La derecha se siente judía, la izquierda se siente israelí. Así surge de una encuesta de Israel Hayom en el año del 60º de Israel . A pesar del estado de ánimo sombrío, la mayoría de los israelíes no cambiaría este país por nada en el mundo. Un análisis agridulce.
Quisimos que el Día de la Independencia 60 del Estado de Israel fuera en otro clima, más fulgurante y entusiasta, sin "graves evidencias" contra el primer ministro, sin la amenaza existencial iraní que va creciendo, sin una sensación sombría pero consensual, de que hay algo muy serio que no anda bien. Media opinión pública cree que el país marcha en la dirección equivocada, tal como lo revela una encuesta de "Israel Hayom"-"Hagal Hajadash". Los demás tampoco están realmente convencidos, de modo que un verdadero "cumpleaños feliz" no habrá por aquí.
Estamos mucho más conformes, en cambio, con nuestra situación individual, nos otorgamos una calificación de 7, casi buena, bastante razonable, en todo lo tocante al estado de ánimo personal, pero miramos alrededor y estimamos que el estado de ánimo nacional es bastante negro, menos de 6. Conmigo está todo bien, más o menos, dice el israelí promedio, son los demás los que me preocupan.
A pesar de todo, seguimos siendo gente de fe, sorprendentemente optimistas, al menos de la boca para el encuestador del otro lado del teléfono. La mayoría de la gente declara, y en una aplastante mayoría, que prefiere criar a sus hijos en Israel, a pesar de todo, que en cualquier otro lugar del mundo. Y a pesar de que un quinto de la población tiene pasaporte extranjero, sólo el 7% aspira a conseguir el ansiado documento(aunque 7% de la población son 300.000 personas, así que las colas en las embajadas igual serán largas).
Como quiera que sea, el dato más sobresaliente del sondeo indica el crecimiento del "componente judío" en la identidad israelí, a expensas de la israelidad misma,un fenómeno que ya se perfilaba en años anteriores, pero no en estas dimensiones. La derecha se vuelve cada vez más "judía", en perjuicio de su israelidad, mientras que la izquierda, en general laica, todavía se aleja de una identificación judía y se aferra más a su identidad "israelí". Muchas explicaciones se acumulan para esta tendencia, en especial la multiplicación de los religiosos entre los votantes de la derecha, el alejamiento de los opositores de la derecha al Plan de Desconexión de su identidad israelí por lo que ven como una "traición del estado", y el aferramiento a su identidad judía como antítesis instintiva, quizás, del concepto de "estado de todos sus ciudadanos".
Y quizás hay también una relación entre la creciente identificación judía de los habitantes del país y el hecho de que, bastante sorpresivamente, la educación ha sido elegida como el problema interno más candente, aun más que la corrupción del gobierno que ocupa los mayores titulares en estos días, y mientras los políticos se han hundido en lo más bajo de la estima popular.
Porque no hay ni debe haber ninguna duda de que el deterioro en el nivel de la educación es el delito más grande que el estado ha perpetrado contra sus ciudadanos durante los 60 años de su existencia. Y desde ese punto de vista, no cabe duda de que la respuesta más contundente y verdadera a la pregunta eterna de "quién es judío" es: quien haya puesto la educación de sus hijos en la cúspide de sus prioridades. Esa misma respuesta, después de seis décadas, debiera contestar a la pregunta de "quién es israelí".
Fuente : Povesham
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