Comunidades


Periódico Judío Independiente
El exhibicionismo narcisista
¿Yo me amo?

Por Susana Grimberg. Psicoanalista y escritora
“El orgullo es la máscara de los defectos” (del Talmud)

Es un hecho, avalado por sociólogos, psicoanalistas, antropólogos, educadores, que estamos viviendo un momento de apogeo del narcisismo. El individualismo, el exitismo social, la prevalencia de la imagen y las ansias de poder, forman lo que podríamos llamar la cultura narcisista.
Cada contexto social, al crear su propio estilo de vida y su jerarquía de valores, influye en el comportamiento y en las patologías de la gente que lo integra. El trastorno narcisista de la personalidad es una alteración típica que se caracteriza por la imagen distorsionada de uno mismo, el exhibicionismo y la falta de empatía. Las consecuencias negativas del estilo de vida narcisista, desde un punto de vista psicológico y sociológico, son obvias.
Quiero hacer una referencia a la excelente película “Te amaré en silencio”, cuyos intérpretes: William Hurt y Marlee Matlin (sordomuda, merecedora del Oscar a mejor actriz (1986), supieron transmitir un mensaje tan claro como conmovedor. En el film se plantea la lucha de una chica sordomuda por hacerse un hueco en un mundo pensando para "normales". Desde su "inferioridad" lanzaba la pregunta: ¿acaso soy hija de un D’’os menor? El análisis de la realidad social nos hace caer en la cuenta de la existencia de una clase de individuos, que voy a denominar narcisistas, que se caracterizan porque en su vivir, pensar y actuar, manifiestan ser hijos de un D’’os privilegiado por sobre los demás mortales.
Es interesante ver cómo en la sociedad actual, por causa del excesivo narcisismo, han cambiado los padecimientos del sujeto. Hoy escuchamos dos tipos de demandas: las del sujeto que padece trastornos depresivos, individuo más bien apático y sin ganas de vivir y, por otro lado, la del sujeto engreído, egocéntrico, manipulador, socialmente destructivo, con gran necesidad de obtener admiración y prestigio sobre los demás. Este último se caracteriza por apelar a un exacerbado exhibicionismo narcisista gracias al cual se muestra como el mejor y decide airear sus pasiones y sentimientos en público. No sólo no tiene ningún tipo de pudor, sino que le encanta exhibirse ante su posible auditorio.
Si el narcisismo puede ser definido como la conducta motivada por el placer de ser admirado, el exhibicionismo narcisista es la expresión clínica de la necesidad infantil de ser admirado, que se traduciría en el excesivo deseo o necesidad de atención y en una tendencia a presentarse como único y exclusivo.
Narcisismo primario
Según Sigmund Freud, hay un narcisismo primario que es constitutivo del sujeto.
Si consideramos la actitud de padres tiernos hacia sus hijos, dice Freud, habremos de discernirla como renacimiento y reproducción del narcisismo propio, supuestamente superado y que se manifiesta en la sobrestimación, la compulsión a atribuir al niño toda clase de perfecciones (para lo cual un observador desapasionado no descubriría motivo alguno) y a encubrir y olvidar todos sus defectos. Que el niño pueda tener mejor suerte que sus padres, es el deseo de los padres, aclara Freud, además de que no debería estar sometido a las necesidades objetivas que imperan en la vida: enfermedades, muerte, restricción de la voluntad propia, sobre todo porque él es el centro y el núcleo de la creación: His Majesty the Baby.
Para expresarlo de un modo más sencillo, el cachorrito humano es el más dependiente en la escala animal dado que necesita de otro que le provea, durante años, de todo lo necesario para vivir. A partir de esto, es necesario reforzar el narcisismo del pequeño para que pueda construir su autoestima de la mejor manera posible.
Como dije en mi nota sobre el exitismo social, muchos padres creen que sus hijos tienen un talento oculto y, refuerzan el narcisismo de los mismos, aún a costa de transformarlos en seres predominantemente egoístas.
Para sintetizar, si ahondamos en el conmovedor amor parental, podemos descubrir que, en el fondo, no es otra cosa que el narcisismo propio de los padres.
Sin embargo, relacionado con este punto, no hay que olvidar que, muchas veces, al ser el niño puesto en el lugar del que debe cumplir los irrealizados deseos de sus padres, puede quedar expuesto a contraer cualquier enfermedad. Además, no sólo los padres refuerzan conductas narcisistas, sino el medio, familiares, maestros y profesores, también contribuyen al mismo objetivo: realizar sus sueños a través del chico.
Cosechar aplausos
Las personas narcisistas se caracterizan porque su actividad se dirige, esencialmente, a obtener el máximo de aclamación y aprecio. Esa necesidad de continua aprobación no es sin consecuencias: exige un gran esfuerzo. Nada puede caer en el olvido. No olvidemos que su objetivo no alude al ser sino a magnificar la pose. ¿Por qué? Porque, como tiene miedo a saber de sí mismo, sólo le preocupa la apariencia y olvida que, como está escrito en Génesis Rabbah: “Un gigante para sus propios ojos puede ser un enano para los demás”, dicho que no se refiere a una cuestión de tamaño, más grande o más chico, sino que alude, concretamente, a la soberbia.
Independientemente de su condición sexual, la persona narcisista se cree sumamente importante y se considera por encima de cualquier otro, incluida su pareja o amistades. Como tiene una enorme necesidad de aprobación, necesita que los demás le corroboren cuán grande es. A su vez, la incapacidad para comprender al otro, lo torna un sujeto insensible y desconfiado. Niega quien es realmente, adora a su propia imagen y, por su inseguridad y falta de amor por sí mismo, envidia a los a que cree tienen algo más que lo que él tiene. Intolerante con las críticas, reacciona de mala manera cuando se osa corregirle algo. Manipula a la gente y genera las condiciones para que no se lo pueda superar en el trabajo. Con respecto a la pareja, las personas narcisistas son, en última instancia, devoradores de la energía y del brillo del otro, además de que puede encarnar al más vil de los individuos, cuando por alguna razón, su pareja, no lo ve en primer lugar. Si se encuentran en dificultades para poder responder a las demandas afectivas de los otros, por supuesto, a los de su pareja menos. “Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro”. Albert Einstein
En términos generales, en el mundo postmoderno, el narcisismo se ha democratizado y no es exclusivo de una determinada élite social o artística. Hoy, se potencia el individualismo y se desmerece la implicación y compromiso personal. En otras palabras, según Zygmunt Bauman hemos pasado de una sociedad sólida a una líquida con el efecto colateral de que se va sustituyendo la ética por la estética. Por ejemplo, en mi nota “Llenos de nada” (Comunidades 499. 13/04/2011), hice una clara referencia de cómo la delgadez se ha convertido en un verdadero logro en estos tiempos en los que priman el éxito y la figuración, y aclaré que además de ser el mejor alimento para el narcisismo, conduce a prácticas que ponen en riesgo la salud de aquellas mujeres y hombres que intentan parecerse a las o los modelos de moda.
Los sujetos excesivamente narcisistas, son un peligro para la sociedad, porque al quererse sólo a sí mismos, no establecen un lazo social válido y duradero. Como ustedes saben, el mito de Narciso, nos habla de ese joven, discapacitado para amar a alguien que no fuera él mismo, al descubrir su propia imagen en el agua, se enamora en el acto de sí y muere al intentar abrazar (se) a su propia imagen. Cautivado por la imagen que está viendo, cree que es un cuerpo lo que es en realidad agua. Y, esto es lo que puede suceder cuando no hay valores, o los afectos son como el agua.
Se habrán dado cuenta de que subrayo, esencialmente, el exceso de narcisismo, porque también es importante preservar una cierta cantidad de narcisismo para reforzar la autoestima ya sea en el orden de lo laboral, en el terreno intelectual, en la vida amorosa y en los lazos familiares.
Para reflexionar, quiero concluir con esta frase del Talmud: “El inculto no teme el pecado, el colérico no es adecuado para enseñar; quien se dedica excesivamente al comercio no se hace sabio, y donde no hay hombres, esfuérzate tú por ser hombre”.




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