Ciertamente el genial Albert Einstein (14 de marzo de 1879 - 18 de abril de 1955), es conocido y recordado como quien revolucionara todos los parámetros de la ciencia de su época. Además de ser un científico fuera de lo común, Einstein fue un pensador en el sentido más fuerte del término; es decir, uno de aquellos hombres que poseen la capacidad analítica para abordar sabiamente diversos temas y al mismo tiempo poseedor de una gran sensibilidad humana. Características que de manera conjunta son difíciles de hallar –tal vez tanto como a un científico revolucionario.
Tal combinación de elementos podemos apreciarla en sus escritos referidos al judaísmo. En ellos apreciamos su compromiso intelectual y su amor por su pueblo.
Le tocó vivir en uno de los tiempos más difíciles y penosos para los judíos y logró ser un lúcido analista de los diferentes momentos atravesados por los judíos a lo largo de fines del siglo XIX y hasta su fallecimiento en 1955. Desde su visión de lucha contra el nazismo, defendiendo siempre la justicia y la paz merecidas por los judíos luego de tantas atrocidades; basta por dar un ejemplo, su sagaz diagnóstico del problema identitario judío propio de le época contemporánea.
De esta manera se expresó respecto de los judíos alemanes de 1800 que vivían generalmente en los guetos:
“Pero aquellos hombres, oscuros y despreciados, que vivían tan modestamente, tenían una ventaja sobre nosotros: cada uno de ellos pertenecía con todas las fibras de su corazón a una comunidad en la que se desarrollaba por completo (…) Nuestros antepasados se hallaban entonces bastante angustiados espiritual y físicamente, pero en lo que se refiere a las relaciones sociales dentro de la comunidad, su equilibrio era digno de envidia.” (Alocuciones sobre la obra de reconstrucción en Palestina”.)
Y con el espíritu siempre comprometido con lo judío, que lo caracterizó hasta el final de sus días, en una carta al Ministro de Estado Hellpach en 1929 escribió:
“Cuando llegué a Alemania, hace quince años, acabé por descubrir que era judío, y este descubrimiento me fue proporcionando más por los gentiles que por los judíos.” (Citado en “Mi visión del mundo”)
De este modo pone en evidencia esa singular vivencia judía que es el pasaje de experimentar en lo cotidiano del propio hogar el vivir lo judío como algo natural, casi desapercibido como particularidad hasta que es señalado negativamente como diferente por el antisemitismo.
¿Qué es el judaísmo para Einstein?
Creo que el pensamiento de Albert Einstein respecto del judaísmo logra discernir distintos elementos, que en verdad extraen lo más rico y sublime de lo judaico.
Alguna vez expresó de la siguiente manera su íntima afinidad con lo judío:
“Tender hacia el conocimiento, hacia el saber por el saber mismo, hacia el amor a la justicia rayano en el fanatismo, y propender a la independencia personal, he ahí los motivos de la tradición judía que justifican mi pertenencia a ella, como un don especial del destino”( En “Este es mi pueblo”)
Y con una enorme capacidad de síntesis resaltó los excelsos ideales que son la savia del judaísmo:
“Según mi opinión no existe ninguna cosmovisión judía en el sentido filosófico de la palabra. El judaísmo me parece casi exclusivamente una posición, una actitud moral con respecto a la vida. Creo que es más bien el resumen de los conceptos de la vida, encarnados en el pueblo judío, que el contenido de los preceptos y leyes expuestos en el Pentateuco e interpretados en el Talmud. (…)
La esencia del concepto judío, según mi parecer es la siguiente: la afirmación de la vida en todos los seres. La vida de cada individuo sólo tiene sentido si está al servicio del embellecimiento y la nobleza de todo lo existente. La vida es sagrada, esto significa que es el supremo valor, del que dependen todos los demás. (…)
Resulta así que el judaísmo no representa ninguna religión de carácter trascendente: se relaciona sólo con la vida que vivimos, palpable en cierto modo, y no aspira a otro fin.
(“¿Existe una cosmovisión judía?”)
El pensamiento que subyace a estas bellísimas palabras que rescatan la más profunda esencia del judaísmo, es aquel que enaltece el judaísmo en la inmanencia, en los actos cotidianos del día a día, en los cuales se encuentra la verdadera pertenencia al judaísmo y su religiosidad más profunda; enraizada en la plenitud del sentido y la acción en el más acá. Se trata entonces, de una religiosidad del más acá, del aquí y ahora. Se trata de una religiosidad más cercana a una permanente conducta ética, más que una adoración de algún tipo de representación.
Por otra parte, otro elemento que Einstein pone de manifiesto como propiamente judío es la característica empatía con el padecimiento del otro–sea este judío o gentil- ; empatía que ha tendido en innumerables oportunidades a enarbolar las banderas de la justicia social.
De hecho, los valores de igualdad y solidaridad comunitaria hunden sus raíces en la Biblia, pero además han sido sostenidos y predicados por numerosos judíos, que no han sido religiosos, a través de la historia.
“Más fuerte aún es la expresión del requerimiento de solidaridad de todos los hombres, y no es mera casualidad que las reivindicaciones socialistas hayan sido planteadas, en su mayor parte, por judíos.” (“Mi visión del mundo”)
Otra característica que Einstein ha señalado en el judaísmo, él quien ha sido un hombre laico y sin embargo capaz, no sólo de apreciar el misticismo de la perfección de la naturaleza, sino, además, de hallar en él la vía regia hacia la ciencia.
“Pero aún hay algo más en al tradición judía, que se manifiesta en algunos salmos. Es una alegría embriagadora, la admiración de la belleza y de la sublimidad de este mundo, del que el hombre sólo puede percibir una ligera imagen. Es el sentimiento del que extrae su fuerza espiritual la verdadera investigación científica, que también parece poder exteriorizarse en el cantar de los pájaros.” (“¿Existe una cosmovisión judía?”)
La misión del judaísmo
Si bien Albert Einstein no lo ha expresado de un modo tan explícito, no creo equivocarme al decir que para él el judaísmo es portador del marco de valores que tiende hacia un mejor sendero vital para el ser humano.
“El intelecto tiene una profunda consideración por los métodos y los instrumentos, pero es ciego a los fines y los valores.” (“El fin de la existencia humana”)
Pues si el don del intelecto no trae consigo la aptitud para la valoración ética, son los nobles sistemas de ideales y valores, como los pertenecientes al judaísmo, los que encauzarán y mejorarán las virtudes humanas, desarrollándolas como valioso y necesario complemento del intelecto.
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