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Ecologistas israelíes podrían ayudar a frenar el calentamiento global
Por Arie Issar (Haaretz) (X)
El pasado 7 -12, destacados expertos de todo el mundo se reunierón en la Conferencia de Cambio
Climático de la ONU en Copenhague intentando encontrar una solución para el calentamiento
global. Este cada vez más serio problema deriva de lo que se llama el efecto invernadero, en el cual
una nube de gases, principalmente dióxido de carbono, envuelve la tierra – como el techo
transparente de un invernadero – permitiendo la penetración de los rayos del sol pero manteniendo
adentro el calor.
El calentamiento global ha llevado al planeta unos 15.000 años atrás, hasta el fin del
último período glacial.
Hasta entonces, durante aproximadamente 30.000 años, debido al ángulo de la órbita terrestre
alrededor del sol, los hielos polares se dispersaron por el planeta; en efecto, los del
polo norte cubrieron entonces una gran parte de lo que hoy es Europa, Asia y América.
Las tormentas que rugieron en esa época levantaron nubes de polvo de la parte seca del planeta y
llagaron tan lejos como el Medio Oriente.
Las lluvias depositaron arena en la forma de capas marrones de loes en el área del norte del Neguev.
Cuando este último período glacial terminó, la arena barrida por el río Nilo comenzó a cubrir el
desierto de Sinaí y el Neguev occidental.
Las tormentas de lluvia de ese período llenaron con agua los estratos subterráneos del Sahara y de
nuestra región; algo de ese agua es salada, pero una gran parte es potable. Se ha encontrado que el
agua salada es adecuada para la irrigación de plantas que toleran la salinidad, tales como los
dátiles, olivos, granadas y árboles sin fruta que pueden ser usados como madera, tales como el
tamarisco, así como también árboles cuya fruta puede usarse para producir aceite, como la jojoba.
Evidencia de esta agua salada fue descubierta por el autor de este artículo y su equipo, después de
la Guerra de los Seis Días en 1967.
¿Pero que tienen que ver la conferencia de Copenhague, el último período glacial y las
tormentas de arena, con la “invasión” de dunas de arena y la presencia de agua bajo los desiertos?
Comenzaré relatando que mi finado colega, el Prof. Hugues Aure de la Universidad de Marsella en
Francia, que estudió el terreno del Sahara y los recursos de agua subterránea, calculó que si se
usara el agua subterránea bajo ese desierto para irrigación y se restaurara el verdor que lo cubría
durante el último período glacial, la vegetación absorbería todo el carbono anual generado por la
industria. De acuerdo a sus cálculos, el suministro de agua podría durar algunos cientos de
años.
A la luz de sus hallazgos, en 1998 reuní a un grupo de expertos en agua de zonas áridas en las
oficinas de la UNESCO en París, después de lo cual publicamos un manifiesto instando a una campaña
mundial para plantar árboles en zonas desiertas.
Desde entonces, los estudios llevados a cabo en el bosque Yatir en el desierto meridional de Judea,
por parte de equipos dirigidos por el Prof. Kan Fakir del Instituto Weizmann de Ciencia y del
Instituto de Investigación de Desiertos en Sde Boker, indicaron que, además de que los árboles
funcionan como una trampa para las enormes cantidades de carbono en el aire, y como medio
para transformarlo en una sustancia que puede ayudar a que crezcan, los poros de las hojas de
los árboles no necesitan abrirse para absorber la gran cantidad de dióxido de carbono del aire.
De ese modo, la cantidad de agua segregada por las hojas se reduce y el árbol ahorra agua y es capaz
de crecer aún en regiones relativamente secas.
Y hay más. La sombra proveída por los árboles plantados en extensiones arenosas reduce la
evaporación de la poca lluvia que cae en el desierto.
A la cantidad de carbono absorbido por los pinos, eucaliptos y tamariscos de los bosques del Neguev,
podemos también agregar el carbono absorbido por los olivares que ahora se extienden a través del
Neguev noroccidental, irrigados con agua salina subterránea, y el carbono que será absorbido por
las plantaciones y bosques que serán plantados en el futuro, después de los estudios hidrológicos en
el Neguev.
A la delegación israelí se le dejó claro en Copenhague que la mayoría de la energía de Israel es
producida por petróleo y carbón, que emiten dióxido de carbono, y que debe reducir esas
emisiones.
En respuesta, la delegación señaló los estudios efectuados para encontrar recursos de energía amigables para el medio ambiente.
La delegación israelí hizo notar, también, las cantidades de carbono que son absorbidas hoy en día, gracias a los esfuerzos de
forestación de Israel, así como también los planes de expansión de las plantaciones y los bosques en
el Neguev.
La plantación de esa vegetación, no sólo ayudará a regular la cantidad de carbono en la atmósfera y
tendrá beneficios económicos: también servirá como base para la investigación, lo que proveerá los
medios para ayudar a los residentes de los países del tercer mundo que bordean desiertos – que
sufren sequías y hambrunas como países que se secan debido al calentamiento global – a cosechar,
ellos mismos, los beneficios de ese proceso.
Este proceso transformará esas regiones en una fuente, tanto de alimentos como de materias
primas, para las poblaciones pobres del mundo, así como también ayudará a absorber las emisiones de
carbono que causan el calentamiento global.

Número 474
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