Dentro de dos semanas la ciudadanía estadounidense votará para elegir quien ha de presidir su país por cuatro años desde fines de enero próximo.
En la Argentina, pese a faltar aproximadamente un año para que se deba votar para elegir senadores y diputados nacionales, los aprestos ya se están produciendo.
En nuestra comunidad los factores ideológicos que participan de la vida política interna ya se están preparando para afrontar el cambio de autoridades de la AMIA en mayo del 2005.
Cada una de estas contiendas electorales tienen significados y relevancias diferentes, y no son para nada comparables, al observar las notas periodísticas que se refieren a las dos primeras notamos que pueden llegar a tener un común denominador con la comunitaria: la falta de un cambio que genere expectativas favorables sobre el futuro de los acontecimientos a nivel mundial, nacional y comunitario.
El 2 de noviembre
La elección presidencial estadounidense tiene una importancia mayúscula en todo el orbe, quien triunfe en la misma no sólo gobernará a la superpotencia mundial sino que ha de influir en todo el resto del mundo.
Dos son los candidatos principales: George W. Bush, que aspira a ser reelecto, y John F. Kerry, quien intenta derrotarlo; un tercer candidato, el independiente Ralph Nader, intenta terciar en esta puja en la cual -de acuerdo a los analistas- cuando mejor sea su performance mayor será el beneficio para Bush, pues se considera que si él no se presentara, sus partidarios votarían por Kerry.
Los medios de prensa de alcance internacional, que tradicionalmente han apoyado a los candidatos demócratas, en está oportunidad muestran su clara preferencia por J. F. Kerry.
En nuestro país ocurre algo parecido, en los principales matutinos constantemente leemos notas y artículos que pueden no favorecer al candidato demócrata abiertamente aunque son sumamente críticos respecto a Bush.
Pero lo más llamativo es que en todos ellos se plantea que triunfe quien triunfe, la situación mundial seguirá más o menos igual, aunque Kerry no sería tan empecinado, como el círculo áulico de Bush en continuar aplicando la “guerra preventiva” para combatir el terrorismo.
Un detalle que quizás parezca sin importancia, pero que la tiene, y mucha, lo observamos cuando algunos de los especialistas locales en política internacional afirman que el triunfo de Bush afianzaría a Sharón y su política de aplazar las conversaciones de paz con los palestinos.
¿Octubre 2005?
Mientras que por un lado el Gobierno Nacional intenta unificar la elección para la renovación parcial de legisladores nacionales en uno de los domingos de octubre del año próximo, los líderes opositores -Macri, López Murphy, Carrió- continúan tratando de ocupar un espacio cada día mayor en los medios de prensa.
A su vez el Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires elige sus autoridades mediante una lista de consenso que preside Eduardo Duhalde. Si bien esto no elimina la elección interna, al haber una sola lista oficializada tanto a nivel provincial como en la gran mayoría de los distritos electorales y partidos municipales de la provincia.
Los comentaristas explican este regreso, ¿regreso?, de Eduardo Duhalde a la política nacional como el resultado de una necesidad, evitar que sus seguidores en la provincia de Buenos Aires se dispersen, lo que le haría perder relevancia tanto en la interna justicialista a nivel nacional como en la relación que mantiene con el Gobierno Nacional.
Si esto fuera así, y no tiene por qué no serlo, indicaría que la tan mentada reforma política suspendida desde lo formal – reforma de la ley electoral y de la de los partidos políticos, por ejemplo – tampoco es tenida en cuenta en los ámbitos internos. Algunos periodistas consideran que esta manera de proceder, al igual que la de los principales opositores y algunos operadores políticos del Poder Ejecutivo, lo que están haciendo es mantener las viejas estructuras, dejando en el recuerdo el “que se vayan todos”.
En base a estas opiniones no es aventurado pensar que la unificación de la fecha de elección de los senadores y diputados nacionales a realizarse el año que viene, no ha de implicar ningún cambio sustancial en el sistema político argentino.
AMIA y el recambio de sus autoridades
Cómo cada tres años, luego de los Iamim Noraím, en la AMIA se establece un calendario destinado a cumplir los distintos pasos estatutarios que culminan con la elección de los integrantes de una nueva Comisión Directiva que asume sus cargos en mayo siguiente.
De alguna manera el establecer este calendario impulsa a los factores ideológicos internos de la comunidad a “calentar sus motores” y empezar a prepararse para las dos posibilidades existentes a esta altura del proceso: que se presenten y oficialicen varias listas electorales o que se forme una sola, resultado de un acuerdo entre dirigentes.
Abraham Kaul, en el brindis Kehilatí de hace un mes, además de decir que su administración comenzaba a despedirse afirmó que para la próxima elección de la AMIA están en condiciones de votar aproximadamente 3.000 socios nuevos.
Sus palabras se entendieron de diversa manera, unos consideraron que afirmaba que debía realizarse elecciones con la participación de varias listas electorales, otros que les decía a los factores ideológicos tradicionales que ese nuevo caudal societario debía ser captado con ideas innovadoras. También estuvieron quienes consideraron que su intención era destacar que durante su gestión se habían conseguido -en poco más de un año de trabajo- 3.000 nuevos socios cuando históricamente el número era de unos 200.
A su vez los mal pensados interpretaron sus palabras textualmente, Kaul habló de elecciones, de 3.000 socios nuevos pero no de cuántas listas se oficializarían.
Pero en los corrillos no sólo se comentaron las palabras de Kaul, sino también cuáles son los aprestos que realizan los factores ideológicos, y he aquí que los nombres de los dirigentes que comenzaron a moverse son los mismos que lo hicieron hace tres años, hace seis años y hace nueve años.
Salvo los que por razones estatutarias no pueden ser reelectos: el presidente, el secretario general, el tesorero y los vocales con seis años de mandato consecutivo, el resto parecería que quiere continuar en la mesa de la AMIA por otro tres años más. Además están varios de aquellos que en el 2002 tuvieron que dar un paso al costado por razones estatutarias y que no les disgustaría para nada volver a ser electos para ocupar cargos en la Comisión Directiva de la Kehilá.
Por lo tanto, aunque todavía falta mucho par el 16 de marzo venidero -cuando se deben oficializar las listas -no observamos el surgimiento de nuevas figuras, o por lo menos veteranas, pero que no hayan tenido hasta el momento la responsabilidad de integrar ninguna de las conducciones de las instancias centrales comunitarias.
Lo grave, por lo menos en el caso de nuestra comunidad, es que si no surgen nuevos dirigentes y no se producen cambios reales en la composición de las comisiones directivas, es probable que no existan expectativas positivas sobre su futuro.
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