Comienza el 2004 y, de acuerdo a las encuestas difundidas en los medios periodísticos nacionales, las expectativas de la población son optimistas ya que consideran que será un año en el cual mejorará la situación del país.
Esto ocurre luego de varios años en los cuales la mayoría de la gente, al llegar a fin de año, afirmaba "esperemos que el año que se inicia no sea peor que el que termina".
Según algunos esto es el resultado de los cambios producidos en el país desde el momento en que el doctor Néstor Kirshner fue electo Presidente de la Nación.
Nadie puede negar que en los últimos siete meses algunas cosas se modificaron, mientras que otras no.
Por un lado los índices económicos indican una reactivación. Por otro ciertas mediadas judiciales relacionadas con la corrupción señalarían que algo está cambiando para bien en la sociedad argentina, a lo que se le debe sumar el impacto de las transformaciones en la constitución de la Corte Suprema de Justicia.
Además en este período de tiempo se realizaron elecciones en casi todos los distritos electorales del país y su resultado fue que la ciudadanía voto por los mismos políticos a quienes hace dos años les gritaba "que se vayan todos".
También la inseguridad continúa golpeándonos, aunque ahora desde el poder reconocen que en algunos casos participan en actividades delictivas quienes deberían evitarlo.
Además los cortes de rutas, puentes y calles - con las molestias que ocasionan pese a la justicia de sus reclamos - forman parte de nuestra realidad casi diaria.
La deuda externa sigue siendo un tema no resuelto y las alternativas de las negociaciones con el FMI, permanentemente siguen ocupando las primeras planas de los diarios.
Si intentáramos hacer un balance entre lo que se modifico para bien y lo que continúa igual, llegaríamos a la conclusión que no hay mucho margen para ser optimistas respecto al 2004, aunque sí a un futuro más lejano si continúa la reactivación económica, se logra un acuerdo con los acreedores externos y se disminuyen los niveles de corrupción e inseguridad.
Es decir que el 2004 será un año duro, en el cual todavía padeceremos tanto las consecuencias de la crisis económica que nos azotó en los últimos años como el accionar de los gobiernos que endeudaron al país mientras la corrupción se convertía en una forma habitual de vida para ciertos sectores de la población.
En este contexto se encuentra inserta la comunidad judía y consecuentemente sus dirigentes tendrán que trabajar duro para asegurar la continuidad de la estructura institucional.
A diferencia del país, en donde popularidad del doctor Kirshner se mantiene alta al igual que la de su esposa, la senadora Cristina Fernández, los actuales presidentes de la AMIA, la DAIA y la OSA tienen que superar el nivel de desprestigio que afecta a la dirigencia comunitaria, de la cual ellos no son los causantes.
El presidente de la OSA, ingeniero Manuel Junowicz, tendrá que continuar bregando - como viene haciéndolo desde que asumió - para que el Movimiento Sionista argentino no sea un sello de goma que organiza la celebración de Iom Hatzmaut. Entre las tareas difíciles que le esperan en el 2004 hay dos que serán sumamente complicadas: explicar la actitud del Estado de Israel en continuar la construcción del muro separatorio con los palestinos y a la reacción generada por la anunciada decisión de Libia y de Irán de permitir controles a sus armas de destrucción masiva.
El licenciado Abraham Kaul y el doctor Gilbert Lewi, presidentes de AMIA y DAIA respectivamente, tienen una misión muy engorrosa que cumplir en el 2004, que los miembros de la comunidad entiendan por qué durante años las conducciones de estas dos instituciones apoyaron la investigación del atentado a la AMIA realizada por el doctor Juan José Galeano. Además sí el Tribunal Oral Federal Nº 3 no condena como participe necesario a algunos de los ex policías de la Provincia de Buenos Aires acusados, también será su obligación esclarecer en que se basaron sus antecesores en el cargo para haber afirmado en más de una oportunidad que si lo serían.
Otra de sus tareas será la de lograr que la investigación del atentado a la AMIA continúe, que la decisión de la Cámara Federal de haberle entregado la causa al juez Canicoba Corral no signifique el cierre de la misma sino la profundización de pistas y otros elementos que en estos casi diez años no fueron tenidos en cuenta.
Deberán hacerlo sin descuidar el resto de las actividades que realizan cada una de las instituciones que presiden y dejando de lado los enfrentamientos internos que a lo largo de los años se sucedieron entre las conducciones de la AMIA y de la DAIA, debido a que cada una tiene un particular y peculiar campo de acción en la vida judeoargentina.
Otro aspecto que no podrán desatender es el de las relaciones con los medios de prensa, los que - al igual que lo vienen haciendo - los han de consultar ante cualquier hecho relacionado con el atentado a la AMIA, actos antisemitas, la lucha contra el terrorismo, situaciones que se produzcan en Israel y en el Medio Oriente, etc. Como sus palabras son consideradas representativas de toda la comunidad, siempre deben tener presente que la responsabilidad que les cabe es mayúscula y que son reporteados por el cargo que ocupan.
Si bien para ambos, el licenciado Kaul y el doctor Lewi, el 2004 será un año de intenso trabajo al servicio de la comunidad, para el presidente de la AMIA su significado es muy diferente que para el presidente de la DAIA. El licenciado Abraham Kaul culmina su mandato en mayo del 2005, y en el 2004 debe terminar de implementar los programas y proyectos que instrumentó a partir de junio del 2002. El doctor Gilbert Lewi inicia su labor en la DAIA, a la que llega con una amplia experiencia en otras instituciones comunitarias pero sin ninguna en la que hoy preside, además por el sistema de elección lo acompañan directivos que no fueron elegidos por él, por lo tanto el 2004 será un año en el que debe aunar el aprendizaje a la nueva función que le toca desempeñar con los postulados que explicitó cuando acepto ser candidato a la presidencia de la DAIA.
Al igual que con el país las perspectivas para la comunidad en el 2004 son duras, pero se puede ser optimista teniendo en cuenta que sus máximos dirigentes institucionales son personas que han de brindarse por completo a la responsabilidad que han asumido.
|
|
|
|
|
|
|
|
