Cuando en un ejército cae un soldado en el frente de batalla y su compañero lo ve caer, con lágrimas en los ojos ocupa su lugar inmediatamente.
El 28 -11 cayeron dos soldados jóvenes. En Mumbai, India, en un terrible atentado perpetrado por terroristas islámicos, Rab Gavriel Holtzberg y su esposa Rivka Z”L, Shlujim de Jabad en esa ciudad, fueron asesinados mientras cumplían con la misión que El Rebe les encomendó, que no es distinta a la que hacemos los shlujim de este país o de cualquier parte del mundo, buscar, convocar, rescatar a cada judío, difundir nuestros valores y acercar las fuentes.
Gavriel y Rivka fueron asesinados y nos enteramos después de 48 horas de cruel incertidumbre. Inmediatamente (literalmente hablando), con el estupor a cuestas y el dolor adentro, mientras no empezamos a elaborar el duelo por nuestros hermanos asesinados, se decidió reconstruir el Beit Jabad de Mumbai, hacerlo más grande de lo que era y enviar una pareja de shlujim a Mumbai y otra a una segunda ciudad de la India, en donde ya existen cinco Batei Jabad. No está de más decir que sobraban los voluntarios.
Ayer, 3-12 vi en Internet el entierro de Gavriel y Rivka. Escuché como el padre de Rivka habló de la entrega incondicional por otro judío, de la misión de un shelíaj encomendada por El Rebe y vi como sin tiempo de llorar, los padres de Rivka decidieron ir a ocupar los lugares de su hija y su yerno en Mumbai. Escuché como le hablaba al Rebe y a Di-s y gritaba Ad Mosai! ¡Hasta cuando! . Y esos gritos se referían hasta cuando más exilio y por qué el meshíaj no se revela ya.
Los que escuchábamos lo que decía un padre delante del cuerpo de su hija cubierto por un talet gritamos con él, a la vez que no podíamos entender cómo pasó lo que pasó ni lo que estaba pasando allí. En ese instante fuimos más fuertes que nunca y hoy no somos menos fuertes que ayer. El dolor y el estupor llegaron hasta el alma. Los jasidím tenemos un padre, El Rebe, y él tiene muchos hijos, sus jasidím, y los jasidím somos hermanos, nos pasa lo que al compañero. Ese día todos los jasidím de Jabad en el mundo sentimos conmoción e incredulidad, congoja y agonía. Nunca pasó algo así, el terrorismo islámico nunca atacó un Beit Jabad.
Hay muchas, muchas preguntas que no tienen respuesta, pero no hay desesperanza ni hubo parálisis ese día y no la hay ahora. Cada uno de los discípulos y los emisarios del Rebe se estaba diciendo a sí mismo: ¿Por qué? y también: ¿Qué debería estar haciendo yo ahora? Y muchos lo estamos haciendo al igual que la institución.
Así era el estilo del Rebe. Nos enseñó que nuestro trabajo es igual a creatividad y avance permanente en función del judaísmo. Y eso es igual a la sociedad del ser humano con Di-s, y la sociedad del hombre con Di-s es la razón de ser de la vida humana.
Rabi Gavriel Holtzberg era moel y shojet y en la noche de Kaparot había hecho shejitá a 100 pollos para mochileros israelíes que van a buscar la verdad de la vida por esa zona y la encuentran en un Beit Jabad. Gavriel tenía 29 años y estudió en Jabad en Buenos Aires hace 15. En esa época estuvo en Tucumán y le dijo al Rabino Daniel Levi, Shelíaj del Beit Jabad allí: “Si vos estás acá de shlijut yo puedo ir a cualquier parte.”
Pertenezco al ejército de Emisarios del Rebe y estoy orgulloso de ser parte de él, de haber tenido como compañeros y hermanos a Gavriel y a Rivka Z”L, y a cada Emisario del Rebe en la Argentina y en el mundo -ad mea veesrim shaná- que con entrega incondicional cumplimos los que El Rebe nos dijo y nos transmitió.
La palabra del Talmud dice que el sueño es una sexagésima parte de la muerte y El Rebe enseñó que si el sueño es un tipo de muerte, entonces la muerte es un tipo de sueño. Así como el sueño no es un final o interrupción de la vida y es un tiempo de reparo por el cual el cuerpo y el alma recuperan sus energías, así es la muerte. La muerte es un descenso en aras de un ascenso.
¿Cómo, cuándo, por qué? Las preguntas sin respuesta están sin responderse aún.
Sabemos que veremos a Gavriel y a Rivka junto con El Rebe.
El Mashiaj tiene que llegar ya.
Y también sabemos qué debemos y precisamos hacer. Y lo estamos haciendo.
Puede ir y verlo por usted mismo, si vive en Argentina o en cualquier parte del mundo en donde esté, es más que probable que esté tan cerca de un Beit Jabad, que pueda llegar en auto e inclusive a pie.
El Rebe nos entrenó bien.
(X) Shelíaj del Rebe en el Beit Jabad en la City
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