Durante la última quincena se rindieron una gran cantidad de homenajes en el marco de dos de las instancias centrales de la comunidad, algunos recibieron ese nombre y otros el de entrega de un premio, tributo y descubrimientos de placas conmemorativas.
La AMIA el 25 de noviembre le entrego el Premio AMIA al doctor Bernardo Klisberg; la DAIA le rindió el día 29 un tributo al investigador Gregorio Klimosky; un grupo de dirigentes patrocinó el 1º de diciembre que la Legislatura de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires colocara una placa en homenaje a Don Gregorio Fainguersh z´l en la esquina de Sarmiento y José Evaristo Uriburú; la AMIA el día 2 homenajeo, en el Teatro Gran Rex, a los asociados que cumplieron entre 36 y 50 años como socios; entre los días 4 y 7 de diciembre, en el marco del “Encuentro Internacional Recreando la Cultura Judía dedicado a la Música” organizado por el Departamento de Cultura de la AMIA se efectuaron seis homenajes: a Ljerko Spiller, Leibele Schwartz, Ben Molar, Jacobo Ficher, Teodoro Fuchs y Mariano Drago; al anocher el 7 de diciembre en la Plaza Seca del edificio de la AMIA se descubrió un altorrelieve en homenaje a los Desaparecidos Judíos y por último la DAIA, al mediodía del día 10, descubrió una placa con motivo de los 110 años de la AMIA.
No es intención de este comentario objetar estos reconocimientos, todo lo contrario, pues cada uno de los homenajeados es merecedor de recibirlos, sino referirse a ciertos detalles de organización y a otras circunstancias, que sería conveniente tener en cuenta para ocaciones similares en el futuro.
DETALLES Y DETALLES
Qué los responsables del “Encuentro Internacional Recreando la Cultura Judía dedicado a la Música” desearan homenajear a judíos que se destacaron en esa área de la cultura es muy loable, pero al ser tantos su impactó en la comunidad se diluyó.
Recordar a Don Gregorio Fainguersh z´l, un azkan que dedicó su vida a la comunidad, es una obligación que todavía las instancias - en las cuales actuó – no le rindieron, como a muchos otros destacados dirigentes. Para preservar la memoria de nuestra comunidad sería conveniente que además de ser recordado en una esquina de Buenos Aires, se lo hiciera en alguna de las dependencias de la Kehila.
El doctor Bernardo Klisberg es un intelectual reconocido en todo el ámbito de América Latina y que la AMIA lo galardonara con el recientemente instituido “Premio AMIA” más que honrar al receptor lo hace con quien lo otorgó. Que personalidades como el Obispo de San Isidro y Presidente de Caritas, Monseñor Jorge Casaretto; del ministro de Educación de la Nación, doctor Daniel Filmus y del Vicejefe de gobierno de la Ciudad, licenciado Jorge Telerman se refirieran a su labor científica y a su personalidad, es uno de los detalles que no se pueden obviar. Otro que fuera el presidente de la AMIA el que representó a la institución para dar lectura a los fundamentos por los cuales la Comisión Directiva decidió otorgárselo al doctor Klisberg, quien además – visiblemente emocionado – expresará unos pocos conceptos sobre la vida privada del galardonado. Sobre este último hecho, teniendo en cuenta la relación existente entre el presidente de la AMIA y el doctor Klisberg, hubiera sido más delicado que otro miembro de la Comisión Directiva fuera el encargado de referirse al galardonado.
CIRCUNSTANCIAS E INTERNAS COMUNITARIAS
En el marco de algunos de estos homenajes la interna comunitaria se hizo sentir, generando circunstancias que deberían evitarse.
Una fue que a los pocos días de que la AMIA entregará su premio al doctor Bernardo Klisberg, la DAIA hiciera algo similar, rindiéndole un tributo al investigador Gregorio Klimovsky. Aunque no se sea mal pensado, la cercanía temporal de ambos actos es muy llamativa.
Con respecto al acto organizado con motivo del descubrimiento del altorrelieve en memoria a los Desaparecidos Judíos, es evidente que la interna comunitaria influyó para que no hicieran, formalmente, uso de la palabra dirigentes de la AMIA y de la DAIA.
Esto impidió que las instituciones centrales de la comunidad expresaran frente a la máxima autoridad nacional, el Presidente de la República, doctor Néstor Kirchner, el reclamo aprobado por la conducción del doctor Hugo Ostrower: que es obligación del Estado continuar la búsqueda de los cuerpos y su identificación, para que sus deudos pudieran decidir se desean que sean enterrados de acuerdo al credo que profesaban.
La justificación a esta circunstancia, similar a la del acto del 18 de julio pasado: aceptar las presiones de los familiares de los desaparecidos ahora, y de los asesinados en el atentado a la AMIA antes, sólo evita que el problema existente entre las bases y cierta dirigencia adquiera la real dimensión que posee.
¿Qué se debe hacer? Quizás la respuesta la haya dado Secretario del Departamento de Socios y Prosecretario Primero de la AMIA, señor Mario Sobol, en el Homenaje a los Socios de AMIA, cuando dijo: “Este es también un momento muy especial porque estamos convocando a elecciones comunitarias para el 17 de abril del año próximo, fecha en que por mandato de los Estatutos debemos hacerlo. Hace ya seis años que en AMIA no hay elecciones. Por transparencia, por democracia, por derecho y por deber, debemos hacerlo. Debemos exigirlo, debemos participar y decidir”.
La única manera de evitar que la interna comunitaria ensombrezca homenajes y acciones comunitarias decididas por la dirigencia es que quienes tienen la responsabilidad de conducir la comunidad sean elegidos democráticamente y no por el consenso de unos pocos dirigentes.
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