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Rab. Israel Meir Lau, presidente de Yad Vashem, ex gran rabino de Israel
“ESTAMOS CAMBIANDO NUESTROS VALORES POR UN PLATO DE LENTEJAS"
Rab Israel Meir Lau fue durante 10 años el Gran Rabino de Israel y actualmente cumple su vigésimo año como rabino principal de de Tel Aviv. A los 8 años de edad, fue la persona más joven liberada del campo de concentración Buchenwald (tal como lo relata en su autobiografía Fuera del Abismo) y actualmente es presidente de Yad Vashem, dedicado a preservar el recuerdo del Holocausto para las futuras generaciones.
AishLatino.com: Muchos jóvenes judíos se sienten desconectados de Israel y de su herencia judía. Siendo la 38 generación de una cadena ininterrumpida de rabinos, ¿cuál es su mensaje para esos jóvenes judíos?
Rav Lau: En atletismo existen las carreras de relevos. Uno corre 100 metros y le pasa el “testigo” al siguiente corredor. En la época de los macabeos lo que se pasaba no era un tubo, sino una antorcha. Para el pueblo judío, el fuego tiene mucho significado: la Torá es llamada “una ley de fuego” (Deut. 33:3) y de allí viene el nombre Aish HaTorá — el fuego de la Torá. El fuego da luz y calor. La antorcha de la tradición judía fue pasando de generación en generación durante aproximadamente 4000 años, desde la época de Abraham.
A una persona joven yo le diría: la antorcha ahora está en tus manos. Tú participas en la carrera de relevos de las generaciones. ¿Qué harás? ¿Extinguirás la llama o la transmitirás a la siguiente generación? Todas las generaciones previas han transmitido esta herencia, confiando en que también tú seguirías transmitiendo lo que has recibido. Mírate al espejo y pregúntate: ¿Es justo extinguir la llama? A mí no me debes nada, pero te debes una respuesta a ti mismo.
AishLatino.com: En Europa, el antisemitismo es peor de lo que ha sido en muchos años. Consideremos, por ejemplo, a un joven judío que vive en Francia, quien no habla hebreo y tiene en Francia a toda su familia, sus amigos y su carrera; sin embargo está preocupado por su futuro en ese país. ¿Qué podría convencerlo para que sienta que su futuro está en Israel?
Rav Lau: No es posible amar o valorar algo que no se conoce. Al igual que cuando se elige una persona para casarse, se deben formular muchas preguntas; observar profundamente los ojos de la otra persona, para entender la profundidad que hay en ellos. ¿Sientes o no una conexión?
Por lo tanto la respuesta es que hay que pasar tiempo en Israel. Viajar, conocer a la gente, visitar el Muro Occidental, estudiar la historia. Entonces se puede tomar una decisión.
Moshé ansió poder entrar a la Tierra de Israel, pero no tuvo el privilegio de cumplir con ese sueño. Nosotros tenemos la oportunidad de lograr lo que no pudo hacer Moshé. Tienes que entender el mandato de Dios a Abraham: Lej lejá — “ve a la tierra que te mostraré”. Tienes que entender por qué Itzjak fue cuidadoso de no poner nunca un pie fuera de Israel. Estudia la historia de las comunidades judías en Rusia, Iraq, incluso en Francia durante el Holocausto, y de tantas otras comunidades de la diáspora que sufrieron durante siglos. Israel tiene una cadena inquebrantable de asentamiento judío desde la época del Rey David. Tienes que entender tu conexión con eso.
AishLatino.com: Hoy en día en Israel hay tensión entre los judíos religiosos y los laicos. ¿Qué podemos hacer para mejorar la situación, para que las partes se acerquen?
Rav Lau: No hay una solución sencilla. Es un camino muy, muy largo. Para los judíos seculares, el principal problema es Shabat. Ellos dicen: “¿Por qué ustedes me tiene que decir que no puede haber autobuses ni trenes en Shabat? ¡Esto es coerción religiosa! Si quieren pueden ir a la sinagoga, ¡pero déjenme vivir!”.
Lamentablemente, la percepción de muchos judíos laicos es que Shabat se trata solamente de “todo lo que está prohibido”. Está prohibido encender un cigarrillo, está prohibido manejar. Está prohibida la electricidad, está prohibido cocinar, está prohibido escribir. Está prohibido usar el teléfono, lavar la ropa, mirar televisión o escuchar la radio. Está prohibido ir a nadar o ir de compras. ¡Prohibido, prohibido, prohibido!
El problema es que sólo oyen hablar sobre el lado restrictivo del Shabat, pero no sobre la belleza y el lado positivo. El encendido de las velas, dar la bienvenida al Shabat con el Lejá Dodí, recitar Kidush y la bella mesa de Shabat, entonar cánticos de Shabat. Ellos no entienden la profundidad y la sabiduría de la parashá semanal de la Torá.
Nadie puede aceptar el Shabat si nunca sintió su sabor. En primer lugar hay que experimentar el Shabat, luego se puede decidir si eso le habla más al corazón que ir a la playa o ir de compras. Tenemos otros seis días para hacer esas actividades.
Los dos aspectos del Shabat —positivo y negativo— fueron pronunciados en el Monte Sinaí en una sola declaración. En la Torá, el aspecto positivo (zajor) está escrito en el primer relato de los Diez Mandamientos (Éxodo 20:8), y el aspecto negativo (shamor) está en el segundo relato (Deut. 5:12). No es coincidencia que lo positivo aparezca primero. Pero un judío secular, observando desde afuera, sólo puede ver lo negativo.
En generaciones pasadas, los israelíes no religiosos por lo menos tenían abuelos que observaban un Shabat tradicional. En las vacaciones de verano, cuando iban a visitar a sus abuelos, veían que encendían las velas y probaban el cholent . Pero, desafortunadamente, en la actualidad esas oportunidades de experimentar el Shabat son más raras.
La solución está en nuestras manos. Tenemos que invitar a la gente a nuestros hogares, mostrarles la belleza de una mesa de Shabat. Podemos preguntar amablemente: “¿Qué puedes perder? No te cuesta nada. No duele. Ven una vez y prueba”. La simple invitación ya transmite el sentimiento de que te preocupas por el otro.
Hace algunos años, el Ministro del Interior de Israel, Guideón Saar (un judío no observante), estaba a punto de firmar una nueva ley permitiendo que en Tel Aviv los supermercados abrieran en Shabat. En las festividades de Shavuot y Rosh Hashaná, Guideón y su esposa estuvieron invitados en mi casa.
Le pedí que lo considerara. ¿Quiénes trabajan en el supermercado? ¿Quién acomoda los productos en las góndolas? ¿Quién es el cajero? ¿Quién es el guardia de seguridad en la puerta de entrada? ¿Quién limpia el piso? Son nuevos inmigrantes de Rusia y de Etiopía, y estudiantes universitarios que necesitan cubrir sus gastos. Durante toda la semana ellos trabajan como esclavos. Si ellos dicen: “Yo no trabajo en Shabat”, el supermercado les responderá: “entonces no te necesitamos”.
Mientras tanto, el dueño del supermercado está de vacaciones en Montecarlo. Él necesita que el supermercado esté abierto en Shabat porque precisa más dinero. No es suficiente con tener un avión privado; también necesita un yate privado. Por lo menos un día a la semana el “Pueblo del Libro” no debe ser definido como “el pueblo del comercio”.
Hay muchas razones para la observancia del Shabat a nivel estatal, tanto religiosas, sociales como nacionales. Como un testimonio de la creación, el Shabat es la base del monoteísmo. El Shabat conmemora el éxodo de Egipto, nuestra liberación de la esclavitud. El Shabat es el gran ecualizador entre las personas: allí no hay diferencias sociales, no hay “jefe y empleado”. El Shabat provee descanso para el cuerpo y elevación para el alma.
El primer intendente de Tel Aviv, Meir Dizengoff, determinó que todos los comercios y las atracciones debían permanecer cerradas durante el Shabat. Dizengoff era laico, pero él lo entendió y dijo: cualquiera que daña el Shabat, daña la unidad del pueblo judío.
En Israel, los niños van a la escuela seis días a la semana. Durante la semana, hay un tiempo limitado en el cual la familia puede sentarse a conversar, padres e hijos, marido y mujer. El único día libre es el Shabat. Este es un día para construir unidad familiar.
¿Pero qué ocurre si los padres están trabajando en el supermercado? El único día en que los niños no tienen clases, los padres están trabajando para llenar los bolsillos del dueño del comercio, en vez de compartir tiempo con sus hijos. ¿Acaso esto es justo? ¿Ese es el cumplimiento de nuestro sueño de regresar a nuestra Tierra patria después de 2000 años?
Como en el caso de Esav en la Biblia, no cambiemos nuestros valores más importantes por “un plato de lentejas”.
Esto fue lo que le dije a Guideón Saar. Y cuando llegó a su escritorio la autorización para abrir los supermercados en Shabat, él no la firmó.

Fuente . Aish Latino


Número 625
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