Comunidades


Periódico Judío Independiente
La Cantante Rivka Klinitzki Wainer Z`L.
Por Moshé Korin
Decir que Rivke Klinitzki Wainer, era una señora de la música, resulta insuficiente. Porque Rivka fue en la Argentina la cantante popular por excelencia.

Rivka estuvo siempre cargada de do - re - mi - fa - soles, de una música en constante renovación, como un río caudaloso.

La muy querida y talentosa cantante e intérprete de la canción judía, Rivka Klinitzki, falleció en Buenos Aires el 26-08-04 y fue sepultada en el Cementerio Judío de La Tablada.El pasado 6-11 la AMIA le tributo un merecido homenaje.

Rivka llegó a la Argentina después de la 2ª Guerra Mundial en compañía de su esposo, el compositor músico y pedagogo León Wainer Z”L. Corría agosto de 1949.

El judaísmo argentino presentaba un mosaico sumamente interesante de costumbres, estilos de vida y de cultura.Se proseguía con las tradiciones y maneras de la Europa Oriental de Pre-Guerra.

La pareja artística Klinitzki-Wainer, dos caras de la misma moneda, ingresó a la Argentina auspiciosamente. La sociedad judía de entonces quería oír cantar y, a su vez, acompañaba el canto. Wainer no tardó en organizar un coro “Doires Zinguen” (cantan las generaciones), y nuestra querida Rivka hizo oír las creaciones del maestro, que fueron rápidamente adoptadas por el público.

Los Wainer alcanzaron en la Argentina mucho más que reconocimientos: se hicieron querer y fueron respetados y aplaudidos por sus colegas y por el público.

Rivka Klinitzki llegó al país con una vasta experiencia en el canto y en la interpretación de la canción judía.

Rivka nació en Lutzk el 18-12- 1903. En Polonia, su familia estaba constituida por su padres Mótl y Charne; sus hermanos Abraham, Hershl, Mendl y Pese. Sólo esta última logró emigrar a la Argentina en el año 1939.

Su hogar, sionista y tradicionalista, era un lugar donde imperaba la música y el canto.

Estalla la 2ª Guerra Mundial. Wainer casi milagrosamente, logra constituir un Coro Ucraniano Independiente. Dicho coro llega a reunir casi más judíos que ucranianos, el Maestro Wainer se expone en favor de sus hermanos judíos.

Con su coro ucraniano del cual Rivka Klinitzki era una de sus principales solistas sale en gira de conciertos por toda Rusia. Llega incluso al territorio judío autónomo de la Rusia Soviética, Birobidyán, donde consigue insertar en su repertorio dos canciones en ídisch, algo nada fácil en los tiempos que corrían. Las canciones son “Broit” (“Pan”), de Izi Járik, y “A birobidyáner freilej” (“Un freilej birobidyano”), de Itzik Féfer. (Freilejs es el nombre de una danza popular judía).

El éxito del coro le gana el favor de las autoridades, que no lo disuelven, a pesar de ser, en rigor, más judío que ucraniano.

Concluida la guerra y ya de regreso en Polonia, Los Wainer prosiguieron las tareas emprendidas en Rusia.

Posteriormente, la pareja artística Wainer-Klinitzki emigró de Polonia y pasó un tiempo en París. Desde esa ciudad se trasladaron, en el año 1949, a la Argentina donde residía la única hermana sobreviviente de Rivka, Paulina y su esposo Reuven Coldberg.

Niños judíos salvados por gente polaca, eran restituidos a manos de los suyos, e instalados en hogares que sostenía el Comité Central Judío de Polonia. Dichos niños habían sido ocultados por civiles polacos que a menudo los adoptaron como propios, o bien salvados en iglesias o monasterios donde recibieron educación católica. Muchos de ellos lucían pequeñas cruces sobre sus pechos.

Esos chicos vivían una tragedia adicional: cada vez que escuchaban una palabra en ídisch, quedaban aterrados, ya que en algún lugar de su inconsciente seguía resonando la recomendación de un papá, o de una mamá, de no contarle a nadie que eran judíos.

Los más grandes pedagogos no daban con la solución. Fue entonces cuando León Wainer y Rivka Klinitzki pasaron días y noches en los hogares, ejecutando al piano y cantando canciones para los pequeños. Y poco a poco, esas criaturas asustadas, nerviosas, sobreexcitadas, empezaron a cantar con ellos, a acompañarlos bajito, a susurrar las letras de sus canciones en ídisch. De ese modo iniciaron su integración al ambiente judío, luego de la gran hecatombe.

Cientos de niños judíos llegaron a rehabilitarse psíquicamente gracias a la labor de los Wainer; y ellos lo consideraban su más alto galardón. Cabe recordar que el maestro Wainer mismo había perdido en la masacre a toda su familia, a sus seres queridos. Realizaron una tarea de musicoterapia intuitivamente, producto de la desesperación y el gran amor.

Luego del fallecimiento de León Wainer (29-11- 1979) Rivka siguió deleitándonos con sus interpretaciones, en las que campeaba, por un lado, ese debatirse entre la vida y el naufragio, y por el otro, la alegría por el surgimiento del Estado de Israel, como así también un sin número de canciones y melodías que reflejan nuestro rico e inagotable acervo cultural judío.

Aunque a Rivka la apreciaba y respetaba desde niño, cuando mis padres me llevaban a distintos conciertos y festivales en los que ella actuaba, sólo en el año 1991, cuando tuve la dicha de presidir una delegación judeoargentina al congreso que se realizó en Moscú, pude redimensionar su talento. Y fue en el “Dom Uchónij” (El Aula Magna de la Universidad Moscovita) cuando centenares de judíos del mundo, y especialmente los escritores, poetas y artistas soviéticos quedaron deslumbrados por el canto y la interpretación que Rivka hizo de las canciones “In vinter farnajtn” (en los atardeceres de invierno) de Dovid Hofshtein, música de Evil Gorovetz y “Zing Shtil” de Wolf Iunin con música de Shólem Sekunda.

De la misma envergadura fueron sus posteriores actuaciones en Miami, durante seis temporadas consecutivas. Mucho antes, en la década del ‘60, había logrado gran éxito en Israel, cuando junto a su esposo y maestro León Wainer de quien se cumplen en estos días veinticinco años de su fallecimiento (29/11/79), recorrieron el Estado Judío.

Nuestra querida Rivke siguió deleitándonos con su ininterrumpida actuación hasta hace aproximadamente un año cuando enfermó.

Mi familia la extrañará y la recordará, especialmente en las noches del Seder y las de Rosh Hashaná, en las cuales participaba con su simpatía y su arte desde hace 13 años.

Rivka Klinitzki Wainer fue artista de talento y ternura. Siempre la recordaremos.

“Tehí nishmatá tzrurá bitzror hajaím”

Noviembre de 2004
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