Comunidades


Periódico Judío Independiente
Apuntes sobre la ira
“La ira en el hogar es como un gusano en una planta” (Talmud )

Por Susana Grimberg. Psicoanalista y escritora
Si hay algo que me preocupa, es cómo mucha gente, reacciona con violencia ante cualquier intento del otro, de su prójimo, de hacer valer un interés que le sea propio. Si alguien sale a caminar, a su paso, los demás le pasan por encima. Justamente, a una persona muy querida por mí, cuando estaba saliendo del subterráneo, un señor le pisó el pie por detrás, de tal manera que le sacó el zapato. Obviamente siguió con el zapato en la mano porque, si se detenía, los que venían de atrás lo iban a atropellar.
A mi parecer, no es sólo la velocidad sino que algo del orden de la ira parece comandarlos. Voy a confesarles que, como camino muy lentamente, desde hace un tiempo me abstengo de ir al supermercado no sólo porque pueden atropellarme sino porque no soporto otro “atropello”: el de las palabras cargadas de ira.
Busqué la palabra ira en el diccionario etimológico de Joan Corominas: ira deriva del latín: cólera, enojo. O sea, en la etimología aparecen sinónimos.
En el violento film “Un día de furia” se puede ver lo que la ira puede provocar en una persona que acumula problemas en una gran ciudad. Un piquete, una obra en construcción que provoque un desvío en el tránsito, los pasajeros varados por un vuelo cancelado, puede provocar reacciones de ira, gritos, forcejeos, trompadas.
La ira es una emoción como tantas otras, con la diferencia de que es esencial poder controlarla. Es una respuesta natural y hasta sana a posibles amenazas, y aporta respuestas necesarias para la supervivencia humana (por ejemplo, en caso de ataque). La ira estimula al sistema nervioso incrementando el ritmo cardíaco, la presión sanguínea, el flujo sanguíneo a los músculos, los niveles de azúcar en la sangre y la transpiración. Al mismo tiempo de los cambios físicos que provoca, también puede afectar el pensamiento.
En la sociedad moderna estas emociones y reacciones son contenidas en pos de normas comunes de subsistencia: las personas aprendemos a expresar la sensación de ira explicando a otra persona por qué nos molesta una actitud, a suprimir impulsos de enojo callando pensamientos o enfocándonos en algo positivo, y a calmarnos reduciendo las respuestas internas (el famoso “contar hasta diez” o respirar profundo). Lo que convierte a la ira en acciones violentas es justamente la falta de control. Una pérdida de control típica es la del bebedor que, con sus sentidos alterados, empieza a golpear a otras personas.
Mitología griega
La religión griega era politeísta: se adoraba a muchos dioses, que representaban, generalmente, las diferentes formas de la naturaleza. Zeus, el más poderoso de los dioses griegos, era representado por los rayos que arrojaba desde la cima del Monte Olimpo.
La religión griega no tenía ningún texto sagrado o código de conducta, pero poseía numerosas historias y leyendas relacionadas con dioses, diosas, semidioses, criaturas míticas y seres humanos extraordinarios que, salvando las distancias, son muy similares a la vida cotidiana de los hombres. Por ejemplo Eris, una de las cuatro hijas de Zeus y Hera, conocida como la diosa de la disputa. Asociada con la rivalidad, los celos y la ira, era tan impopular entre sus compañeros de dioses y diosas, que terminaba siendo la más rechazada por las deidades griegas. Identificada estrechamente con la diosa de la guerra Enio, en "La Ilíada", Homero utiliza los dos nombres indistintamente, aunque en otros mitos las dos eran descriptas como dos entidades distintas.
Las furias, también llamadas las Erinias (erínein, ‘perseguir’) eran personificaciones femeninas de la venganza que perseguían a los culpables de ciertos crímenes. También se las llamaba Euménides (en griego antiguo: “benévolas”), antífrasis utilizada para evitar su ira cuando se pronunciaba su verdadero nombre. En Atenas también se utilizaba eufemísticamente la perífrasis: “venerables diosas”. Se aludía a ellas como “ejecutoras de las leyes”, lejos de la ira que no era bien vista, como todo lo próximo a la desmesura.
Textos bíblicos
En la Biblia, la ira de Dios es la respuesta al incumplimiento de los preceptos. La idolatría, causa de la ira divina, fue la que llevó a Moisés a romper las tablas de la ley. Miguel Ángel, en el Moisés, expresó con firmeza esa ira. Confieso que cuando pude detenerme frente al Moisés, quedé totalmente subyugada por la fuerza, los sentimientos que podía despertar. Freud mismo, dijo: “intenté sostener la mirada despreciativa y colérica del héroe; muchas veces me deslicé a hurtadillas para salir de la semipenumbra de su interior como si yo mismo fuera uno de esos a quienes él dirige su mirada, esa canalla (el pueblo) que no puede mantener ninguna convicción, no tiene fe ni paciencia y se alegra si le devuelven la ilusión de los ídolos”.
Thode, mencionado por Freud, supo ver en el Moisés, una «mezcla de cólera, dolor y desprecio»: «la cólera en el amenazador fruncimiento del ceño, el dolor en la mirada, el desprecio en la saliencia del labio inferior y las comisuras estiradas hacia abajo».
No debemos olvidar a Caín y el crimen que, causado por su ira, marcó su destino. Dice Lacan en "La ética..." que la cólera es esa pasión que precisa de una reacción del sujeto al fracasar la correspondencia esperada entre un orden simbó¬lico y la respuesta de lo real. Podemos pensar que Dios, al rechazar los obsequios de su hijo, desencadena el crimen pero, también, la entrada de Caín en la existen¬cia. Dios no se volvió, no miró el presente, le dio vuelta la cara. Caín se abatió y cayó. Por es¬te rechazo, Caín pierde su Edén pero, insisto, marca su entrada en la existencia.

Quiero concluir con un cuento popular judío, quizás extenso, pero necesario para profundizar el tema:
“Mientras Moisés recibía los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí, el pueblo adoloraba al becerro de oro. Cuando volvió, una terrible peste mató a muchas personas.
Señor – rogó Moisés -, los pecadores merecían castigo, ¡pero la peste mató por igual a muchos inocentes!
El Señor permaneció en silencio.
Esa noche despertaron a Moisés las picaduras de hormigas. Se levantó y las pisoteó. Entonces escucho la Voz del Señor:
_ ¿Por qué mataste a tantas hormigas? ¿Acaso todas ellas te habían picado?”
Dice el proverbio: “Cuando el fuego devasta los bosques, quema por igual a los árboles malos y a los buenos”.


Número 550
Página Principal
Nros. Anteriores
Imprimir Nota

Comunidades
Periódico Judío Independiente

www.comunidades.delacole.com
E-mail: periodicocomunidades@gmail.com

Editores y Directores
Dr. Alberto J. Rotenberg - Prof. Natalio Steiner

Domicilio Postal
Casilla de correo Nro. 49 - (1872) Sarandí - Prov. de Bs. As

Teléfonos
4864-8738 (por la tarde)

Representantes en el Interior
Villa Angela (Chaco): Jacobo Garber - Moisés Ville (Santa Fe): Pedro Balhorn. Tel.: (03409) 42-0189.
Rosario: Saúl Bloj. Tel.: (0341) 433-1254. - Concordia: Batia Enguelberg. Tel.: (0345) 421-9822

Difundimos gratuitamente todas las actividades comunitarias.
Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial de los artículos de este periódico sin mencionar su origen.
La notas firmadas no representan necesariamente el modo de pensar de los Directores.

Registro Propiedad Intelectual
Nro. 206.708