La Voz Judía


La Voz Judía
¿Nuestros Hijos Se Casarán Con Judíos?
Por Rab Profesor Jonathan Sacks

El pueblo judío, habiendo sobrevivido miles de años bajo las circunstancias más adversas, incluyendo el holocausto, está hoy en día amenazado por los matrimonios mixtos y la asimilación. Las comunidades judías en la diáspora están experimentando un declive demográfico. ¿Por qué ha ocurrido esto? ¿Se podrá hacer algo al respecto?

El principal desafío que enfrentan los judíos en el presente, es mantener su identidad judía en una sociedad secular y abierta. El mayor peligro es la incapacidad de reconocer que los tiempos han cambiado y consecuentemente las prioridades comunes deben también cambiar.

Los tiempos han cambiado, y estamos empezando a sentir cómo repentinamente y radicalmente ha ocurrido este cambio. Crecíamos acostumbrados a una situación en la que la identidad judía era transmitida de generación a generación de manera habitual, mediante la memoria, eventos externos y un sentido innato de saber que éramos judíos. Últimamente hemos descubierto que para nuestros hijos el hecho de ser judíos es una cuestión de elección. Saben que pueden escoger otra cosa, ya sea para ellos mismos o para sus hijos. Y si escogen ser judíos lo harán sólo por una razón: porque conocen la historia judía, la riqueza de la vida judía, la grandeza de la ética judía y la majestuosidad de la fe judía, y están orgullosos de ser judíos.

Existe sólo un argumento convincente en contra del matrimonio mixto y es el siguiente: ser judío significa ser parte del pueblo del pacto, un heredero de una de las religiones más antiguas, inspiradoras, duraderas y asombrosas. Es heredar una forma de vida que se ha ganado la admiración del mundo por el amor a la familia, la devoción a la educación, a la filantropía, la justicia social y su dedicación infinitamente leal a su destino único.

Es importante saber que esta forma de vida, transmitida de padres a hijos desde los días de Abraham y Sará, sólo puede ser mantenida por medio de la familia judía; y al saber esto podemos escoger continuarla creando un hogar judío con hijos judíos. Nadie que ha sido tocado por las alas eternas del judaísmo va a romper con gusto la relación entre el pasado y el futuro judío. Esto, y sólo esto, nos asegurará un futuro con nietos judíos.

Haciendo los Planes
¿Cómo lo logramos? Desde un principio, sabía que este sería el desafío más grande en mi rabinato, y el desafío más grande al cual se está enfrentando la diáspora. A pesar de que el núcleo de la solución es la educación, el proceso de aculturación está por demás avanzado para ser ésta nuestra única respuesta. La mayoría de nuestros hijos asisten - y en el futuro seguirán asistiendo - a escuelas no judías.

Existe la pregunta de aquellos que han dejado la escuela y probablemente han ido a la universidad, o que ya han empezado sus carreras. Existe el problema de educar a los padres al igual que a los hijos, pues ¿cuál será la ganancia si nuestros hijos escuchan un mensaje en la escuela y otro en la casa? También existe la pregunta acerca de la mayoría de los contextos sociales en los cuales los jóvenes judíos se mantendrán judíos - y los cuales no son principalmente educacionales - sino que son centros de jóvenes, amigos, lugares de reunión, organizaciones y eventos sociales. ¿Cómo ayudará esto a hacer de nuestras sinagogas centros comunitarios genuinos, cálidos y que abarquen todo?

Una medida global es requerida, estudiada desde el corazón; aún más grande que cualquier cosa normalmente asociada con la palabra “educación”.

Va a ser difícil. Pero será posible si estamos preparados para cambiarnuestras prioridades, pues los tiempos han cambiado.
Renovar o Morir
Dos factores pueden sabotear la solución. El primero es la desesperación, a la cual debemos resistirnos a toda costa, pues si creemos que nada puede ser hecho, entonces nada será hecho. El pueblo judío nunca se ha rendido a la desesperación, y ahora no es el tiempo para hacerlo. El segundo factor es una falla en el entendimiento de que los tiempos han cambiado. Déjenme discretamente confesarles que yo no estudié en escuelas judías. Tampoco mis padres. Ni mi generación, ni la de mis padres, ni la de mis abuelos necesitó de una educación que les recordara que eran judíos. Pero nuestros hijos pertenecen a la cuarta generación. Lo que era suficiente para nosotros no es suficiente para ellos. En la cuarta generación, el judaísmo es retomado o es abandonado. No hay otra alternativa. Nosotros no somos nuestros padres y nuestros hijos no son nosotros. Nuestros padres trataron de darnos las cosas que ellos no tuvieron de chicos: comodidades materiales, una buena educación secular, una profesión. Nos trataron de dar las oportunidades que ellos nunca tuvieron. A nosotros nos toca darles a nuestros hijos lo que a nosotros nos faltó, la oportunidad de experimentar, vivir, conocer y entender nuestro judaísmo. Ese es el desafío.

 

La tribuna Judía 55

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