La Voz Judía


La Voz Judía
La historia de ruth
Por Rabino Daniel Oppenheimer

“Y sucedió en la época en que juzgaban los jueces...” (Ruth 1:1)

Después de la muerte de Iehoshúa, sucesor de Moshé como conductor de la naciòn, hubo un período de varios siglos en los que el pueblo judío estuvo regido por sucesivos líderes denominados “Shoftim” (= jueces) provenientes sucesivamente de distintas tribus. Estos dirigentes fueron, casi siempre, personas del máximo calibre espiritual y gobernaron con su buen ejemplo, al mismo tiempo que guerrearon contra los enemigos externos para liberar a los judíos de sus repetidos ataques opresores.

Inversamente, los Sabios también leen en el pasaje que abre el texto de Meguilat Ruth, que se trataba, peyorativamente, de una generación que en esa época “juzgaba a sus jueces”, es decir, que evaluaban si sus jueces dirigían de acuerdo a sus deseos (le permitían todo lo que querían) o si, al contrario, les imponían conductas morales aunque no les agradaran.
Asimismo, y también en tono de reproche, mencionan que los jueces de menor rango de aquella generación, no estaban a la altura moral que se esperaba de ellos para la función importante que cumplían.
Hubo hambruna en la tierra de Iehudá. Solamente una familia quedó exenta de la privación generalizada. Fue la del líder Elimelej.
Elimelej provenía de una familia patricia. Era descendiente directo de Najshón, el príncipe de la tribu de Iehudá en tiempos de Moshé.
Vivía en Bet Lejem junto a su esposa Nomí y sus dos hijos Majlón y Jilión que eran, asimismo, miembros destacados en el seno de la comunidad.
La presión sobre Elimelej de alimentar a la población con su propia fortuna, fue muy fuerte. Por lo tanto, decidió emigrar con su familia al país limítrofe de Moav, del lado oriental del río Iardén.
Eludir su responsabilidad fue considerado un error muy serio.
El hecho de emigrar a la tierra de Moav, un pueblo que tiene vedada su integración con Israel por haberse demostrado carente de gratitud (Moav son descendientes de Lot, que había sido salvado por Abraham cuando en su momento cayó prisionero), resultó aun más grave.
A raíz de que los moabitas oportunamente habían contratado a Bil’am para maldecir al pueblo de Israel que estaba en camino a su tierra prometida y por prohibir la provisión de comida al pueblo hebreo itinerante en su camino por el desierto hacia la Tierra de Israel, la Torá ordenó no buscar contacto con ellos por siempre jamás (Dvarim 23:5).
A pesar de eso, Elimelej y su familia se radicaron allí, si bien su intención inicial era para una estadía corta.
No obstante, estando ya allí, se afincaron.
La tragedia no tardó en llegar. Elimelej murió. En las Esferas Celestiales fue juzgado con Midat haDín (la ley Di-vina de Rigor) por lo que murió de manera repentina (sin preaviso)
Sus hijos luego tomaron esposas moabitas de la aristocracia local: Ruth y Orpá (no lo hubieran hecho de estar su padre en vida).
No sabemos si estas mujeres no se convirtieron al judaísmo porque pensaban que su integración a la nación judía era imposible por la ley de la Torá, tal como se establece para los hombres moabitas (Dvarim 23:4).
Es factible que efectivamente procedieron a convertirse, pero que la ceremonia fue inválida por originarse en interés ajeno al amor por el judaísmo, o por miedo a no obedecer los deseos de Majlón y Jilión.
También es posible que estas mujeres se hayan convertido al status de “Guer Toshav” (que implica la aceptación de no practicar idolatría, a pesar que el candidato no abraza incondicionalmente la Ley de la Torá. Este status no tiene vigencia en la actualidad). Aun si así lo hubiesen hecho, el matrimonio con ellas les estaba vedado.
Majlón y Jilión hicieron caso omiso a la muerte de su padre, y se asentaron en Moav en forma fija y habitaron allí durante diez años. La situación para ellos no fue buena.
Fueron perdiendo toda su fortuna hasta quedar en la indigencia total y, finalmente, murieron ambos (según Ramba”m, Hil. Melajim 5:9, esto fue por abandonar Eretz Israel, a pesar que lo hicieron por la hambruna).
Quedaron entonces, las tres viudas solas - y pobres.
Mientras tanto, Nomí se enteró a través de los viajantes judíos que D”s había revertido la suerte de su pueblo. Decidió pues - apenas terminó el período de duelo por sus hijos - retornar a su tierra natal.
Ruth y Orpá la acompañaron, pero después de comenzado el penoso regreso, Nomí pidió a sus nueras que cambiaran su rumbo y volvieran a sus antiguos hogares y a su situación de bienestar monárquico anterior.
Inicialmente, ambas declararon que no querían abandonar a Nomí, pero ésta, sintiendo que ya habían cumplido con creces su obligación de respeto hacia ella y hacia sus maridos fallecidos, les insistió en que les convenía volver con los suyos y que D”s seguramente las iba a recompensar por la bondad que habían demostrado.
Orpá finalmente renunció, besó a su suegra - y se tornó. (Según los Sabios, Orpá fue luego la progenitora del gigante Goliat, el soldado filisteo, que blasfemaba a D”s mientras los judíos del ejército de Shaul recitaban el Shmá a la mañana y a la noche).
Orpá tenía amor por el intelecto de Nomí, pero cayó en la inmoralidad aquella misma noche - pues el intelecto por sí solo - no salva a la persona del pecado.
El espacio de profundo amor que sentía por su suegra, al alejarse de ella, se colmó con idéntico intenso rencor hacia todo lo que había aprendido.
Ruth, en cambio, se aferró a Nomí. En su declaración siguiente, Ruth aceptó en forma clara e incondicional, todas las Mitzvot bíblicas y rabínicas, con su pertinente Retribución Di-vina en caso de desobedecer. Cuando Nomí se cercioró que los motivos de Ruth eran genuinos y que la decisión era terminante, desistió de seguir rechazándola.
Los caminos se abrieron. Pasaron los años, y los descendientes de la mujer que besó (y se apartó - Orpá), cayeron en manos de la mujer (Ruth) que se aferró (Sotá 12:).
El antepasado de Ruth, Lot, optó por apartarse de su venerable tío Avraham en búsqueda de incrementar fortuna personal, y su heredera, Ruth corrigió el pasado, afianzándose a Nomí - renunciando a toda la fortuna que podía tener en el palacio de su padre.
El padre de Lot, Harán, había condicionado su adhesión a las creencias de su hermano Avraham, a si éste se salvaría de los fuegos (de Ur Casdim) del rey caldeo - y finalmente sucumbió. Su descendiente, Ruth, eligió ser judía, pero incondicionalmente (Rav Avigdor Nebenzahl shlit”a).
Las dos prosiguieron su camino. Nomí, por no amonestar a su marido e hijos por el error que estaban cometiendo, volvía a Iehudá con un aspecto penitente: descalza y cabizbaja. Volvió a Bet Lejem, su pueblo natal, donde la habían conocido antes como mujer aristocrática - a pesar de la humillación que esto provocaría, y trajo a Ruth consigo, a pesar de que podía causar más desprecio por la evidencia del error de su familia. Todo esto, para expiar su “pecado”.
Cuando arribaron a Bet Lejem, los habitantes locales se asombraron por el aspecto triste que mostraba la anteriormente distinguida Nomí. Si bien en una situación habitual no se debe referir de ese modo (“¿acaso esta es Nomí?”), pues constituye “Ona’at Dvarim” (herir con palabras), las mujeres lo dijeron para su beneficio (le’toelet), por lo que no se consideró un pecado.
Nomí, en cambio, asumió la responsabilidad de lo ocurrido: “No se dirijan más a mi como a Nomí, llámenme Mará (amarga) pues D”s transformó mi vida en amargura. Yo me fui colmada, pero D”s me ha devuelto vacía... D”s ha testimoniado acerca de lo que merezco”.
Nomí se convirtió en modelo para todos aquellos que, de alguna manera les toca vivir momentos duros, al aceptar el veredicto Di-vino en lugar de rebelarse por su destino. Imaginemos, por un momento, la vergüenza de Nomí frente a la gente a quien su marido no había querido mantener en las épocas de crisis...
La Torá (Vaikrá 23:22) ordena a los agricultores que dejen para los necesitados las espigas que se caen en el momento de la cosecha, como así también las espigas que quedan olvidadas, y la esquina del campo. Estas leyes se obedecían estrictamente en aquella época.
Por lo tanto, Ruth le ofreció a Nomí (que ya era mayor e imposibiltada) ir a algún campo a recolectar lo que pudiese, para no morir de hambre. Ruth fue a juntar y, providencialmente, fue al campo del anciano Boaz, primo de su marido, Majlón.
Boaz, quien recién se levantaba del duelo por su esposa, decidió visitar sus campos aquel día, un evento poco frecuente para él.
D”s tiene todo previsto: el día en que falleció la primera esposa de Boaz, ya estaba Ruth para cubrir ese espacio vacío.
Boaz saludó a sus campesinos, y estos le devolvieron el saludo, deseándole que D”s lo bendiga.
Siendo que Boaz había enviudado, y “aquel que permanece sin esposa, vive sin bendición y sin alegría” (Ievamot 62:), sus labradores le desearon que pronto pueda rehacer su hogar.
Cuando Boaz vio a Ruth, que tenía un modo especialmente recatado de levantar las espigas caídas y siempre cuidadosa de no recoger más que dos espigas del suelo (pues si son tres o más espigas, le siguen perteneciendo por ley al dueño del campo), averiguó acerca de quién era esa doncella singular. El supervisor del campo le contó (en términos no muy encomiables), que se trataba de “una muchacha moabita, quien había vuelto acompañando a Nomí de los campos de Moav”.
A pesar de escuchar esa versión, Boaz no se dejó turbar. Se acercó a Ruth y le ofreció que no dejara de concurrir a su campo y que se sintiera tranquila.
“Me enteré de la conducta que tuviste con tu suegra” - dijo - “al abandonar las comodidades que ofrecía tu casa, para sumarte a un pueblo que no habías conocido ayer. D”s te bendiga por tu elección”.
Boaz, asimismo, ordenó a su gente proteger a Ruth, permitirle compartir su comida e, incluso, dejar caer espigas, renunciando propiedad sobre ellas (tornándolas “Hefker”) para que Ruth tuviera más para recolectar.
A su regreso a casa, cuando Nomí se enteró que Ruth había estado en el campo de Boaz, se alegró, pues Boaz era pariente y se le aplicaba la ley de Go’el (quien redime los campos vendidos por familiares empobrecidos - Vaikrá 25:25) y, seguramente, se preocuparía por el futuro de Ruth, viuda del primo difunto.
Ruth pasó la temporada de la cosecha de cebada y la del trigo en los campos de Boaz para luego regresar con Nomí.
Nomí, preocupada por el futuro de su nuera Ruth, se percató que Boaz, a pesar de haber escuchado acerca de las virtudes de Ruth, y habérsele acercado para que quedara en su campo, no había tomado iniciativa alguna durante toda la temporada de la cosecha para ofrecerle matrimonio. Si bien Boaz era ya un anciano, casarse con un Tzadik de tamaña envergadura espiritual, sería un mérito para Ruth y para el recuerdo de su difunto marido.
Por lo tanto, Nomí decidió entrar en acción para sugerir que Boaz y Ruth se casaran. Sin embargo, no podía enfrentar abiertamente al sobrino Boaz, quien posiblemente creyera que casarse con una conversa, no sería digno para su talla patricia.
Así fue que Nomí envió a la propia Ruth para que hablara con Boaz y le pidiera que la tomara como esposa. De todos modos, esto no podía ocurrir en público dado que lo pondría a Boaz en una situación comprometedora. Fue entonces, que le sugirió a Ruth la idea de ir a ver a Boaz a mitad de la noche. Nomí calculó que el momento era propicio, dado que la cosecha había sido abundante después de tantos años de escasez y Boaz consideraría la posibilidad de volver a contraer matrimonio y formar una familia. Aparte de esto, una vez que la recolección de trigo había concluido, Boaz estaría libre para dedicarse a su propia vida particular.
Antes de seguir adelante, es menester aclarar varias cuestiones legales-halájicas de la Torá.
La Torá ordena al hermano de un judío fallecido que no dejó hijos, tomar a la viuda como esposa (en caso que falleciera un hombre que sí dejó descendencia, estaría terminantemente prohibido al hermano desposar a su cuñada viuda). Esto se denomina Ibum (= levirato).
Si el hermano no quisiera tomar a su cuñada como esposa, entonces debe liberarla para que se pueda casar con otro hombre. Esta ceremonia se denomina Jalitzá.
En la actualidad y desde hace más de mil años, los Sabios instruyeron que todos los que se encuentran en esta situación, deben llevar a cabo la Jalitzá en lugar de Ibum. El motivo de esto es que los hombres tal vez tomaran a sus cuñadas en cuestión, por su belleza y no con el objetivo de cumplir la Mitzvá de crear un recuerdo para su hermano fallecido. Si bien este precepto es obligatorio en el caso que existan hermanos en vida, el espíritu del mismo se extiende aun para otros parientes más lejanos (Rambá”n, Bereshit 38:8). En el caso puntual de Ruth, dado que Majlón no había dejado hermanos vivos, los demás parientes no estaban obligados a tomar a Ruth como esposa, salvo si quisieran ser especialmente voluntariosos (“Midat Jasidut”).
Otra Mitzvá de la Torá, que tiene relevancia en esta historia, prescribe liberar (recuperar) los campos que por necesidad vendió un pariente que ha empobrecido, para que ese campo quedara en poder de la familia y el pariente en cuestión tenga con qué mantenerse.
Por último, la Torá prohíbe a un hombre y a una mujer casada que no es su esposa, estar a solas en un lugar recluido. Esta ley se denomina Ijud.
Posteriormente los Sabios del tribunal del rey David, hicieron extensiva esta disposición aun para hombres (estar a solas) con mujeres solteras, viudas o divorciadas.
Esta disposición se dictó, sin embargo, después de la historia de Ruth. En el momento que estamos relatando, pues, aun no había entrado en vigencia la ley de Ijud para viudas y solteras (que sería el caso de Ruth).
Por lo tanto, cuando Ruth fue a ver a Boaz en la noche, no hubo trasgresión alguna por parte de Boaz y Ruth.
Aquella noche Boaz estaba vigilando el granero en donde había aireado su cereal (lamentablemente habían aumentado los robos en aquellos momentos) y Ruth fue sigilosamente para descubrir los pies de Boaz (como señal que le recordara su obligación moral como familiar de Majlón, de tomarla o liberarla) y acostarse como le había indicado Nomí.
Cuando Boaz se despertó a medianoche y se percató que había una mujer durmiendo a sus pies, se aterró y preguntó a la persona desconocida por su identidad. Ruth le respondió que se había acercado para pedirle que “extienda sus alas sobre su sierva”, es decir, que la tomara por esposa. Boaz quedó impresionado por su sinceridad, dado que, aparte de la bondad que había ya mostrado anteriormente al acompañar a su suegra a una tierra desconocida, en este momento nuevamente, eligió buscar casarse con un pariente - anciano como él - de su esposo, en lugar de elegir un novio joven.
Sin embargo, Boaz aclaró que, existiendo un tío (del fallecido Majlón y del propio Boaz) en vida (según algunos, su nombre era “Tov”), éste tenía la prioridad de casarse con ella. Sin embargo, le juró que de no tomarla este tío, la desposaría él mismo al día siguiente. Según algunos Sabios su voto estaba dirigido también hacia su propio impulso, para enfatizar la prohibición, e impedir todo acercamiento que permitiría quedar seducido por la atracción de Ruth.
Antes del amanecer, Ruth volvió a casa de Nomí con la noticia que su encuentro con Boaz había sido positivo. Conociendo la honestidad del Tzadik, Nomí le aseguró que Boaz no iba a pausar ni diferir la cuestión para otro momento.
Y así ocurrió. Boaz fue al pórtico de la ciudad, lugar en el cual se concluían todos los trámites y juicios, y Providencialmente, su tío, del cual le había hablado a Ruth, pasaba por allí.
El Midrash señala que la coincidencia es tan sólo aparente, pues aun si el tío estuviese alejado, D”s lo hubiese hecho llegar.
Una vez que los humanos habían cumplido con su parte, D”s concluye la gestión “aportando” lo que falta.
Boaz inicialmente le comentó al tío acerca de los campos vendidos por Nomí, los cuales debían ser rescatados por ellos que eran los familiares más directos, a lo cual el tío accedió inmediatamente. Sin embargo, cuando Boaz le estipuló que, en tal caso, debía tomar también a Ruth como esposa, el tío se negó.
Dado que la salvedad para las mujeres - dentro de la ley que impide la integración de hombres moabitas al pueblo judío - era poco conocida (por el hecho que de por si, las dos naciones en aquel momento casi no tenían contacto), el tío sospechaba que si él mismo tomara a Ruth como esposa, la gente descalificaría su descendencia.
Esto no ocurriría, sin embargo, si el propio Boaz desposara a Ruth, dado que Boaz era un Sabio de la Torá y nadie lo cuestionaría halájicamente a él.
Fue así, que el tío le transfirió a Boaz todos los derechos y obligaciones familiares respecto a las propiedades de Elimelej, Jilión y Majlón, como así también le cedió su deber moral hacia Ruth.
Una vez que el tío renunció a su parte, Boaz tomó a Ruth como esposa con la bendición de todos los presentes. Estos les desearon que tuvieran descendencia santa, como la que tuvieron Rajel y Lea, esposas del patriarca Ia’acov. La bendición se cumplió. Ruth quedó embarazada y dio a luz.
A su hijo lo llamaron Oved, que significa servidor (de D”s).
Él, a su vez, fue el padre de Ishai, quien fue el padre del rey David. David fue no sólo el justo rey de Israel, autor del libro de los Salmos (Tehilim), sino que con él comenzó la dinastía de los reyes y de grandes Sabios (como el príncipe Hilel), y de él surgirá el Mashíaj (ungido) que esperamos llegue pronto en nuestros días. Amén.

¿Por qué leemos esta Meguilá en Shavuot?
Existen varias respuestas.
Esta Meguilá relata la situación en la que Ruth, en su estado de pobreza fue al campo a recolectar espigas en la época de la cosecha (que corresponde a la estación en la que cae Shavuot), y podemos observar cómo se cumplían las leyes de las dádivas para los necesitados estipuladas en la Torá.
Asimismo, la tradición indica que el rey David, célebre bisnieto de Ruth, nació y, 70 años más tarde, falleció precisamente en el día de Shavuot, por lo cual se lo recuerda con la lectura en la cual se menciona su origen.
Otra razón más: Shavuot es para el pueblo de Israel, la fiesta que recuerda cómo sus antepasados aceptaron la Torá de D”s sin condiciones ni reservas. Desde aquel momento, todos aquellos que decidieron sumarse a las filas del pueblo de Israel, portar su legado y participar de su destino, debieron, de la misma manera, consentir a las mismas reglas sin excepción ni concesión alguna. Esto lo demostró Ruth, cuando afirmó ante Nomí su férrea determinación de adherir al pueblo del cual ella provenía, asintiendo a todas las Mitzvot que le fue enumerando. Si bien, quienes descendemos del pueblo judío, no tenemos la opción de elegir si queremos recibir la Torá o no, pues la decisión ya la tomaron nuestros ancestros (según el Midrash, todas las almas futuras del pueblo de Israel estuvieron también presentes en el momento de la Revelación Di-vina del Sinaí), pero sí ratificamos esa declaración de Na’asé veNishmá (obedeceremos y estudiaremos), cada vez que elegimos acatar cada una de la leyes de la Torá.
Por último, dicen los Sabios, que Meguilat Ruth no contiene leyes rituales de pureza e impureza, ni de lo prohibido y permitido para el consumo (aquellas leyes de conversión y de transacciones monetarias que se deducen de esta Meguilá, no conforman la esencia de la narración).
¿Por qué, entonces, fue escrita?
“Para enseñarnos acerca de la recompensa que se le asigna a quienes practican Jesed (bondad)” (Midrash Rabá Ruth 2, Ialkut Shimoni 601). ¿A quiénes se refiere?
Ruth que fue compasiva con su suegra (al no llevarla a colectar espigas con ella, sino asumir sola esa tarea), y Boaz, que desde un principio se preocupó por el bienestar de Ruth, y finalmente contrajo matrimonio con ella.
¿Y cuál fue su distinción?
La dinastía de la monarquía que comenzaría con el rey David y hasta el Mashíaj que desciende de ellos, y ese linaje debía constituirse basado en la bondad, tal como dice el pasaje: “y se asentará su trono en la bondad” (Ieshaiahu 16:5).
Ruth tuvo un mérito especial en esto, pues provenía de una nación que había demostrado precisamente lo contrario. Ella era hija del pueblo de Moav - una nación egoísta, cuya raíz inicial brota de Sdom. Originalmente, Lot, padre de Moav, se había casado con una mujer sdomita, que no quería siquiera servir sal a los huéspedes. A partir de la relación incestuosa de Lot con su hija, se engendró Moav, que llevaría esa misma característica ingrata e indiferente.
Ruth revirtió esa tendencia natural y se brindó incondicionalmente. Gracias a ella (que debía aún nacer en su seno muchos años más tarde), el pueblo de Moav no fue castigado por los hebreos - como sucedió con Midián - luego de haber expuesto a sus hijas a la promiscuidad (Bavá Kamá 38:) para pervertir a los judíos.
Del mismo modo en que la esencia de Meguilat Ruth es la bondad, así también la Torá - cuyo recibimiento celebramos en Shavuot - comienza, comprende y concluye, con actos de bondad (Sotá 14.).

 

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