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            | Antes todo deseo compartir contigo la visualización de un original y sorprendente milagro que está aconteciendo en estas bravías tierras de Medio
 Oriente. Los regímenes autoritarios y despóticos se desestabilizan y comienzan a
 derrumbarse a causa de violentas embestidas populares en sus desesperadas
 búsquedas de pan y de futuro.
 Mientras terremotos y tsunamis arrasan todos los ámbitos de estas monarquías
 caricaturescas y republiquetas petroleras no se habla del gran culpable de estos
 acontecimientos, cuyo nombre se ignora en forma hermética, que permanece en el
 más absoluto anonimato.
 No, no pienses esta vez en Israel. El no tiene nada que ver con todo esto. Esta
 vez sí que es un convidado de piedra. Y este es el milagro pro-clamado a gritos:
 es la primera vez que Israel no es el culpable de algo. Pero, ¿quién es el
 verdadero culpable?
 A fines de los '90, irrumpe en todo el mundo ese fenómeno arrollador que fue la
 globalización, los diferentes países del mundo se adaptaron e integraron a este
 fenómeno como pudieron y de las más diversas maneras, desde la vivencia corrupta
 y marginalista de amplios sectores sociales del Menemismo en la Argentina hasta
 las experiencias de los países europeos donde se desarrollaron amplias redes de
 contención e inclusión social para minimizar los efectos negativos y aprovechar
 al máximo los beneficios que también aportó este nuevo fenómeno.
 ¿Como se incorporaron las naciones petroleras de Medio Oriente a dicha
 globalización?
 Esta globalización impactó en todos los países petroleros de la región
 fortaleciendo la existencia de regímenes autoritarios y monarquías despóticas y
 pseudo parlamentarias que reparten las fabulosas ganancias entre una pequeña
 elite, dejando a la gran masa popular sumida en el más abyecto estado de pobreza
 y marginación imaginable ya que los multimillonarios ingresos por la producción
 de su petróleo terminan siempre tragadas por cuentas extrañas en el exterior de
 dichos paises.
 Imaginemos que puede llegar a ocurrir, con una sociedad con el 35% de desempleo
 en un país gobernado por una teocracia islámica y con armamento nuclear: Y nos
 hallaremos con el actual Irán.
 Y pensemos en una sociedad de un país que siendo el mayor productor de petróleo
 de África y el gran proveedor de energía a Europa, con un desempleo del 30% y un
 tercio de su población por debajo de la línea de pobreza y que además no produce
 alimentos a nivel interno, mientras los dineros del petróleo huyen a mundos más
 europeizados. Y nos hallaremos con una Libia ya post Kadafi.
 Esta región del medio donde se produce un tercio del combustible del mundo ha
 llegado a transformarse en el mayor foco de desestabilización mundial. La
 corrupción, la pobreza y el desempleo se han transformado en la principal causa
 de estas rebeliones y estallidos revolucionarios.
 Hoy estamos abriendo nuestros somnolientos ojos ante millones de personas de
 este mundo nuestro, condenadas a subsistir con menos de un dólar por día, y que
 la mitad de la población mundial vive con dos dólares diarios. Que la
 desigualdad mundial aumenta rápidamente y también crece la desigualdad entre
 “pobres” y “ricos” dentro de cada país. Que desde el año 1900 el ingreso medio
 en los países ricos con respecto a los pobres tenía una proporción de uno a
 cuatro y que hoy, en plena era de la globalización, la proporción es de uno a
 30.
 Todo esto ya está anunciando malos presagios y reacciones desesperadas en las
 poblaciones mas afectadas del planeta: en América Latina, 53 millones de
 personas padecen de hambre y desnutrición y la causa es por no tener acceso a
 los alimentos, aun en la Argentina que es el quinto exportador mundial de
 cereales y a pesar de que actualmente su economía está pasando por un período de
 bonanza y con un crecimiento anual del 8 % del PBI, mueren allí por día 25 niños
 menores de un año por desnutrición, según el informe de UNICEF del año 2008.
 La realidad africana es más que dramática; más de 300 millones de personas
 viven con menos de un dólar al día, 30 millones de niños menores de cinco años
 presentan signos de desnutrición y el 43% no tiene agua potable.
 En el sur de Asia, 600 millones de personas subsisten con un dólar diario. En
 Asia Oriental y Suroriental y el Pacífico, 500 millones de seres humanos
 sobreviven en esas mismas condiciones. En América Latina y el Caribe más de 100
 millones de habitantes malviven con dos dólares diarios. En Europa Oriental y el
 Asia Central más de 100 millones intentan vivir con cuatro dólares al día.
 La persistencia de la pobreza y la desigualdad en el mundo de hoy no se puede
 justificar, la brecha entre ricos y pobres sigue aumentando día a día. Hoy, más
 de 3.000 millones de personas carecen de una vida digna a causa de la pobreza y
 el hambre; el desarrollo sostenible en el planeta está seriamente amenazado
 porque una quinta parte de la población mundial consume irresponsablemente, con
 la sobreexplotación de los recursos naturales. El crecimiento económico
 espectacular generado en los últimos años no ha contribuido a garantizar los
 derechos humanos ni a mejorar las condiciones de vida; al contrario, ha
 aumentado la desigualdad y la injusticia hasta niveles realmente escandalosos.
 Casi nunca nos queremos inmiscuir con los temas económicos como si esto
 perteneciera únicamente al área exclusiva de grandes y sesudos especialistas
 pero la era de las comunicaciones nos vomita en forma tridimensional, a través
 de sus sofisticadas pantallas y parlantes, las crudas imágenes y sonidos de esta
 realidad que nos circunda y nos despierta con esa popular frase de: “Es la
 economía, estúpido”.
 “La economía, estúpido” (“The economy, stupid”), fue una frase muy utilizada en
 los Estados Unidos durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992 contra
 Bush padre y que le permitió llegar a la Casa Blanca.
 Mientras tanto, el resto del planeta sigue girando con su injusta rutina
 habitual donde millones y millones de dólares son destinados a la fabricación de
 sofisticados armamentos para la industria de la muerte, millones y millones de
 dólares van dirigidos en forma insulsa al consumo de productos suntuosos y
 extravagancias superfluas, millones y millones de dólares se dilapidan
 impúdicamente en pornografía y prostitución, miles y millones de dólares se
 gastan en los monumentales circos deportivos donde sólo le dan a la gente circo
 pero no pan; es decir, circo sin pan. Los emperadores romanos quizás fueron
 mucho más generosos pues intentaron dar circo y pan, a la vez.
 Un informe del Banco Mundial define al hambre como “una sensación desagradable o
 dolorosa causada por la falta de alimentos” y el director del Fondo Monetario
 Internacional, Dominique Strauss-Kahn, predice que “Miles, cientos de miles de
 personas padecerán hambre. Los niños sufrirán de malnutrición, con consecuencias
 por el resto de sus vidas”.
 Este es el verdadero culpable: el hambre.
 Más y más terremotos y tsunamis vendrán y toda la Tierra temblará pues las masas
 marginadas, famélicas y excluidas ya no están más huérfanas, ahora tienen acceso
 a internet, a Facebook, a Google y a Twitter.
 Los sumergidos del mundo se preparan para “las grandes guerras que vendrán”, las
 guerras contra el hambre.
 
 Guido Maisuls
 Kiriat Bialik, Israel
 
 
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