¨¿Qué vas a hacer el año que viene?¨, pregunta la tía Sarita a Daniel, en la cena familiar de Shabat . Con sus diecisiete años, Daniel siente la pregunta como una cachetada. Quinto año ya termina. Las Facultades, Institutos y oportunidades laborales se presentan como un camino lleno de bifurcaciones y su tía con el guefilte fish en la boca , espera su respuesta. No sabe qué contestarle porque todavía no encontró su propia respuesta .
¿Qué será lo mejor para mi? -se pregunta ¿ Estudiar? ¿Trabajar con la familia? ¿ Irme del país? ¿ Qué me hará feliz económica y espiritualmente?. Daniel está confundido y desorientado . ¿ Cómo explicar la angustia que le genera la pregunta de su tía? Ella interroga porque quiere saber de él. Y esto lo confronta con lo poco que conoce él de su persona e intereses.
Sus padres que entienden la crisis que está atravesando Daniel , distraen la atención festejando los bohios que cocinó Esthercita la hermana recién casada . Y la pregunta queda aún sin respuesta...
MOMENTO DE DECISIÓN
Ansiosos, confundidos y angustiados , nuestros hijos se cuestionan: que es lo que quieren. Buscan respuestas que orienten su futuro. Exploran , investigan , razonan... intentando encontrar su verdad. Como padres sabemos qué queremos para nuestros chicos, pero ellos nos cuestionan si lo que nosotros deseamos es lo que en verdad ellos anhelan. Entre los dieciocho y los veintipico, se transita la adultez joven , un periodo sumamente complejo de toma de decisiones personales .
Ayudarlos a esta edad , significa darles ¨permiso¨ para ver la realidad desde sus propios lentes, apoyarlos para que puedan decidir ¨por si mismos¨. Mostrándoles la mayor cantidad de senderos posibles con sus facilidades y limitaciones sin darles ¨el empujoncito¨...
Cuando optamos por un camino, muchos otros quedan postergados, por eso es tan angustiante decidir. Elegir es renunciar. A todos ,los cambios nos duelen. Pero es lo permanente. Este tortuoso proceso de elecciones claves sirve para que nuestros chicos se apropien del futuro, se replanteen en qué desean imitarnos, en qué diferenciarse. Que quieren de la vida, como miden el éxito , que esperan del futuro y cuales son sus miedos. Como padres podemos sugerir, informar, guiar, acompañarlos de cerca sin asfixiarlos pero no decidir por ellos.
LO QUE RELUCE Y EL ORO
Daniel duda si seguir algo que le gusta o una carrera con salida laboral. Porque hay carreras que dan ´chapa¨, como Medicina , Admistración de Empresas o Derecho. Y están las otras , que por algún motivo social , individual , económico o cultural se ponen de moda. Hoy la tendencia son las profesiones cortas, redituables y de rápida salida laboral. Sin embargo, el mercado laboral es duro y exigente. La crisis del empleo, el aumento de la competitividad en el mercado del trabajo y el futuro laboral en nuestro país y en el resto del mundo , multiplican las incertidumbres. Por eso, ¿cómo ayudarlos a integrar la vocación con la ocasión?.
Si nuestros hijos sólo tienen en cuenta lo que desean , se aturden en la fantasía. Pero si sólo calculan ¨lo que se puede¨, ¨lo redituable¨, ¨lo necesario¨, quedan automáticamente alejados de su verdadera pasión.
La situación económica, los horarios, la duración de los estudios, la profesión de los padres , los valores familiares, juegan un papel importante a la hora de optar. La orientación vocacional , es un proceso que decanta en cada uno en tiempos distintos. No hay recetas , ni baterias de tests psicológicos que garanticen la felicidad. Lo que la convoca es la seguridad que estamos haciendo lo mejor que podemos en ese momento. AL estudiar todas las posibilidades y aptitudes personales , es posible elegir más adecuadamente . La ecuación resultante entre lo que te gusta, lo que tu capacidad te permite y la realidad del entorno es la mejor elección en ¨ese¨ momento.
Lo óptimo , es guiarlos hasta que puedan encontrar por sí mismos , un equilibrio , una síntesis entre ¨tener´y ¨ser¨. Recordando a Erich From , lo importante es ayudarlos a integrar ¨la opresiva carga de ambiciones materiales, de deseos de poder y el verdadero ¨ser¨, que postula vitalmente el amor, el placer y la comunión con la naturaleza. ¨
SIN BRUJULA
La preocupación por la carrera de un hijo es un problema familiar. Lo primero a tener en cuenta es que toda elección es un proceso que lleva un tiempo personal y único. No podemos apurar un ciclo madurativo. Cuando una puerta se abre ,otra se cierra . Los duelos por lo que se pierde y el miedo por lo nuevo ,llevan un periodo de elaboración . Cuando lo que se tiene en cuenta es el futuro, vale la pena tomarse un tiempo para meditarlo. Crecer y cambiar es emocionante, pero para lograrlo , hay que enfrentarse a desprendimientos , a la realidad que no es siempre igual a lo que ambicionamos. Se generan muchos miedos ante situaciones desconocidas que se hace necesario resolver .
FAMILIA Y VOCACIÓN
Ver crecer a nuestros chicos , genera sentimientos ambivalentes. Su despliegue nos confronta con el nuestro. Despedirse duele. Y verlos ¨grandes¨ nos sacude fuerte porque adivinamos su pronto vuelo . No queremos que se equivoquen, que sufran, ni pierdan el tiempo. Tampoco , que se dañen , aunque sabemos que deben darse su propio porrazo para aprender de la experiencia .Es difícil frenarnos para no atajarlos, sin embargo, es la única manera de no recortar sus alas. En este tortuoso periodo de decisiones claves donde nuestros hijos debe doblar sus alas, girar, caer en picada a doscientos kilómetros por hora para aprender a volar, conviene acompañarlo de cerca. No invadir ni contaminar su ruta. Sólo así podrá aprender a cabalgar los vientos, a no temer un picado aerodinámico y a adueñarse de su propia vida. Para que nuestro hijo-gaviota pueda apropiarse del futuro tiene que pensar por sí mismo qué y cómo quiere que sea su vuelo, cómo mide el éxito, qué espera del futuro y cuales son sus miedos. Es la única manera de crearse una vida que lo satisfaga.
Apoyemos a nuestros hijos para que sepan tomar decisiones propias, démosle la oportunidad de mirar su realidad desde distintos lentes y nunca olvidemos que les dimos la vida pero ella no nos pertenece.
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