Mientras el presidente de Siria, Bashar Assad, se sostiene en el gobierno, el estado sirio – bajo su mano - se desgrana. Ahora, fuentes occidentales ven una considerable posibilidad que, Siria, se divida en cantones étnicos cuando el régimen de Assad caiga. De hecho eso ya está ocurriendo, estiman las fuentes. Al igual que Irak, Siria podría dividirse en regiones autónomas, siendo las relaciones entre ellos vacilantes y hostiles. Entre los cantones mencionados; cantones kurdos al noreste del país, el cantón alawita en la región de Latakia, Tartus, al noroeste, la región drusa autónoma en el Monte Druso alrededor de la ciudad de Sweida y el resto se dividiría entre las tribus sunitas.
Uno de los síntomas que dan cuenta del desgranamiento es la deserción de importantes líderes tribales alawitas del sector de Bashar Assad y su declaración que ya no le son más leales. En las filas del ejército la corriente de desertores aumenta, sin llegar a cifras masivas. Hasta el momento, desertaron 3.000 soldados, entre ellos un oficial con grado de subteniente. Sin embargo, lo más importante es que el ejército sirio debilita sus fuerzas en las fronteras y envía unidades a combatir a los insurgentes armados en la región de Idlib, Homs y Daraa, todas zonas en las que gobiernan tribus sunitas armadas que combaten, con éxito, al ejército sirio. Un grupo de rebeldes armado actúa en los suburbios de Damasco. Para combatir contra esas fuerzas, el ejército sirio debilitó sus fuerzas en el límite con Israel, en las Alturas del Golán.
Según las fuentes, algunas fuerzas de la Guardia Revolucionaria llegaron, desde Irak, a Siria así como hombres de Hezbollah, desde Líbano a fin de colaborar con el régimen sirio en la represión de la revuelta y contra los grupos armados. Los agentes de Hezbollah y la Guardia Revolucionaria se suman a las unidades del ejército sirio y se encargan que, soldados y oficiales sunitas, no duden en combatir a los insurgentes de su sector.
Día a día, los campamentos del ejército sirio son atacados. La única división del ejército sirio no involucrada en el combate es la división de la Guardia Republicana, que defiende el palacio de Assad y las instalaciones del gobierno en el ámbito de Damasco. Las fuentes de evaluación estiman que, la situación económica siria, se deteriora con rapidez y ese hecho podía provocar que, la clase media en las grandes ciudades, frene su apoyo al régimen de Assad.
El índice para el cambio de la lira siria se recortó a la mitad, desde el comienzo de los levantamientos. Se reconoce la escasez creciente de productos básicos, en especial, combustible, pan y electricidad. El precio de la nafta aumentó en un 12% y, lo más importante, en un invierno frío es el precio del balón de gas natural trepó un 60%, de 250 a 400 liras sirias por balón. El régimen implementa cortes de luz programados, a fin de ahorrar energía dado que las instalaciones se van debilitando. Pero, a pesar de todo ello, parece que los combates en Siria se mantienen entre la comunidad alawita y las tribus sunitas mientras, las demás comunidades étnicas y religiosas, se sientan en el cerco y esperan que el régimen caiga suponiendo que, entonces, podrán concretar sus aspiraciones de autonomía en el marco del nuevo régimen sirio. Por ahora, las fuentes de evaluación occidentales no ven señales que, el ejército sirio, pueda trasladar armas y material bélico a Hezbollah en Líbano. Uno de los temores es que, al final de los días del régimen, quizás como consecuencia de la anarquía que regirá, Hezbollah logre obtener o trasladar desde Siria innovadores terraplenes de misiles tierra-aire, que Siria adquirió en Rusia, hace poco, así como misiles tierra-tierra e, incluso, material de guerra, químico y biológico. Hoy es ese el mayor temor en Israel. Pero, por el momento, no habría señales que se concretaría como tampoco signos que den cuenta que, el presidente de Siria, intente abrir una confrontación contra Israel a fin de desviar la atención del enfrentamiento interno.
CIDIPAL- Porisrael.org
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