Investigadores de la Universidad Hebrea, descubrieron que existe una relación entre la exposición de la juventud al terror y la depresión emocional, amargura y necesidad de consumir alcohol. Se trata de una serie de investigaciones sobre el tema "la exposición al terror y su influencia en el consumo de alcohol y la depresión emocional en los jóvenes". Para tales investigaciones, se examinaron 1150 jóvenes de Hertzliya, 997 de Haifa, y 600 de Jerusalem entre los años 2003- 2004.
Las investigaciones fueron organizadas por Dr. Miriam Shiff, Prof. Rami Benbenishty y la Sra. Hila Haim-Tzbaig del grupo de investigación Salud Mental y Bienestar del Niño y la Juventud de la Escuela de Trabajo Social y Bienestar Social de la Universidad Hebrea de Jerusalem.
De los resultados de la investigación se deduce que los jóvenes, sobretodo los de Haifa y Jerusalem, estuvieron expuestos en gran escala a eventos de terror y violencia política. En Jerusalem, más de un 70% de los jóvenes conocen una persona que estuvo presente en la escena de un atentado, un 60% conocen una persona que resultó herida por causa de un atentado, la mitad de los jóvenes conocen una persona que murió en un atentado y un quinto de ellos reportó que un familiar cercano resultó herido por causa de un atentado. En Jerusalem se presentó el nivel más alto de exposición a eventos terroristas, en comparación con Hertzliya y Haifa.
De la investigación, se puede entender que la exposición al terror provoca depresión: una gran cantidad de jóvenes han reportado haber tenido reacciones emocionales por causa de la exposición al terror. Además, una minoría de los entrevistados sufre de síndrome Post-Traumático. Entre los síntomas más comunes que reportaron los jóvenes de Haifa: "Desde los atentados estoy más nervioso y me asusto por cada movimiento pequeño" (83.2 %) "cuando pienso en lo que pasó en los atentados me asusto y me da miedo" (73.2%). Un 40% de los jóvenes de Haifa y unos 50 % de los de Jerusalem reportaron síntomas depresivos que los exponen a un gran peligro: el desarrollo de una depresión emocional.
La investigación señala que existe una relación clara entre el estilo y la fuerza de la exposición al terror, y la depresión emocional: quien estuvo presente en la escena del atentado, muestra una gran depresión. Los jóvenes que muestran más síntomas Post- Traumáticos y depresivos, consumen más alcohol y con más frecuencia que los que no estuvieron presentes. Este dato tiene una gran importancia porque este estudio se realizó por primera vez entre los adolescentes de Israel. Incluso en el mundo son muy pocas las investigaciones en el tema, es por eso, que los investigadores están muy interesados en una cooperación internacional.
Otros resultados muestran que el 12.5 % de los jóvenes que estuvieron presentes en la escena del atentado en Haifa, mostraron síntomas de Post-Trauma, a diferencia del 3.7% que sufrieron de estos síntomas pero no estuvieron presentes en algún atentado. En Hertzliya se encontró que quien conocía alguien que resultó herido por algún atentado terrorista, bebe más alcohol; en Jerusalem el consumo de alcohol entre los jóvenes que estuvieron en la escena del atentado es más alto: más de dos tercios de los que estuvieron presentes en el atentado, bebieron alcohol por lo menos tres veces a la semana en el último año. De aquí que cada exposición al terror o violencia política, conlleva a consecuencias graves en la salud mental de los jóvenes.
Más de dos tercios de los jóvenes expresaron que recibieron apoyo de sus familias, de sus amigos y de "otros agentes importantes"; a pesar de ello, y aunque la mayoría de los jóvenes dijeron que la familia trata de ayudarlos, muy pocos reportaron que sienten que pueden hablar sobre sus problemas con sus familias.
Las recomendaciones de los investigadores:
Prevención y tratamiento: Se debe tratar de forma especial al grupo reducido que se encuentra en "el círculo cercano" a la exposición al terror, que es el que, especialmente reporta varias dificultades. Este grupo necesita seguimiento, asesoramiento y tratamiento de larga duración, con el objetivo de prevenir el deterioro de su situación mental. De este modo, se deben buscar soluciones a largo plazo también para el grupo más amplio de jóvenes que forman parte del círculo lejano con respecto a los heridos. Se debe encontrar formas para trabajar con los jóvenes, en especial con los niños, para reducir el consumo de alcohol como forma de sobrellevar la experiencia de la exposición al terror o a la violencia política.
Apoyo de las escuelas: Se debe reforzar la posibilidad de que la escuela sea una base y fuente de apoyo para los jóvenes en tiempos de crisis.
Prevención de uso de drogas y alcohol: En todo programa de intervención y prevención se debe tratar el tema del uso de sustancias psicoactivas en general y alcohol en especial, como forma de expresión de la depresión de los jóvenes y como método errado de enfrentarse a tal situación.
Involucrar a los padres: Es importante encontrar los modos adecuados para involucrar a los padres en el programa para la prevención con el fin de enfrentar las situaciones de tensión provocadas por la exposición al terror; así los padres, podrán brindarles apoyo a sus hijos.
Seguimiento y tratamiento: Los investigadores recomiendan un seguimiento de los jóvenes que fueron expuestos al terror y continuar con el tratamiento de forma duradera, aún cuando se reduce el número de heridos. Además, existe una importancia especial para tratar los traumas y las presiones que no son relacionados con el terror. De esta forma se podrá mejorar la salud mental de los jóvenes y ayudarlos a adquirir herramientas para enfrentarse a situaciones difíciles.
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