En momentos de gran repercusión mediática por el juicio a la AMIA, el 17 de marzo se cumple un nuevo aniversario del ataque perpetuado a la Embajada de Israel. Doce años han transcurrido de la masacre y aún hoy un manto de misterio envuelve la causa, en la que se barajan gran cantidad de supuestos, pero que hasta ahora ni un detenido ni enjuiciado se encuentra tras las rejas.
Mientras tanto, la Embajada de Israel continúa con la línea argumental sostenida en el último acto aniversario por el embajador Benjamín Orón quien, en representación de la cancillería israelí, dio un paso adelante afirmando que “la incógnita queda resuelta” al anunciar que, dado los resultados arribados por Israel, se estaba en condiciones de sentenciar la culpabilidad de Irán. “Hoy tenemos todos los indicios que Irán está detrás del atentado con el Hezbolláh como brazo armado del gobierno iraní”, se le oye decir en el presente a Lior Haiat, Agregado Cultural y Prensa de la embajada de Israel.
No obstante, consultada por Comunidades, una alta fuente de la Secretaría de la Corte Suprema que tiene a su cargo la causa desde el año 1997, niega tal certeza al afirmar que no cuenta todavía con pruebas fehacientes como para acusar a dicho país.
Quien tampoco se muestra convencido de la culpabilidad iraní es Carlos Susevich, portavoz de los familiares de las víctimas caídas en el atentado. “Si tienen la prueba por qué no la dan a conocer, por qué tanto ocultamiento”, cuestiona Susevich, para luego arremeter: “ Y es que a través del argumento de la culpabilidad iraní lo que se busca es crear una nube de humo para saber ahora lo mismo que hace doce años: nada. Esa es la realidad”.
Hasta ahora, los movimientos visibles dados por el Alto Tribunal, se desprenden del fallo judicial de 1999 a través del cual se libra una orden de captura contra el libanés Imad Mughniyah, comandante del brazo armado del Hezbolláh y uno de los hombres más buscados del mundo, acusado de haber ejecutado el acto terrorista que hizo estallar el coche bomba en la sede diplomática por el cual perdieron la vida 22 personas, dejando heridas a otras 200 más.
Sin embargo, los argumentos dados por el Alto Tribunal y la Embajada de Israel no logran convencer a la opinión pública. Testigo de la paradigmática simbiosis que ha sellado la relación entre poder político y poder judicial en los ‘ 90, la ciudadanía se muestra crítica hacia el pobre desempeño de la Corte Suprema a lo largo de estos doce años y sobre todo desconfiada de la real voluntad política para esclarecer los hechos.
“La causa para mí está parada. Va a prescribir y nadie hace nada. Y es que los que se tenían que haber movido no se movieron: el Estado de Israel, que tenía que haber exigido diplomáticamente una respuesta al atentado; y la Corte Suprema por su ineficiencia y porque no le dijeron que indague a fondo”, exclama la periodista Fanny Mandelbaum.
Varias son las versiones que han circulado a lo largo de estos años como causantes del atentado contra la Embajada de Israel en Argentina. Desde la hipótesis que apuntala al giro en la política exterior del gobierno de Carlos Menem a favor de Israel y EEUU con el envío de dos buques a la Guerra del Golfo contra Irak, barriendo de esta forma con todo un pasado de neutralidad como miembro del Movimiento de Países No Alineados, hasta la presunción de un pase de facturas de miembros de la comunidad árabe, quienes habían otorgado altas sumas de dinero al por entonces aspirante a presidente Carlos Menem y que, tras su alianza con EEUU, vieron a éste como un traidor a la causa árabe.
Si bien pone el acento en el odio que el régimen iraní tiene a Israel y a las comunidades judías como causal profunda que permitió el atentado, lo cierto es que desde la Embajada de Israel, Lior Haiat no descarta que “algunos aspectos de la política argentina de los `80 y ’90 hayan ayudado en parte a tomar la decisión de hacer el atentado acá en Argentina”. No obstante, niega la versión que da cuenta que el apoyo otorgado a EEUU en la Guerra contra Irak fuera una de las razones del ataque a nuestro país.
Uno de los hechos turbios con los que se vincula más terriblemente al poder político de aquel entonces es el que refiere a la conexión local. Susevich, como representante de los familiares sigue firme en la teoría de la existencia de bolsones de corte antisemita en la fuerza policial que colaboraron en el atentado para que se levantara la custodia y se estableciera una zona liberada, y para que no se investigara en dónde fue armada la camioneta con los explosivos.
Por su parte, la Secretaría Especial de la Corte Suprema que tiene a su cargo la investigación tiene otra visión de los acontecimientos. Para ella, el grupo terrorista actúo sin delegar sus operaciones en contactos locales, sino que trabajó con familias afines al fundamentalismo islámico asentadas en la triple frontera que colaboraron para que pudiera llevarse a cabo el atentado, gente que entró a la Argentina y luego pudo huir por contar el país con condiciones favorables para hacerlo –facilidad de movimientos- y para quedar impunes. En momentos en que la peligrosidad de la triple frontera aparece nuevamente en el candelero -según advirtió hace poco tiempo los EEUU- dicha Secretaría trabaja en la articulación existente entre la triple frontera, la conexión internacional y el financiamiento del atentado.
De este modo, siguiendo dicha línea investigativa, el presunto involucramiento de grupos de policías como se viene sosteniendo en el caso AMIA, queda descartado en este atentado. Frente a la acusación de complicidad policial, el Alto Tribunal hablará de negligencia policial. La misma fuente de la Secretaría lo argumenta afirmando que está probado que el custodia de la sede diplomática se fue antes del edificio avisando de ello previamente a la Embajada. Ante el interrogante de por qué no llegó su reemplazante, desde la Corte contestan: “Por la misma ineficiencia de siempre”.
Sin embargo, para la periodista Fanny Mandelbaum, al igual que en el atentado a la AMIA, hubo aquí una clara complicidad policial. Tras las versiones que señalan que el custodio había avisado con anterioridad su retiro de la institución judía, la periodista reflexiona: “se ha dicho que el custodio al momento de la explosión salió de la sede diplomática acompañando al embajador. Pero las grabaciones que daban cuenta de ello y del patrullero que debía pasar por el lugar se han perdido. Por otro lado, cómo un custodio va a dejar la Embajada de Israel sola. Es muy fácil hablar de ineficiencia cuando hay tantos muertos”, exclama la periodista.
A su vez, Mandelbaum relata una anécdota que refuerza su posición a favor de la hipótesis de la complicidad policial. La periodista confiesa que cuando le tocó estar de guardia en una de las primeras noches de ocurrido el atentado, en un momento dos policías vestidos de civil le empezaron a contar a ella y su camarógrafo sobre la existencia de armas acumuladas en el sótano. Versión que, según la periodista, también se hizo circular en el caso AMIA. De este modo, Mandelbaum concluye: “Si no hubiese habido conexión local, no hubiesen hecho circular (por los policías) la versión que la Embajada de Israel estaba sobre un polvorín”, lo que se traduciría en una supuesta intención de desviar la atención de la causa en la posibilidad de una implosión. Esta hipótesis fue barajada en los primeros tiempos, hasta que las pericias determinaron que la masacre fue producto de una explosión originada por un coche bomba cargado con por lo menos 200 kilogramos de explosivos.
Jorge Cohen era jefe de prensa de la Embajada de Israel al momento de la explosión. Jorge Cohen hoy día es un sobreviviente que como tantos otros intenta rehacer su vida. Ya no trabaja en la sede diplomática. Pero convive casi todo los días con los recuerdos, esos que reconstruyó a través de relatos de terceros. Pero hay uno que no hizo falta reconstruirlo...Las imágenes lo retrotraen a los momentos posteriores a la explosión, al instante en que cobró conciencia de dónde estaba. No sabe cuánto tiempo permaneció allí, lo que sí recuerda es que se hallaba acostado con los pies hacia la puerta de la ambulancia y que cuando ésta se disponía a trasladarlo al hospital, con sus pies golpeó la puerta del vehículo y se tiró...No sabía quien conducía la ambulancia ni hacia dónde lo llevaban.
Hoy día el futuro de la investigación del atentado lo ve incierto. “Por el caso AMIA ya hay encaminada una investigación que puede ser regular, buena o mala pero hay una investigación, acusados, hay algo hecho; En la causa de la Embajada de Israel prácticamente no hay nada, con lo cual habría que empezar de cero”. Y es que para Cohen, “en la causa AMIA las partes involucradas se ocuparon mucho más en hacer presión ante el gobierno y también ante la opinión pública para que esto tomara estado público de memoria. En el caso de la Embajada, esto no sucedió”, sentencia.
Incertidumbre, sospechas, desconfianza, memoria, dolor. Muchas de las respuestas no llegan, y las que sí aparecen, no logran conformar a la opinión pública. A medida que pasan los años, la esperanza va dejando paso a la frustración y en algunos casos a la indignación. Y la tan preciada “Justicia”, se va diluyendo en el baúl de los recuerdos.
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