, existe un folleto titulado Los Protocolos de los
Sabios de Sión, una falsificación antisemita basada en una fantasía
francesa, que demuestra, supuestamente, la existencia de
una conspiración internacional judía para lograr la dominación del
mundo. Las diabólicas falsedades contenidas en este libro nos causaron
más daño y destrucción que muchos actos físicos. Si se trata de alguien
que inyecta veneno intelectual, es decir, un falso pensamiento que se
difunde ampliamente, como por ejemplo la “firme convicción” de que -conforme
a la Torá- los muertos no son devueltos a la vida en el mundo venidero,
o quizá la “prueba absoluta” de que no existe un Creador todopoderoso,
el judaísmo lo considera con tal recelo y aborrecimiento, que no le concede
participación alguna en el mundo venidero. Después de todo, con su
prédica y sus enseñanzas corruptoras, destruye la capacidad de otros de
acceder a la vida en el más allá. Por lo tanto, merece un castigo equivalente
a su pecado.

El mundo venidero
En nuestro texto hebreo, el término utilizado no es baolam habá, “en
el mundo venidero”, sino laolam habá, “hacia el mundo venidero”. En forma
similar, cuando una persona sale de viaje, no le deseamos lej beshalom,
“vé en paz”, sino lej leshalom, “vé hacia la paz”. Hay una razón para esto:
mientras una persona está viva, no ha alcanzado aún la paz; sólo puede
obrar continuamente con vistas a lograr ese estado bendito y puede esforzarse
por la paz y aspirar a ella.
Igualmente, nadie puede decir que ya se ha asegurado el olam habá, la vida
en el mundo venidero. Debemos esforzarnos constantemente y trabajar
para merecerlo. Incluso, si una persona llegase a estar segura de que a
partir de un momento dado ha alcanzado el olam habá, puede perderlo al
día siguiente. Recordemos el trágico caso de lojanán, el Cohen Gadol
(Sumo Sacerdote): durante cuarenta años desempeñó fielmente ese cargo
en el Templo Sagrado y finalmente se convirtió en saduceo. En las palabras
del poeta: “La esperanza brota eterna en el pecho humano; el hombre nunca
es, sino que siempre será bendecido”.
Por ello debe esforzarse constantemente para obtener su lugar en el mundo venidero, porque precisamente alcanzamos aquello a lo cual aspiramos.

El grado de participación
No obstante ello, en ningún lugar de esta mishná se menciona el grado
de participación que tiene cada judío en el mundo venidero. No necesitas
ocuparte de negocios inmobiliarios para saber que las parcelas de tierra
difieren en su superficie. Un hombre puede tener un lote que mide veinte
por cien pies; otro puede poseer un área de cien por cien. Además, un terreno
puede llegar a obtenerse de varias formas: se puede comprar un lote;
se lo puede recibir como obsequio, o podría ser heredado como propiedad
familiar. En el mundo venidero, sin embargo, la medida de tu lote dependerá
solamente de lo que hayas sido capaz de crear con tus propias acciones
en el curso de tu vida. Sólo tú eres responsable por tu futuro y nadie puede
arreglarlo por ti. Para mejor o peor, tu parte en el mundo venidero dependerá,
finalmente, de tu crecimiento espiritual y moral y de tus logros en estos
terrenos.
Pero entonces podríamos preguntarnos: ¿qué acciones o virtudes específicas y cuánto de ellas necesitamos para merecer una parte del mundo venidero?
La respuesta es conocida sólo por el Todopoderoso. La salvación
para el judío no es algo que pueda ganar en forma automática realizando mecánicamente una cantidad determinada de acciones.
Esto puede requerir cualquier cantidad de combinaciones de actos apropiados
efectuados, y con las debidas actitudes e intenciones. Maimónides enseña
que incluso una persona puede ganar su lugar en el mundo venidero, si
realiza tan sólo una mitzvá en el momento preciso, con una comprensión
y motivación profunda, y todo ello complementado por determinados actos de
entrega. De aquí la enseñanza: “Hay quienes ganan su mundo en un instante”.
Las leyes de Noaj

Más aún, el judaísmo enseña que las exigencias para tener parte en el
mundo venidero no son las mismas para todos los pueblos. Nuestros sabios
enseñan (y RaMBaM reitera) que la gente piadosa y recta de las demás
naciones participará igualmente en el mundo venidero. Los múltiples preceptos
de la Torá son obligatorios sólo para los nacidos judíos o los que voluntariamente eligen compartir el destino de Israel por medio de la conversión. En cambio, los no judíos sólo están obligados a obedecer las siete leyes de Noaj, las que prohíben la idolatría, el asesinato y el robo, y ordenan una moralidad socialmente fundante. En suma, el no judío que viva conforme a
sus obligaciones como ser humano subordinado a D-s, entonces también tendrá una parte en el más allá.

Del libro Etica del Sinai
De Irving Bunim
Por Gentileza de Editorial Yehuda
Marzo de 2010 / Nisan del 5770  Año 9 Nº 33

Revista de historia y cultura judía. Publicada por A.I.S.A. Asociación Israelita Sefaradí Argentina

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