¨Si alguna vez , fuimos muchos uno solo, ello ha ocurrido únicamente en la montaña. Podrán decirme que esa alianza posible se repite cuando una guerra une a los hombres , con ideas diferentes. Podrán quizá tratar de convencerme de que en el Templo la oración colectiva es una sola, aunque sean tantos los hombres que recen. Pero no existe en este mundo otra unidad más firme y más segura , que la cuerda que fija hombre con hombre en la montaña que atrae a la aventura. No hay seguro , un señalar de ruta más difícil que aquel que fija el jefe en la cordada. No hay abrazo más cálido y fecundo que haga de la semilla del esfuerzo un árbol grande para que nazcan frutos del afecto leal entre sus ramas. Ser uno juntos, desafiando lo invisible , es acercarse a Ti, Señor de la Alturas . Y es encontrar en la cima compartida la sensación de ganar hasta el reposo para pensar de nuevo en otra subida¨.
Rogelio Figueroa , Valle de las leñas , Agosto del 2002* .
Y de repente surgió el desafío de la escalada en roca .Podría haberlo evitado . Siempre podemos ¨no hacer¨, dejar pasar, mirar para otro lado, no escuchar lo que se murmura frente a nosotros, no aceptar invitaciones para subirnos al tren de la osadía.
Siempre podemos negar el salto cualitativo que supone lograr una experiencia intransferible. Como es animarse a vivir un sueño o concretar un cambio de vida . Nunca es fácil abandonar una sumisión silenciosa , una forma ineficaz de defendernos , para trasmutarla en una afirmación firme pero tranquila de quienes somos, en qué posición estamos , que es lo que queremos y qué es para nosotros lo aceptable y lo no negociable.
Para discriminar es necesario conocernos . Saber lo que podemos, lo que no y probarnos. ..A veces creemos que no podemos lo que antes no conseguimos pero ahora como el cuento del elefante encadenado que relata que ese gran animal se quedaba quieto sujeto por una cadena a un pequeño poste que con su gran fuerza podía derribar . Se quedaba amarrado a él porque desconocía su fuerza. De niño había sido atado a él. De pequeño había probado zafarse hasta que su impotencia le ganó. Y hoy que es adulto ,enorme y potente , no ha tomado conciencia de todo lo que puede Y sigue ahí. Ligado , amordazado a ese pequeño poste.
El desafío apareció y yo , amigo del alma , como también te pasa a vos , quería probarme si era posible aún derribar postes...
CON EL ARNÉS ENTRE LAS ROCAS
Con el arnés puesto y pendida de una soga subí mi pierna derecha. Agarré con la mano izquierda una piedra que sobresalía de la gran montaña, con la derecha otra roca texturada que se asomaba pero mi pierna izquierda no lograba desraizarse de aquella protuberancia dura y resistente que la cobijaba. Porque los humanos tenemos 4 puntos de apoyo en la escalada de montaña: 2 manos y 2 pies. 3 puntos siempre deben quedar bien afirmados y sólo uno debe aventurarse en campos desconocidos.
Pero yo no podía dejar de vacilar con mis nuevos apoyos. Era difícil encontrar una roca que asegurara que mi cuerpo quedaría bien afirmado a la montaña. Es difícil encontrar certidumbres y garantías en la vida adulta. Todo muda . Y la salida parece consistir según el filosofo contemporáneo hindú Sri Sri Ravi Shanka en ¨relajarse y volver a nuestro centro. Mantenernos al margen de lo que provoca la desarmonia. Ampliar horizontes y profundizar en nuestras raíces ¨.
Es todo un arte ser cabra. Todo un arte aventurarse en la experiencia de escalar nuestras propias limitaciones , tener el coraje de concretar nuestros deseos, animarnos a decir que ¨no¨, dejar de complacer para ayudar a que salga nuestro ¨ser ¨genuino.
Modelar el cuerpo para fundirse con la roca y escalar para llegar a la ¨cima¨, al desarrollo de nuestro potencial , para afianzar nuestra misión, el para qué fuimos traídos a este mundo físico , es un desafío de vida y hoy lo comparto con vos, amigo del alma, intentando superar limitaciones.
Se trata de confiar en los compañeros de equipo . En el ¨Gran guia¨y en el instinto de aferranos a la roca texturada firme que emerge de la montaña.
ALGO MÁS QUE EL EQUIPAJE
Subí, escalé, trepé con todo el cuerpo y el alma . La montaña y yo éramos una, pero también sentía mucho miedo . Ella y yo a veces nos distanciábamos ...El desconocerla , me confundía y no sabía donde apoyarme para seguir escalando hacia la cumbre . De repente me quedé paralizada . Ya no podía bajarme, estaba a mitad de camino. No tenía el cordel suficiente ni los aros adecuados para iniciar el descenso. Me los colocarían en la ¨cumbre¨, ya no podía volverme a tras. La dirección era únicamente hacia ¨la cima¨.Como muchas de las elecciones que tomamos en la vida . No hay vuelta atrás. Una vez que tomamos la decisión , hay que asumir las consecuencias ...
La soga que me sostenía , tironeaba hacia arriba. Era la señal de la guía de montaña que estimulaba el ascenso. Su voz lideraba estrategias para aceptar el desafío de la escalada. Pero el trabajo debía hacerlo yo. Nadie podía hacerlo por mi. Era mi cuerpo. Mi decisión. Mi logro.
Su voz segura , su liderazgo sin invasión, su paciencia y acompañamiento silenciosamente presente, hicieron posible mi re-ubicación y propia escalada. Pensé en nuestro rol de padres, abuelos, maestros, directores de escuela, terapeutas, de lideres institucionales.Como lograr acompañar sin invadir. Guiar sin interferir. Encuadrar sin hacer el trabajo ¨de ellos ¨, de nuestros hijos, nuestras parejas , nuestros amigos . Respetar tiempos , espacios ajenos y propios. No adueñarse de las necesidades de los demás .Como podía aprender de esta guía de montaña a liderar sin autoritarismos , a no ser intrusiva , ni hacer el trabajo de otro. Sólo mi propio trabajo. Mi propia escalada . ¨Cuando un padre ama al hijo_ dice El Rebe_ , se hinca hacia el niño con tal amor que deja su lenguaje, para hablar el lenguaje del niño, deja su lugar para jugar los juegos del niño, abandona su mundo y la madurez que adquirió en treinta o cuarenta años para entusiasmarse por aquello que apasiona al niño. Pero no es un niño. Es un adulto , aun al jugar con el niño y precisamente , porque en verdad es un adulto , puede permitirse ser niño permaneciendo adulto ¨
SER LO QUE SOMOS
Nadie podía hacerlo por mi. Y lo hice... Arribé a la cumbre.
No podía creer mi logro . Fui subiendo de a poco. Con tiempo. En mi propio tiempo. Con ambivalencias , insegura de lograrlo y a la vez confiada que no iban a dejarme caer. El arnés y la soga me sostenían y la confianza en ¨el Gran Guia´ otorgaba estructura y objetivo al ascenso.
Hice cumbre . Abrazé la cima y agradecí el triunfo.
Y llegó el momento del rapel, de la bajada . De las piernas estiradas, los talones rozando la piedra húmeda, la espalda bien atrás y el gancho ocho que graduaba junto a mi diestra el descenso . Era difícil mantener el eje. Saber bajar, no sólo subir ... en equilibrio. El cuerpo se mecía como un péndulo... Pero esta vez no tuve miedo , me sentí cuidada. No iban a dejarme caer. Confiaba en el sostén y mi centro me armonizó. La tierra firme sin protuberancias , ni texturas volvió a recibirme. Otra vez. Todo estaba igual, como lo había dejado antes de la escalada. Pero yo ...no era la misma.
El desafío, como todas las situaciones criticas y aún las cotidianas de la vida , que elegimos o nos vienen , nos ayudan a conocernos más y a des-cubrir junto a quiénes estamos compartiendo el viaje de la existencia .
Las escaladas ( y no sólo de montañas ) permiten descubrir inseguridades ,miedos propios y ajenos. Vulnerabilidades , confianzas , flexibilidad corporal y emocional . Nos ayuda a percibir la elasticidad de nuestras piernas y la capacidad de discernir que es lo podemos y que no . Permite descubrir la adaptabilidad de nuestra espalda para amortiguar pesos. Los ascensos confirman la solidez o fragilidad de los huesos del alma...
SABER QUÉ OCURRE
Siempre podemos ¨no hacer¨, evitar los desafíos que supone cualquier escalada. Siempre podemos negar el salto cualitativo que supone lograr una experiencia intransferible. Como es animarse a vivir un sueño o concretar un cambio de vida . Nunca es fácil abandonar una sumisión silenciosa , una forma ineficaz de defendernos , para trasmutarla en una afirmación firme pero tranquila de quienes somos, en qué posición estamos , que es lo que queremos y qué es para nosotros lo aceptable y lo no negociable.
Sin embargo, jugarse, arriesgarse a exponer nuestros principios , nuestro ser genuino, conocer nuestras limitaciones y aprender a aceptarlas es una manera de encontrarle el sentido a la vida. Porque ¨ser montañes es dar la cara al viento, que te enfrenta allí donde hasta el diablo pediría descanso a sus tormentos. Es aprender a caminar con pies helados y es descubrir , finalmente , con asombro que tu fuerza es igual a tu conciencia, y que la nieve es tu amiga aunque te duela, y al mirar la cumbre, eres solo un hombre con mas hombres llevando a lo mas alto... tu bandera: *
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