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Periódico Judío Independiente
Pésaj: fuimos esclavos ¿sómos libres?
Por Por Rab. Dr. Fishel Szlajen
Investigador, Asesor y Profesor en Filosofía Judía Aplicada
Por Rab. Dr. Fishel Szlajen
www.filosofiajudia.com.ar

Las cuatro copas de vino bebidas en el Seder de Pésaj guardan relación con las cuatro expresiones libertarias de la esclavitud en Egipto: “Yo sacaré a ustedes...; los salvaré..., los redimiré. Yo los tomaré como pueblo para Mí” (Éx.6:6-7), imprimiendo así el carácter manumisor por excelencia de esta celebración. Pero extrañamente, la oración del Halel “Alabanza” compuesta por los Salmos 113-118, plegaria festiva y tradicionalmente relacionada con la salvación y redención del pueblo de Israel, sólo la leemos completamente la primer noche y día (en la diáspora también los segundos) de Pésaj, tal como dicho cántico era cumplido durante la oportuna ofrenda en el otrora Beit HaMikdash (TB.Pes.64a;Tosaf.;Maim.Il.Korb.Pes.1:11). Y lo más sorprendente, es que durante los restantes días de Pésaj en los cuales se pronuncia sólo parte del Halel, se encuentra el último día en el que se rememora la partición del Mar de los Juncos, salvando del exterminio al pueblo de Israel, y esto incluso por costumbre mas no por Ley (Maim.Il.Meg.uJan.3:7). Si bien hay diversas explicaciones para dicha presunta paradoja, la reflexionada aquí ayuda a revelar el concepto judío de libertad y la esencia de Pésaj.

Tres de aquellas citadas cuatro expresiones libertarias refieren al hacer de H’ hacia el pueblo de Israel, pero la última, cuya explicación contigua dice Yo seré Ds para ustedes. Y sabrán que Yo soy H’, el Ds de ustedes, refiere al hacer del hombre para con H’. Así, de forma simultánea, el actuar de H’ para con Israel impone sobre éste la responsabilidad y el deber de ser Su pueblo, aceptándolo mediante el cumplimiento de Su voluntad, concepto también expresado en la reiterada solicitud de Moisés al Faraón: Envía fuera a mi pueblo para que Me sirva [a H’]; y también al finalizar la construcción del Tabernáculo: Y sabrán que Yo soy H’, su Ds, que los saqué de la tierra de Egipto para residir Yo entre ellos (Éx.29:45); así como en la cotidiana oración del Shemá, al decir Yo soy H’, vuestro Ds, que los sacó de la tierra de Egipto para ser vuestro Ds.
Es posible ver aquí que la liberación no se reduce a la salvación de la esclavitud física del pueblo de Israel designada por las primeras dos expresiones, abandonándolo luego a sus pulsiones, tendencias o intereses, sino que posee un carácter redentor sometiéndolo a H’ mediante Su Ley que los libera no sólo del dominio de otros sino también de sí mismos, así indicado por las últimas dos expresiones. Aquí la libertad se sublima desde la salvación a la redención, ambas otorgadas por H’, pero donde la última demanda la conducta humana conforme a Su Ley, y por ello el hacer del hombre para con H’, distinguiendo así la libertad autónoma de la heterónoma. En la primera, el valor reside en la conducta del sujeto no condicionada por otros agentes físicos, pero
aun sometido a sí mismo, a sus deseos, pasiones, tendencias, intereses, conveniencias e incluso a su propia inteligencia, todas ellas variables de su naturaleza. En la segunda, el valor reside en la conducta del sujeto no condicionada a su naturaleza sino al deber de cumplir una Ley trascendente que extrae al hombre de su dominio animal permitiéndole su humanidad. Y éste es el sentido del Pir.Ab.6:2: Las Tablas [de la Ley] son obra de Ds, y la escritura era la escritura de Ds grabada (jarut) en las Tablas (Ex.32:16). No leas “jarut” (grabada) sino “jerut” (libertad), pues no existe hombre más libre que quien se ocupa en el estudio de Torá, ocupación incluyente de lo intelectual y práctico. Así, la verdadera y esencial salida de Egipto, en hebreo Mitzraim, cuya raíz es metzar “estrechez, aflicción” y donde nos encontrábamos penosamente reducidos a nuestra animalidad, es haber recibido el yugo del reino celestial, de la Torá y sus preceptos, cuya aceptación cumpliéndola por el mismo reconocimiento de H’ nos libra de toda esclavitud, física, desiderativa, pasional y especulativa, otorgándonos la extensión de nuestra humanidad. Pero esta finalidad libertaria no se logró completamente, ya que pocos días luego de la liberación física-animal, autónoma, muchos no lograron la redentora-humana, la heterónoma.
Concretamente, si bien una vez cruzado el Mar de los Juncos dice creyeron en H’ y en Su siervo Moisés (Ex.14:31), esto claramente fue un resultado sentimental por los portentos presenciados, tan fugaz, que tras sólo tres días surgen las protestas a Moisés por falta de agua y carne (Ex.15:22-16:3), e incluso luego construyendo el becerro de oro; enseñando así que la emuná -no como fe resultado del éxtasis, sino como fidelidad habitual- no resulta de factores externos, ni siquiera del tremor sobrenatural, sino que es una determinación axiológica del sujeto reconociendo a H’ por su propia divinidad, independientemente de lo que acontezca. Es por ello que acorde a Maimónides, si todos los milagros son ciertos para quien los vió. Pero en el futuro su evocación deviene en relato que el oyente tiende a negar (M.N.3:50); y aun así algunos de los propios testigos directos de los portentos y maravillas no tuvieron esa emuná, mientras que ulteriores generaciones hasta el presente sin presenciar nada del mismo tenor vivieron acorde a la Ley; esto demuestra que quien tiene “emuná” basado en señales, en su corazón hay un defecto (Maim.Il.Ieos.HaT.8:1).
Así, como en el pasado, hoy prevalece en muchos de nuestro pueblo el sentido autónomo y no heterónomo de libertad, es decir, el aspecto animal de la manumisión justificando sólo una parte del Halel. La otra depende del logro emancipatorio humano, alabando y agradeciendo a H’ por permitirnos reconocerlo cumpliendo Su voluntad y en el formato más eficiente, la Ley que rige nuestras vidas más allá de todo acontecer individual o colectivo como pueblo judío. Por ello, al final de las tres cotidianas plegarias decimos Es nuestro deber alabar al Señor de todo,... pues no nos ha hecho como las naciones de los demás países ni nos ha establecido como los pueblos de la tierra[...]nosotros nos arrodillamos, nos prosternamos y agradecemos ante el Rey de reyes, el Santo, Bendito es.
El Rab Abarbanel (1437-1508) refuerza estos conceptos en una era donde los judíos perseguidos, forzados a la idolatría y asesinados, santificaron el nombre de H’ afirmando la observancia de la Torá sin adoptar cultos extraños. En su comentario a la Agadá pregunta ¿qué ganamos con la salida de Egipto? Respondiendo simplemente que de no haber salido, no hubiéramos estado en el Monte Sinai, y por ende tampoco recibido la Torá y sus preceptos. Nuevamente, aquella liberación física fue la preparación para la redentora, recibir la Torá para todas las generaciones, para las que han padecido hambre, persecución, asesinatos y expulsiones, y para las que han tenido un estado de bienestar. Por ello, incluso quienes estando en los atroces campos de exterminio nazi intentando cumplir con el Seder y los demás preceptos, agradecieron a H’ por liberarlos de la esclavitud para recibir la Torá. Y así, entendiendo la singularmente humana libertad redentora otorgada en la aceptación y cumplimiento de la Torá, los judíos en aquellas realidades se supieron Bnei Jorín “hombres libres”. Es por ello que si bien en la citada tercera expresión libertaria dice redimiré, es especificada por la cuarta donde dice pueblo para Mí, no significando una prerrogativa esencial, per se, sino el hacer del hombre para con H’ actualizando dicha elección para el deber de aceptar el yugo de la Torá, y la infinita demanda y responsabilidad de cumplirla liberándonos de las cadenas
naturales, sobreponiéndonos a todo fenómeno esclavizante. Libertad redentora que ningún sistema ético-filosófico ha podido lograr.
Pésaj, entonces, no es un simbolismo ni se reduce a un secular concepto de independencia político-nacional ni recuerdo histórico. Es un presente en el que todo judío debe vivir acorde a leyes particulares que rigen durante esos siete días (ocho en la diáspora), tal como bajo los otros preceptos el resto del año actualizando esa específica y diferencial libertad humana, la redentora
heterónoma que H’ nos brindó con el deber de cumplir Su Torá. Esta diferencia en la concepción de Pésaj descubre también la vigente crisis de nuestro pueblo donde el judío que cumple con su deber viviendo como tal, fiel a la Ley rindiendo culto a H’, no puede beber ni siquiera un vaso de agua en la casa de otro que vive como gentil, por no estar su hogar libre de jametz. Más aún, difícilmente ambos puedan compartir los tres aspectos más básicos de la vida del hombre: la comida, por incumplir uno de ellos las leyes de kashrut; el trabajo, por incumplir uno de ellos las leyes de Shabat, Iom Tov, etc.; ni contraer matrimonio, por incumplir uno de ellos las leyes de intimidad conyugal.
Por todo esto, mis deseos por un Pésaj Kasher veSameaj, viviendo como judíos y unidos como el pueblo de Israel habiente de identidad y continuidad desde al menos 3500 años por ser una realidad colectiva organizada y materializada en el accionar nomocrático en común de la Torá, como factor objetivo y diferencial de otros pueblos. Por un Pésaj Kasher VeSameaj, en aquella suprema libertad
al ser sólo siervos de H’, rindiéndole culto cumpliendo Sus preceptos.

Número 581
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