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La guerra en Irak y el enigma de las armas

Por Julián Schvindlerman
Uno de los aspectos más polémicos de la guerra en Irak radica en el no hallazgo (¿aún?) de las armas de destrucción masiva cuya presunta posesión por parte de Sadam Hussein motivó la campaña de liberación militar anglo-norteamericana. Hubo un consenso en la comunidad internacional en torno a su existencia, lo que quedó manifestado en la resolución 1441 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la que puso sobre Sadam la obligación de demostrar que él no las tenía y no en la familia de las naciones en probar su posesión en manos del dictador bagdadí. Sadam no cooperó con los inspectores internacionales, fue esquivo a la hora de proveer información, y mantuvo una actitud desafiante en lo político.

Una vez que la intervención militar se había materializado y las armas no aparecían se especuló con varias posibilidades: o bien permanecían aún ocultas, o bien habían sido destruidas durante el período de gran indecisión mundial previo a la invasión, o bien habían sido desviadas a otros países, especialmente Siria. Hasta que David Kay –el responsable norteamericano por este asunto en Irak- elevó una nueva conjetura: hubo una campaña de desinformación interna en Irak que se trasladó al exterior. Los científicos de Sadam mintieron al dictador, le hicieron creer que estaban desarrollando esas armas, se quedaron con el dinero, y evitaron la ira de Sadam. Sadam, así engañado, engañó al mundo entero. O quizás el déspota quiso usar el fantasma del armamento no convencional para atemorizar a la comunidad internacional y diluir su determinación a invadir Irak.

Este cuadro abre un interrogante de índole general a propósito de que política debiera adoptar la comunidad global sobre estados totalitarios que buscan poseer armamento no convencional, dado que en la actualidad abundan las contradicciones. Tal como señaló Claudia Rosett del Wall Street Journal, críticos de la guerra en Irak aducen que fue un error atacar a Sadam porque, pareciera, él no tenía armamento no convencional. En el otro extremo, los críticos de un eventual duelo estadounidense con Corea del Norte, aducen que no se debe atacar a Kim Jong II porque él ya tiene armamento no convencional, incluso nuclear. Esto dejaría a la zona intermedia como el único área de acción legítima, vale decir, la zona en la que habitan aquellos estados dictatoriales que están desarrollando armamento no convencional pero aún no lo han logrado. El problema es que ahí mismo es donde se encuentra Irán hoy día, y la gesta de la familia de las naciones aún no ha dado resultados favorables.

Las armas en cuestión son un asunto importante y políticamente sensible para George W. Bush y Tony Blair pues ellos han empleado el argumento de la amenaza global que Sadam representaba al poseerlas como eje para la invasión. Pero esto no debiera nublarnos al punto de llevarnos a desechar todo el emprendimiento como un gran embuste. Recientes investigaciones en Norteamérica han concluido que las armas hasta el momento no han sido encontradas y puede que no existan. De ahí hay un largo trecho a asumir que Bush y Blair sabían eso oportunamente y que deliberadamente lo ocultaron para ganar apoyo a sus políticas. Recordémsolo una vez más: los miembros del Consejo de Seguridad que votaron a favor de la resolución 1441 también creyeron que Sadam había desarrollado tal armamento.

La intervención militar en Irak resultó en la liberación de 25 millones de iraquíes del yugo totalitario de uno de los dictadores más brutales del Medio Oriente. Significó remover del poder al hombre responsable por la matanza de la mayor cantidad de musulmanes en el mundo. Y puede marcar el inicio de una modesta gestación democrática en una región legendaria por su despotismo. El historiador Victor Davis Hanson provee necesaria perspectiva al indicar que ninguna de las grandes fatalidades pronosticadas por los críticos han ocurrido: no hubo miles de muertes, ni incendios de pozos petroleros, ni hambrunas masivas, ni olas de refugiados, ni más atentados del tipo 11/9/01 en territorio norteamericano.

Algunas cosas han salido muy mal y pueden incluso empeorar, lo que no debe llamar la atención en virtud de la magnitud colosal del desafío. Sólo de aquí a años vista podremos realmente sacar un balance realista respecto de esta intervención occidental en el corazón de una entidad musulmana liderada por décadas hacia la debacle más abismal. Debe haber lugar para la crítica pero no para la histeria. Exigir que las preferencias de los iraquíes sean tenidas en cuenta para la conformación del nuevo destino del país, es ejemplo de lo primero. Protestar ya desde las primeras semanas por la falta de la cabeza de Sadam en las manos del conquistador yanqui, y olvidar que capturar a Eichmann y otros oficiales nazis demandó varias décadas y algunos nunca han sido hallados (en la apta observación de Hanson), es ejemplo de lo segundo.

"Ud. debió elegir entre la vergüenza y la guerra. Eligió la vergüenza y ahora tendrá la guerra" espetó Winston Churchill a Nevile Chamberlain por apaciguar a Adolf Hitler en la década de 1930. El presidente Bush y el premier Blair tomaron la decisión correcta al invadir Irak, aparezcan eventualmente o no las armas de la discordia.

17 de Marzo de 2004 - 24 de Adar de 5764
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