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Periódico Judío Independiente
La Noche de los Cristales Rotos bajo el prisma de la prensa mundial
Por Por Julián Schvindlerman Infobae
Cuando su familia fue deportada en 1938, el joven judío polaco exiliado en Paris HerschelGrynszpan decidió hacer algo al respecto. Tomó una pistola, se dirigió a la embajada alemana y disparó cinco veces contra el tercer secretario de la legación, Ernst vomRath, quien agonizó por las siguientes 48hs hasta su muerte. Ese mismo día, los nazis lanzaron un pogromo contra los judíos de Austria y Alemania; ostensiblemente en represalia, pero en rigor usado como pretexto para una campaña de violencia judeofóba que llevaban largo tiempo planificando.

Ciudadanos judíos, sus sinagogas y sus propiedades fueron atacados. La imagen de los millares de pedazos de vidrios que quedaron esparcidos le valieron un nombre a esa noche oscura: Kristallnacht, la “noche de los cristales rotos”. Junto con los vidrios fueron astilladas también vidas. Noventa y un judíos fueron asesinados y otros treinta mil fueron enviados a campos de concentración (la mayoría sería liberada en las semanas siguientes). El pogromo fue llevado a cabo en coincidencia con dos fechas nacionales relevantes: el Día de los Testigos de la Sangre que honraba a mártires nazis, y el aniversario del nacimiento de Martín Lutero; teólogo cristiano, reformador religioso y agitador antisemita del siglo XVI.Al finalizar la devastación, cien mil alemanes se reunieron en Nuremberg para festejar la ocasión. Dos días más tarde, los nazis impusieron una multa de mil millones de marcos a la comunidad judía para pagar los daños que ella misma padeció. Tres días después, los niños judíos fueron echados de las escuelas alemanas. Finalmente, los nazis determinaron la expulsión de los judíos de la economía, la sociedad y la cultura alemana.

¿Cómo cubrió la prensa internacional estos dramáticos acontecimientos? A analizar ello está dedicado un ensayo escrito por ChristophKreutzmüller y BjoernWeigel, contenido en un libro bilingüe (en alemán e inglés) de reciente publicación y distribución global por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Federal de Alemania. Con el título Desde el interior hacia el exterior: Los pogromosde noviembre de 1938 en los informes diplomáticos desde Alemania, la publicación documenta una exhibición presentada inicialmente en la Nueva Sinagoga de Berlín, ahora a disposición de una audiencia mundial.

Para 1938 ya era conocida la situación delicada de los judíos en Alemania, pero los hechos de esa noche marcaron un punto de inflexión en el destino de esa minoría. Los periodistas apostados en Berlín tenían otros temas sobre los que reportar aquella jornada: el vigésimo aniversario del fin de la Primera Guerra Mundial, la muerte de KemalAtatürk, el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a Pearl S. Buck y la promulgación de leyes antijudías en Italia. Aun así, dada la gravedad de las cosas, los informes de prensa fluyeron.

En las vísperas del pogromo, el Times de Londres advirtió que “los 400.000 judíos que todavía permanecen en el Tercer Reich esperan esta noche con miedo y ansiedad otro ataque sobre su raza”. Le Figaro reportó sobre próximas “reacciones alemanas violentas contra los judíos” a la vez que sugería que “los judíos en Alemania esperan lo peor”. La diferencia horaria permitió a los periódicos norteamericanos publicar la trágica primicia. Las ediciones vespertinas de los diarios europeos dieron eco a las noticias. Al día siguiente, la Kirstallnacht estaba en la primera plana de los periódicos de Estados Unidos.

Diarios de Asia recogieron la noticia a partir del 11 de noviembre, incluso diarios de Japón, una nación aliada a la Alemania nazi.AsahiShimbuny YomiuriShimbun, los dos más leídos en Tokio, informaron sobre las “manifestaciones antijudías en Alemania”. El primer reporte al respecto en China apareció en el ShenBao, en una cobertura que contenía una nota, acompañada de una foto de Hitler, que se preguntaba cuanto tiempo duraría su gobierno. En Indonesia (entonces una colonia holandesa conocida como Indias Orientales), el BataviaaschNieuwsbald reportó acerca de los “horribles pogromos a lo largo y ancho de Alemania”. La prensa europea estaba alarmada. En Holanda, el AlgemeenHandelsblad titulaba “Una de las páginas más oscuras en la historia del Tercer Reich” y elTelegraaf alertaba sobre el “Atroz espectáculo en Berlín”. En Bruselas, HetLaatsteNieuws informó que “sinagogas fueron incendiadas en Alemania”, en tanto que el Times de Londres publicó un artículo sobre el papel de las juventudes hitlerianas en el pogromo bajo el título “La orgía de la Juventud Hitleriana”.En sentido opuesto, el diario italiano La Stampa reportó sobre las “reacciones espontáneas, legítimas e incontrolables del pueblo alemán al atentado judío”, lo cual armonizaba con la posición oficial de la Italia Fascista de Benito Mussolini.

La prensa francesa, donde Grynszpan estaba encarcelado, siguió con suma atención los acontecimientos. “Una furia descarnada se ha apoderado de la población alemana”, redactó Le Figaro, “y su odio de la raza israelita ha alcanzado su clímax”. El diario provincial Le PetitDauphinois, de Grenoble, publicó artículos sobre los hechos. El diario nacionalista de la derecha local, L´Actionfrançaise, no apoyó las actividades de los nazis aunque sostuvo que las “manifestaciones” contra los judíos eran “predecibles” tras la muerte de Ernst vomRath. La France enchaînėe, notoria publicación antisemita, publicó un artículo firmado por su editor, Louis Darquier de Pellepoix, titulado “Contraataque” que aplaudía a los nazis: “¡Esta es la guerra santa de la raza noble contra la raza vil!... ¡Bravo Fritz! Esta vez estamos del mismo lado”, una referencia a la Primera Guerra Mundial cuyo fin, veinte años atrás, marcaba ese 1938.

Otra nación para la que los acontecimientos en Alemania tenían gran relevancia era Polonia: 17.000 judíos acababan de ser deportados y quien ultimó al diplomático germano en Paris era un judío polaco. “La respuesta de los principales diarios en Polonia fue reservada” indicanChristophKreutzmüller y BjoernWeigel. Por el contrario, la prensa hebrea local -que, al no tener corresponsales en Alemania, tomaba las noticias de la prensa inglesa principalmente- dio amplia cobertura a los hechos y saludó los varios actos de protesta llevados a cabo en Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Los autores subrayan que ni el gobierno de Varsovia ni la prensa polaca cristiana mostraron solidaridad alguna con la minoría judía. El gobierno francéstambién fue indiferente, “siendo el único gobierno democrático que ni siquiera organizó una protesta simbólica contra los pogromos” según subrayan los investigadores.

La prensa en la Unión Soviética informó extensivamente sobre la Kristallnacht y deploró las acciones de los nazis. El diario moscovita Izvestia -publicación oficial del régimen comunista- publicó caricaturas que presentaban a los nazis con puñales ensangrentados y sus bolsillos llenos de objetos valiosos, y el LeningradskayaPravda publicó un discurso del compositor DmitriShostakovich que condenaba el “monstruoso barbarismo” y los “crímenes horrendos” contra los judíos. Todo lo cual era bastante cínico. Tras la Revolución Bolchevique de 1917, nacionalistas ucranianos, funcionarios polacos y soldados del Ejército Rojo efectuaron terribles pogromos antijudíos y, de hecho, pogromes una palabra rusa que significa “causar estragos, demoler violentamente”;término acuñado para referir a los agresiones judeófobas en el imperio ruso y en otros países.

Hubo algunos desaciertos en la cobertura, posiblemente atribuibles a las dificultades de reportar desde Alemania o a algún sesgo editorial. El Daily Mail aseguró que los perpetradores actuaron desoyendo las órdenes del Ministerio de Propaganda del Reich, lo cual era falso, y el PetitJournal informó que la situación “está calma nuevamente”, aun cuando el vandalismo duró varios días y miles de judíos estaban siendo enviados a campos de concentración. El New York Times describió la actitud del público alemán como “no enteramente simpatizante” con las acciones de los nazis, aunque la cantidad de alemanes que participaron en los saqueos aquella noche podía refutar esa aseveración.Increíblemente, los dueños judíos del New York Times, las familias Och-Sulzberger, minimizaron la cobertura de prensa del Holocausto por temor a que el diario fuese acusado de ser un medio parcial pro-judío. En su centenario, en 1996, el NYT publicó una lacónica disculpa por ello: “El Times durante mucho tiempo ha sido criticado por groseramente infravalorar el Holocausto, mientras que éste tenía lugar. Los recortes del diario muestran que la crítica es válida”.

Por su parte, los nazis buscaron influir sobre los reportes de los medios masivos de comunicación foráneos. El 10 de noviembre, el Ministerio de Propaganda invitó a los corresponsales extranjeros a una exhibición de la película antisemita Der ewigeJude(“el judío eterno”) con la que pretendió justificar los ataques; al día siguiente Joseph Goebbels convocó a los periodistas a una conferencia de prensa en la que negó que la población judía hubiera sido abusada y atribuyó a las agresiones un carácter espontáneo. Finalmente, las autoridades del Reich prohibieron casi todas las corresponsalías en Alemania. Los nazis no impusieron una vedaanticipada la toma de fotografías durante la Kristallnacht pues ello hubiera significado una admisión de planeamiento, pero instruyeron a la policía a que impidiese ello. Tal cosa quizás explique la razón por la cual apenas alrededor de treinta fotos sobrevivieron para documentar en imágenes lo ocurrido. Una de ellas se hizo famosa en el mundo libre. Enviada a Copenhague por carga aérea el 10 de noviembre por GünterBeukert, jefe de los servicios fotográficos de Associated Press, muestra la devastación de los negocios judíos enKurfürsterdamm, el boulevard de moda de Berlín.

El foco de Desde el interior hacia el exterior está puesto en los informes diplomáticos que emanaron de Berlín en los días que rodearon a la Noche de los Cristales Rotos, siendo el artículo de KreutzmülleryWeigel un agregado sobre la cobertura de los medios masivos de comunicación. Aun así, es una pena que la prensa árabe, musulmana y latinoamericana no haya sido incluida en este estudio abarcador.

La publicación de este documento de enorme valor históricoacerca del rol de la prensa y la diplomacia a propósito del pogromo acaecido esta semana, setenta y siete años atrás, en este2015, año en el que conmemoramos el 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial,es doblemente oportuno. Mientras recordamos el fin del Holocausto, este libro nos llama a reflexionar acerca de cómo, en buena medida, todo comenzó.

Número 596
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