Cierto es que mucho se ha escrito sobre diversas interrelaciones entre el creador del psicoanálisis, Sigmund Freud (1856-1939), y su carácter judío. Se ha escrito sobre sus comentarios respecto del judaísmo, se ha analizado y versado sobre casi cualquier punto de conexión posible entre su ser judío y su revolucionaria creación en el campo de la psicología.
Sin embargo, hallamos pocos trabajos que mantengan la rigurosidad de una metodología académica de investigación, al tiempo que estimulan la reflexión y la curiosidad del público lego.
El recientemente publicado libro “La interpretación: psicoanálisis y Talmud. Un abordaje de las semajanzas del método del descifrado y del Midrash” de Paulina Sorgen, presenta sin dudas estos singualres atributos.
“(...) no intento demostrar que Freud era un talmudista, o que el psicoanálisis es una derivación de la exégesis rabínica, sino que el motor de la investigación fue, justamente, encontrar algunos aspectos semejantes en la técnica de aplicación de dos métodos de interpretación de dos saberes que de por sí son muy distintos.”
Luego de haber, perfectamente, delimitado y erradicado una concepción simplista que aúne ambos campos -el psicoanálisis y el Talmud- al descartar una sencilla relación de causa-efecto entre ambos, la autora nos presenta el hallazgo de correlaciones entre estos dos modos de interpretación que parecieran tan lejanos en una primera impresión.
De la vastedad de las exégesis talmúdicas selecciona para su investigación el Midrash, sistematizado en las trece regals (midot).
Sobre las diferentes acepciones e implicancias que conlleva el término “Midrash”, Sorgen nos brinda una excelente síntesis de cada uno de los aspectos condesados en este término, para luego circunscribir aquello que como investigadora tomará para su análisis.
“Por último, y en tercer lugar, se conoce como Midrash al proceso de interpretación que los rabinos realizan para entender el sentido de la Torá. Este proceso, que nosotros percibimos como método, consiste en analizar los (aparentes) equívocos, los juegos de palabras, las repeticiones, las inversiones de letras de los textos de la Torá para develar su sentido. El Midrash utiliza como punto de partida alguna sutileza que puede escapársele al lector no experimentado.”
Toma como referencia a dos renombrados exégetas, Rashi * perteneciente al siglo XI y Malbim** del siglo XIX.
Respecto de la voluminosa obra freudiana, recorta de ella la revolucionaria, por aquel entonces, modalidad a partir de la cual Freud interpreta los sueños, explicitada en su libro homónimo “La interpretación de los sueños” publicado en 1900.
Y estableciendo un constante contrapunto a lo largo de su libro, Sorgen confronta ambos métodos de interpretación anclándolos en ejemplos y minuciosas hipótesis de trabajo.
No expondré aquí el recorrido que realiza, pues privaría al lector de ser conducido por su pluma a través de los descubrimientos que la autora demuestra en su publicación, tan sólo me limitaré a señalar algunos puntos que han llamado mi atención.
La pregunta como eje central
“Cabe destacar que el analista del método de Rashí debe preguntarse a su vez qué se pregunta Rashí. La interrogación no sólo es un disparador para los dos métodos de interpretación que estamos comparando, sino también moviliza al investigador a preguntarse a sí mismo sobre lo que está estudiando, cómo lo está estudiando.”.
La interrogación, el cuestionamiento o en otras palabras la vocación de desentrañar un saber que requiere una labor de pensamiento más allá de lo evidente, está presente tanto en la tarea talmúdica como en la del psicoanalista.
Por otro lado, el desciframiento del sentido en ambos casos no es una mera interrogación solipsista, sino que implica una labor de construcción conjunta; el psicoanalista no interpreta solo, sino que el valor de la interpretación está dado por el efecto que ésta tenga sobre el paciente; así como el exégeta permanentemente entrelaza su interpretación en un diálogo con otras exégesis o bien con el lector.
Por otra parte, Sorgen señala y ubica en cada campo aquello que posibilita el movimiento de la interrogación: una subyacente relación con la verdad.
El acceso a la verdad total no es posible, ésta posee un límite, pero esta limitación es el vacío que precisamente motoriza la pregunta, que establece que ambos saberes no están cerrados y ni clausurados, sino abiertos a la incesante pregunta del pensamiento.
La autora nos brinda con precisión el punto límite ubicado en cada uno de ellos: el denominado por Freud “ombligo del sueño” y el “Sod”( secreto).
El vaivén de puntos de contacto al cual nos invita Paulina Sorgen podría resumirse en pocas palabras diciendo que la autora toma el Libro Sagrado y El libro de la interpretación de los sueños freudianos y los hace dialogar, haciendo emerger en la intersección de ambos un nuevo sentido que no es ni más ni menos que una manera de leer como método. Dicho esto en la acepción más fuerte del término leer: interrogar e interrogarse para hacer pensar.
Asistimos entonces a la revitalización de estos sabios textos a través de la fuerza de la pasión por la investigación, por el descubrimiento, por el saber.
Las raíces de una autora
Paulina Sorgen ha trabajado durante décadas en ambos campos de estudio, no sorprende por lo tanto su erudición al respecto.
Licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires y Doctora en Psicología Clínica de la Universidad de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires, es también miembro del equipo asistencial de la Asociación Latinoanericana de Estudios Freudianos (A.L.E.F.) y de la Institución Psicológica para el Niño y la Familia (NESHAMÁ). Es además profesora de literatura hebrea, Biblia y Mishná (Talmud) graduada en el Majón Gold (Instituto de perfeccionamiento docente) en Jerusalem (1967).
Ha pertenecido por 15 años al equipo asistencial de Salud Mental del Hospital de Clínicas. Ha sido además docente en la cátedra de Salud Mental de la Facultad de Medicina (U.B.A.).
Su interés por la articulación y la investigación entre las disciplina talmúdica y el psicoanálisis clínico data de hace más de treinta años, el presente libro es una clara muestra de ese largo recorrido.
*Rashi: (1040-1105). Iniciales de Rabenu Shlomó Itzjaki, posiblemente, el más grande exégeta tradicional de la Torá y el Talmud, uno de los más grandes “Poskim” ( legisladores) de la “Halajá” ( Ley rabínica) y uno de los modeladores del idioma hebreo. Nació y murió en Troyes, al norte de Francia.
Sus explicaciones a la Tora y al Talmud se transformaron en parte integral e inseparable de su estudio; se destacan por su síntesis, su claridad, su precisión, su erudición y su aguda capacidad de explicación.
**Malbim: Acróstico de Meir Loev ben Iejiel Mijael, derivado del comentario Bíblico que lleva su nombre, en forma de abreviatura. Rabi Malbim nació en Rusia, en 1809 y falleció en Kiev en 1879.
Fue uno de los rabinos más notables de su época.
Se le conoce principalmente por sus múltiples escritos y libros, entre ellos, “Aielet Hashajar” (Lucero del Alba), “Mashal Umelitzá” (La parábola y la palabra altisonante) y fundamentalemente por el comentario bíblico “Hatorá Vehamitzvá” (la Biblia y el Precepto).
En sus comentarios expone una interpretación textual y otra por pasajes, que revela su sentido profundo.
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