No sé si lograré encontrar las palabras para escribir sobre lo que ocurrió en Sherit Hapleitá El 26-07.Casi 200 personas estaban en silencio en la sala. Era un homenaje al joven Daniel Rus Z’L, secuestrado a la edad de 26 años de su lugar de trabajo,y a través de él, a los 30.000 desaparecidos durante la dictadura militar en la Argentina.
Tal vez sirva comenzar por el final, por esa melodía “Oifn pripechik” que el Maestro Ricardo Hegman interpretó en ese piano que los padres de Daniel habían donado a la institución luego de su desaparición en el año 1977. Luego la música de la Lista de Schindler, tan significativa para todos
Francisco Wichter, secretario de la Asociación, abrió las puertas de la Casa para rendirle el merecido homenaje a Daniel Rus y a los desaparecidos en la Argentina y rogó respetarlos sin los aplausos acostumbrados.
Adriana Schettini, coordinadora de Sherit Hapleita, y lamentablemente ausente por razones de salud, dice en su texto introductorio: “….Esto es un ejemplo moral y un motivo de admiración: ellos, los que han padecido el mal absoluto, los que Hitler y sus seguidores intentaron exterminar por el sólo hecho de ser lo que eran, judíos, mientras el mundo guardaba un silencio vergonzante…….no perdieron la capacidad de empatía con el dolor del otro”.
El Sr. José Moskovits, Presidente Honorario de la Institución reflejó en sus palabras aquellos años de asesinato y represión, tan similares a los que perpetrara a sus hermanos la bestia nazi y recordó que en su estudio en aquellos años había honda preocupación por los perseguidos y desaparecidos.
El Rabino Daniel Goldman, sintió este acto como “muy fuerte, porque yo también soy hijo de sobrevivientes y eso lo llevo sobre uno de mis hombros; y sobre el otro, llevo a Sara, a las Madres y a los desparecidos” . Hizo mención a un concepto que también Schettini retoma en su libro “….Y elegirás la vida”: La palabra Jaim en hebreo es Vida, pero es Vidas en plural, porque cuando uno está comprometido con la Vida, la vida del otro es parte de tu vida”.Concluyó con una frase que simboliza la resistencia y el amor a la vida que Sara demuestra a diario: “Me siento cobijado por Sara, y nosotros también la cobijamos”.
Sarenka agradeció a todos los que habían venido a acompañarla , a las amigas que conocían a su hijo desde que nació, a sus compañeras y compañeros - también víctimas de la tragedia argentina - ,a las Madres de Plaza de Mayo, a los que la acompañaron y sostuvieron siempre en su dolor. Agradeció a Sherit Hapleitá, a la familia Moskovits que siempre estuvo a su lado, y a toda su familia que padeció junto a ella.
Eva Eisenstaedt
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