Llamó poderosamente la atención, al menos a aquellos que venimos siguiendo, mediante el análisis político, la situación en Venezuela, la reunión del presidente del Consejo Judío Latinoamericano (CJL) con el bolivariano Hugo Chávez y, especialmente, las declaraciones del ingeniero Jack Terpins en cuanto a que encontró “un amigo de los judíos”.
Desde el punto de vista político, son entendibles estas expresiones del representante de la comunidad judía, pero, no nos podemos olvidar de todo el contexto que rodea a Chávez. Específicamente, a las numerosas y continuas expresiones antisemitas que surgen desde el seno del Gobierno bolivariano de Venezuela, lo que se ha convertido prácticamente en una costumbre sin solución de continuidad. Que en estos momentos se hayan acallado esas repudiables expresiones, no significa que súbitamente desaparecieron o que una luz mágica se ha encendido en el interior de los venezolanos que les mostró que los judíos no somos esos monstruos, tal como siempre nos han pintado. Es que, precisamente, se están preparando importantes elecciones comunales y legislativas que tendrán lugar en poco tiempo más y cada voto es esencial, no se puede correr el riesgo de perderlos. Tampoco los posibles aportes económicos factibles de conseguir, especialmente considerando que Chávez ha demostrado ampliamente que no se hace ningún problema de conciencia en apropiarse de empresas extranjeras, bajo la fraudulenta figura de la expropiación, porque paga, cuando lo hace, al precio que se le ocurre, sin permitir quejas de ninguna índole. Y así ha ocurrido con diversas empresas, petroleras, productoras de gas, de cemento, incluso de la siderúrgica argentina Techint, pese a declararse amigo incondicional de la Argentina y los argentinos.
Incluso, ya en nuestro país se está mirando con preocupación el futuro de la empresa Repsol-YPF. Aparte de los pingües negocios que viene haciendo con los Bonos del Tesoro argentino, que adquiere a un interés del 15 por ciento y posteriormente los endosa obligatoriamente a los Bancos venezolanos a una tasa sensiblemente menor, quedándose con la diferencia.
Ex profeso, dejé para este momento recordar que si de algún país es “amigo” Hugo Chávez, es de la República Islámica de Irán, con la cual ha firmado numerosos convenios de cooperación mutua en lo económico, en lo tecnológico y, el mayor peligro, en lo militar. Precisamente, en este renglón muchos sospechamos y hemos denunciado que, seguramente, cuando Irán cuente definitivamente con armas nucleares, de lo que nadie duda que es de su interés, bien podrán instalar plataformas de lanzamiento en Venezuela. De esa forma se habría cumplido un viejo sueño de los enemigos de las democracias occidentales de colocar esos misiles a las puertas de los EE.UU. y de los demás estados americanos, lo que intentaron, pero no pudieron concretar, allá por la década de los 60 del siglo pasado, en la isla de Cuba.
Cuando Chávez estuvo en Irán no se acordó que era “amigo” de Israel ¿o no lo demostró porque su colega Mahmoud Amadinejad se lo prohibió? ¿O cuando se opuso a la misma justicia argentina defendiendo a los iraníes que eran buscados por la INTERPOL acusados de ser responsables de la voladura de la AMIA?
Incluso, cuando la visita del presidente del CJL a Caracas, las entrevistas periodísticas mostraron claramente el poco interés real de los venezolanos por las declaraciones de Jack Terpins, a la luz de un solo micrófono para recibirlas y, en cambio, ante la aparición del Ministro de Relaciones Exteriores Nicolás Maduro surgieron los periodistas como hongos, súbitamente.
|
|
|
|
|
|
|
|
