Luego de unas semanas de convulsionados dichos por parte de la dirigencia institucional y un cuestionado manejo de la prensa local, queremos dar nuestra opinión acerca de una nota que no fuera publicada en un periódico nacional sino en uno comunitario. A quien también se le puede cuestionar la tendencia poco constructiva y fatalista acerca de la comunidad y su continuidad.
En la pasada edición del periódico, del 12 de junio de 2008 / 9 de Sivan de 5768, el Lic. Pablo Nachtigall cuestiona la diversidad de la comunidad judeo-argentina y desestima la legitimidad o el tan en boga y cuestionado ser genuino de un cierto sector.
El autor, psicólogo clínico, expresa que la polarización del pensamiento, “donde se llevan las cosas a sus extremos”, “donde veo la realidad en términos de `blanco o negro`” es normal en la primer infancia; pero que luego, en la vida adulta, suele ir mutando: “es deseable ir comprendiendo que muchas cosas son relativas y no necesariamente excluyentes”. Luego alude que el motivo de las divergencias existentes en nuestra comunidad por “una marcada diferencia entre `ortodoxos` y aquellos que no lo son” se deben “a este pensamiento polarizado donde el judío cree que debe asumir una posición única y absoluta”.
Nachtigall de alguna manera sugiere que para que esta mutación sea posible en nuestra comunidad, debiera implicarse “un movimiento tendiente a conocer a través de las vivencias del judaísmo más simples como prender las velas en Shabat, colocarse Tefilim, practicar Tzedaká, estudiar Torá o leer obras de autores intelectuales judíos”; pues de otra manera la persona conoce `parcialmente´, “solo a través de la bruma de sus pre-conceptos o del medio o institución a la cual pertenece”. Nos parece que el Lic. quiere convencer a los lectores de que “el judío cree que debe asumir una posición única y absoluta”, cuando el que más se lo cree es él. ¿No manifestaba anteriormente que el pensamiento polarizado en la edad adulta no es beneficioso?; ¿no se puede acaso ser judío, o no se es, si uno no se coloca Tefilim todas las mañanas?, ¿si no se estudia Torá?.
Lo que de ninguna manera queda claro es la clasificación de los diversos sectores de la comunidad que hace, cuando distingue a “ortodoxos”, “tradicionalistas”, “conservadores”, y agrega características como “intelectuales” o “countristas” como divisiones que son “parte de la riqueza variada y diversa que constituye a la comunidad judía en Argentina”. Dos nuevas categorías que nos parece que no hacen más que confundir, ¿acaso no hay judíos ortodoxos, tradicionalistas o conservadores que sean, como él llama, `intelectuales` o `countristas`? Estimado licenciado: le queremos comunicar que también hay ´countristas` que respetan el Kashrut, que en sus hogares tienen Mezuzot, que van al Templo y son parte del Minián. Nos parece que “aportes” como el dicho hacen fragmentar a la comunidad, y mostrar a un sector aún más dividido.
El autor del artículo enuncia: “vivir el judaísmo sólo por el hecho de acudir a un club o conservar alguna tradición, es válido pero limitado y superficial”; y refiere, respecto a aquellos “padres que se horrorizan ante la idea de que sus hijos pueden casarse con personas no judías”, que “conocen el judaísmo sólo por pertenecer a una institución socio-deportiva, en lugar de conocer las raíces milenarias que están por detrás de éstas”. “La religión o espiritualidad judaica que reside en la Torá tiene un contenido profundo y revitalizante que puede empapar el resto de las otras áreas de nuestra vida”, continúa. Y manifiesta que se trata de “integrar a nuestra vida aquello de los que somos propietarios hace más de 3.000 años, el conocimiento de la Torá, en las dosis que queramos. Es esta clase de conocimiento lo que da profundidad al ser judío”
Respecto a estas últimas expresiones formuladas por Nachtigall, preguntamos: ¿no manifestaba como “riqueza variada y diversa” a los diferentes sectores comunitarios en el párrafo precedente, tal como las doce tribus de Israel que eran muy distintas entre ellas pero que “conformaban un entramado cooperativo más allá de sus peleas”. Pareciera que luego, bajo un insistente pensamiento polarizado que sale a traicionarlo en sus propias palabras, pretendiera que para ser judío hubiese que estudiar Torá y hacer predominar la esfera religiosa por sobre la cultural y social de nuestro judaísmo, como para tildar de “válido pero limitado y superficial” las prácticas de muchos judíos. ¿Con qué autoridad se inviste para decir qué es válido, y cuándo limitado y superficial?. Primero expresa que habría que “conocer a través de las vivencias del judaísmo más simples”, pero luego se contradice “vivir el judaísmo sólo por el hecho de acudir a un club o conservar alguna tradición, es válido pero limitado y superficial”. También es cierto que en nuestros clubes hay gente que solamente juega al tenis, al fútbol o participa de torneos de burako: de igual forma son parte de la “riqueza variada y diversa” de nuestra comunidad.
Queremos comentar, para quien no lo sepa, que nuestro movimiento macabeo se constituye bajo las raíces milenarias de nuestro pueblo, que están detrás de nuestros clubes socio-deportivos. Y que los ejes educativos de nuestras instituciones se rigen por lo que marca nuestra historia.
Valores macabeos de libertad, fortaleza, lucha y unión, de los que también somos propietarios, aunque haya quienes se desentiendan con esta herencia. Valores tan actuales como milenarios (165 a.e.c.) cuyos propósitos macabeos, en aquella época, fueron los de preservar la propia identidad ante el inminente Antíoco Epifanes ansioso por helenizar. La defensa de un estado cuya función debía ser la de abarcar y no subordinar las diferentes culturas constituyentes, en una sociedad diversificada. Y dónde hoy, el deporte y la vida social son consecuentes, además, con el principio de “mente sana en cuerpo sano”. Y si bien los libros macabeos no aparecen agrupados en el Tanaj por contradicciones propias de la compilación, su trascendencia hace que año tras año celebremos Jánuka el 25 de Kislev. Pero aquellos valores también perduran y debieran tener mayor alcance en nuestros días a favor de la diversidad. ¿No será ahora tiempo de aprender de los macabeos?
Maru Aprosof - en representación de JUMA (Juventud Macabea)
Cap. Fed.
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