El ex vicecanciller Roberto García Moritán dialogó con Comunidades sobre la actual situación de Argentina en el mundo y su política exterior, el cuestionado memorándum de entendimiento firmado con Irán, la investigación por el atentado contra la AMIA, la muerte del fiscal Alberto Nisman y las nuevas relaciones diplomáticas entre Cuba y EE.UU.
Por Luciano Stilman, especial para Comunidades.
- ¿Cuál es su visión de la actual política exterior argentina?
En los últimos años ha carecido de brújula. Lo que ha ocurrido en el último año y medio, quizás, son movimientos hasta desesperados. La Cancillería, desde que asumió la presidenta Cristina Kirchner, no tiene una misma política exterior que la que tenía con Néstor Kirchner, que tal vez, menos interesado en las problemáticas internacionales descansaba en dos hombres de calidad como Rafael Bielsa y Jorge Taiana. Cristina en cambio pidió la asistencia de un hombre con escasa experiencia diplomática como Héctor Timerman. Consecuentemente, el alcance de esa diplomacia ha sido, para ser generoso con las palabras, opaco. Cuando uno analiza el comportamiento diplomático argentino ve que las principales iniciativas germinan en otros ministerios como el Ministerio de Planificación Federal, el Ministerio de Economía, no en la Cancillería. El rol diplomático está muy disminuido.
- ¿Cómo analiza la relación Buenos Aires - Caracas - Teherán?
El vínculo con Teherán, si es directo con Bs. As., no lo sé. Lo que está claro es que la relación con Caracas ha sido intensa en lo comercial, en negocios de difícil interpretación, y al mismo tiempo sabemos que las relaciones entre Caracas y Teherán eran intensas. Consecuentemente, presumir vinculaciones adicionales está dentro de la lógica interpretativa porque se trataba de un triángulo complejo en intereses.
- ¿Cree que esta relación afecta la investigación con la causa AMIA?
Estoy convencido que el memorándum de entendimiento fue una aberración y que atenta contra las investigaciones y pone en peligro el esfuerzo realizado de tantos años. Ese tipo de cuestiones y negociaciones subterráneas no ayudan a la investigación y tampoco al prestigio de la Argentina frente al atentado más brutal que hemos sufrido en nuestra historia.Ese cambio de posición que Argentina mantuvo y puso con énfasis en el tablero Naciones Unidas, de pronto un buen día lo abandonó para asumir esta absurda situación del memorándum de entendimiento, y ha creado desde ese momento una situación casi de parálisis de todo el proceso. Con lo cual, ese memorándum, por lo pronto, ha logrado esa situación gravísima.
- ¿Cuál cree que es el objetivo del Ejecutivo por el que el memorándum se creó, se firmó y se continúa defendiendo?
El memorándum básicamente es una adaptación de ideas similares anteriores promovidas por Teherán. Lo que termino pensando es que lo que hizo Timerman fue poner el dedo en el texto iraní que respondía a sus propios intereses y no veo en nada que responda a intereses argentinos, como lograr que los responsables del atentado sean sometidos a justicia. La insistencia del Gobierno no logro entenderla, porque estamos ante una situación en la que ese memorándum ha quedado en letra muerta. El único interés de Irán era el punto 7, donde se caían las alertas rojas de INTERPOL, y todo eso fue superado por los acontecimientos, con lo cual, a partir de ese momento, Irán perdió el interés. La insistencia de la presidenta y el canciller es inentendible..
- ¿Piensa que la posición de las instituciones centrales judías de Argentina le molestó al Gobierno y de ahí se derivaron los ataques hacia los dirigentes comunitarios?
Ese es un poco el estilo que ha tenido el Gobierno Nacional cada vez que hay una voz diferente. La estrategia del Gobierno quedó desarmada desde un principio, quizás se equivocaron al apurarse para pedir la ratificación parlamentaria, porque a partir de ese momento se generó un revuelo en la opinión pública, en la oposición, y en las principales agrupaciones de la comunidad que levantaron la voz con seriedad y responsabilidad diciendo el error que es todo esto. A partir de ese momento se empezó a caer toda esa estructura montada incomprensiblemente a través del memorándum.. El Gobierno tiene ese estilo tan particular que cuando hay una opinión contraria ataca, trata de denigrar, no ahorra en adjetivos a la hora de tratar de destruir esa opinión, tiene una actitud de muy poco respeto.
- ¿Cuál es su visión de la muerte del fiscal Nisman y la denuncia de una diplomacia paralela para encubrir a los acusados iraníes?
El trabajo del fiscal Nisman ha sido muy importante. La presentación, sobre la base de mi experiencia profesional como vicecanciller de esos años en los que lo acompañaba a Nisman en la asistencia de muchas de sus funciones, es que tenía elementos sólidos para pensar que hubo encubrimiento. Nisman, después de la tercera reunión en Lyon con el director general de INTERPOL, con presencia de la delegación iraní, y después de haber sido amenazado múltiples veces en la primera y segunda reunión, en esta última reunión los iraníes le preguntaron al director de INTERPOL cómo se levantan las cédulas rojas, y le respondió que era de dos formas: que Argentina lo pida, no dice un juez; o un acuerdo de partes, que levantaría, con la simple notificación, dijo el director general, las cédulas rojas. Nisman tomó atención y luego al leer el memorándum le saltó seguramente a la vista que la cláusula 7 tiene una intención distinta a los otros puntos, y era sumar 1 más 1 para darse cuenta que el objetivo del memorándum era levantar las cédulas rojas, porque en su experiencia en la investigación se daba cuenta que había algo raro.
- ¿Cómo afecta la muerte de Nisman a la causa AMIA?
No sé cómo la afectará, pero me preocupa mucho. No veo que haya sido encarada con la misma tenacidad que la del fiscal general. Siento una tristeza porque algunas declaraciones de los nuevos fiscales dan la impresión que quieren hacer un “volver a empezar”, poner en duda lo que hizo Nisman, y creo que si vamos en esa dirección me entristecería mucho el resultado, porque no creo que sea el mejor. No veo que haya una continuación más intensa en la línea investigativa porque no existe ninguna otra. Pretender abrir una nueva me parece que es llevar a la destrucción todo el trabajo del pasado. Espero equivocarme con lo que estoy viendo. Creo que la muerte del fiscal Nisman ha sido una tragedia gravísima, dolorosa, y su valentía haya quedado en el olvido a tan pocas semanas.
- ¿Cuál es su sensación personal de la muerte de Nisman?
No puedo imaginarme que se haya suicidado. Un hombre con la personalidad, el entusiasmo y la fuerza que tenía, y en el momento que estaba, no me imagino nunca que haya podido suicidarse. - Pasando al análisis internacional, ¿por qué cree que Argentina intenta acercarse a Rusia y China?
Estos pasos dados a poco tiempo de un cambio presidencial no son ignorados ni por Moscú ni por Beijing, y ven que difícilmente haya una continuidad de muchos de los aspectos que pretenden rubricar en algunos de los acuerdos. Beijing tiene mucha experiencia para saber que los acuerdos firmados recientemente van a llevar muchos esfuerzos diplomáticos y de hecho, lo aceptan y ya están conversando con sectores de la oposición. Creo que tanto Rusia como China aprovechan la debilidad diplomática a la hora de la negociación, porque nuestro país necesita reforzar el Banco Central, y evidentemente Argentina ha sido más generosa de lo que debería en su negociación. Creo que si hay un cambio de Gobierno en pocos meses, ambas capitales saben que se va a reiniciar el proceso de renegociación de muchas de las cuestiones. Evidentemente el encierro en el que se encuentra el actual Gobierno ha hecho que se hayan acordado algunos instrumentos que no hubiesen sido necesarios.
- ¿Cómo puede influir en el marco regional la apertura de EE.UU. con Cuba?
Es de un impacto enorme porque todos conocemos la historia de una situación y un bloqueo económico que tiene que llegar a su fin, con lo cual, lo interesante no es solamente este proceso de descongelamiento sino también la actitud de Cuba, las palabras de Raúl Castro en la Cumbre de Panamá, lo que dijo con el Papa Francisco y a la salida de dicho encuentro, ponen de manifiesto que nos encontramos ante una Cuba que se quiere incorporar a valores y principios, con un proceso que será complejo, pero de mayor apertura política y este elemento va a crear una atmósfera más apta en la región para un proceso más maduro del que hemos tenido en los últimos a
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