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Periódico Judío Independiente
La violencia en las escuelas
Cuando la palabra pierde fuerza

Por Susana Grimberg/ Psicoanalista y escritora
Es por la caída de la función paterna en el orden de la cultura, que los hechos de violencia han ido en aumento. Pero ¿qué es un padre sino aquél que sabe transmitir su deseo de vivir?

La violencia en los establecimientos educativos, desde los años setenta, ha ido en aumento tanto en los Estados Unidos como en casi la totalidad de Europa. En la Argentina, como consecuencia de la crisis social, cultural y familiar que se está sufriendo, también, los hechos de violencia han aumentado considerablemente. Es que la ley, según Santiago Kovadloff, (La Nación. 18-06-2010), “se ha convertido en un mandamiento desoído. A fuerza de verse vulnerada, su palabra ha perdido función rectora”.

Ya no es noticia que en las escuelas haya niños o jóvenes que se comportan agresivamente, que llevan armas, que venden y consumen drogas, que roban a otros estudiantes. Tampoco sorprende lo que le sucedió hace pocos días a una docente que denunció haber sido golpeada e insultada por alumnos de tercer año de la escuela secundaria de Rosario donde trabaja, que la escupieron y corrieron a pedradas cuando se retiraba del establecimiento. Las autoridades educativas descartaran un aumento en los hechos de violencia en los colegios.

A raíz de estos hechos de violencia que vienen aumentando desde hace algunos años, la pregunta ¿dónde están los padres?, es más que pertinente. Pareciera que los mismos padres han mostrado no sólo su impotencia al respecto sino que, en muchas situaciones, han colaborado para que ciertas situaciones se produzcan.

La violencia es hoy un componente cotidiano en nuestras vidas y sucede en todos los niveles sociales, económicos y culturales. En la institución escolar, la violencia fue agravándose pese a haber sido ocultada, negada y silenciada durante años.

Quizás recordarán las tomas, por parte del alumnado, de los colegios: Nacional Buenos Aires y del Carlos Pellegrini. Fue llamativo cómo un grupo de alumnos, con la complicidad de sus padres, les haya impuesto condiciones a las autoridades, a los profesores y a la mayoría de los otros alumnos. En mi opinión, la educación de los hijos no puede depender de lo que otros alumnos dispongan aunque el planteo sea valedero. Cualquiera fuera el motivo, son los padres los que deben tomar la iniciativa en los reclamos ante las autoridades y no depositar en sus hijos adolescentes esa responsabilidad.



El aprendizaje de la libertad



La mejor manera de limitar a un hijo, es no ponerle límites.

Los padres han confundido autoridad con autoritarismo. Lo que ha venido sucediendo desde hace más de cuarenta años, es que, por no reprimir, por no poder decir NO, palabra temible desde los años de la dictadura militar, se ha ido educando, formando aprendices de dictadores.

Por temor a caer en lo autoritario, los padres se han refugiado en un “laissez faire” que los han puesto de rodillas frente a los hijos. Esa actitud, conduce, inevitablemente a la violencia. Una violencia que excede la agresividad constitutiva del sujeto.

El ser humano se constituye como in­dividuo en un campo social. La relación madre-hijo es una masa de dos y, es por la puesta en acto de la función pater­na, que este paraíso de completud se quiebra. Es por el No (No matarás, No robarás, etc), que la civilización, puede ser posible.

El miércoles 16 de junio, en Salta, en un juego suicida, murieron cuatro adolescentes que se ahorcaron en una desafiante prueba; tres iban al mismo colegio. El juego, denominado "ahorcado", o shocking game, que persigue llegar a un éxtasis por asfixia, terminó trágicamente cuando los chicos, de 13 y 14 años, se ahorcaron con una bufanda o corbata azul, en hechos ocurridos en distintos días. La participación que había sido convocada por Internet o, quizás instigada por Otro con mayúsculas que representa un ideal. Justamente, por ese

ideal que representa quien los lideraba, a veces, se es capaz de cualquier cosa, hasta llegar a la propia muerte.

Lo que el psicoanálisis nos ense­ña es que con respecto a la propia muer­te, nuestro inconsciente descree de ella, por la imposibilidad misma de representación de la propia muerte. En esto se funda el Heroísmo, pues el héroe al desdeñar el peligro, la pro­pia muerte le es ajena, claro riesgo para los chicos de hoy. Sin embargo, que no haya representación de nuestra propia muerte, no hace que nuestro inconsciente no deje de desearla, " que se muera" y otras frases parecidas, revelan el deseo de pequeños asesinatos.

Sigmund Freud, en Psicología de las masas y análisis del yo, habla de una doble ligazón libidinosa en la masa: la de cada individuo con su prójimo, es decir, con el próximo e indudablemente semejante. Y otra con líder que los "ama" a todos por "igual". Todos idénti­cos, no permite ninguna dife­rencia y es del empeño de la masa soste­ner el lugar de su líder pues, al no aparecer con nitidez un padre, no hay quien lo sostenga, lo escuche, lo oriente.

La película “La cinta blanca”, nominada al Oscar como mejor película extranjera, muestra los inexplicables acontecimientos que perturbaron la tranquila vida de un pueblo protestante en el norte de Alemania en 1913, justo antes de la Primera Guerra Mundial. Un cable que le provoca una terrible caída al médico del pueblo, un granero que se quema, alguien que aparece salvajemente torturado, nos lleva a los chicos que provocaron los accidentes, a lo que puede conducir al autoritarismo, la crueldad y el sadismo de un padre despótico con quienes se identificaron, en una historia que reflexiona sobre los orígenes del fascismo.

Quizás les parezca un tanto exagerada la comparación pero la realidad, si no se produce un cambio sustancial, está llegando a límites tan incomprensibles como los que esa película supo desarrollar.

Si leemos el Shuljan Aruj, nos damos cuenta de que lo que los padres representan, lo recrea el hijo quien, al casarse, funda su hogar. También, es por las enseñanzas de los padres, que los hijos buscan realizarse en la vida profesional. Según sean las relaciones con los propios padres, serán las relaciones con el entorno de cada uno.
No es casual que en los Diez Mandamientos, después de los preceptos relativos a las relaciones del hombre con Dios, venga inmediatamente el precepto de honrar padre y madre.

En la Escuela Iniciática de Pitágoras se enseña: "Se buen hijo, justo hermano, tierno esposo y buen padre. Como amigo elige a quien lo sea también en la virtud".
Entenderse con los padres, es la primera dificultad a vencer en la vida de un individuo y del buen o mal resultado de esa prueba inicial puede depender todo el futuro de la persona. No se trata de quien tiene la razón sino de detectar la capacidad de maniobra para convertir la adversidad en una circunstancia propicia para un mejor estar.

Como lo hice en otras oportunidades, vuelvo a recordarles Deuteronomio 30, Palabras, versículo 19 : "La vida y la muerte puse ante vosotros, la bendición y la maldición. Tú escogerás la vida, para que vivas tú y tú simiente...".

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