La Voz Judía


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La parasha semana a semana
Parashat Beshalaj - Equilibrio en el Reino Metafísico

Por Rab. Iehuda Appel

En un fascinante escrito, el Maharal (Praga, s. XVI) habla sobre la importancia de mantener un equilibrio en el estilo de vida. Él dice que en los reinos físicos y metafísicos está engendrada una predisposición hacia el equilibrio. Él cita el ejemplo peculiar de una persona muriendo. No es raro ver a un paciente que se está muriendo y repentinamente adquiere una ráfaga de fortaleza y energía. Pero, así como las esperanzas de uno crecen respecto de una recuperación, el paciente repentinamente muere.
El Maharal escribe que los seres humanos son “puntos de vida rodeados de muerte”, y este último minuto “en el que la vela arde” - esta ola final de energía - es el intento final del alma para mantener el equilibrio natural que existe entre la vida y la muerte.
El Jidá, el gran líder y místico sefaradí, también explica este tema del equilibrio. Él escribe que donde las oportunidades para un avance espiritual son más grandes, uno también encuentra los desafíos más grandes para un crecimiento espiritual. Él cita el ejemplo de Purim, que es un día en el año en el cual los pórticos celestiales del rezo se abren completamente delante nuestro y se nos da una oportunidad para que nuestros rezos sean respondidos.
En este caso, tú podrías pensar que en Purim pasamos todo el día en la sinagoga! Pero por el contrario, la naturaleza propia de Purim es celebración y alegría - y esto actúa como un gran obstáculo para la elevación espiritual. Si uno no es cuidadoso, Purim puede llegar a ser el día del año en el cual puedes llegar a tener la menor concentración y éxito al rezar.
En la porción semanal de la Torá, se cuenta sobre el exilio judío de Egipto, la confrontación entre D’os y el ejército egipcio en el Mar de los Juncos, y la subsecuente aniquilación del ejército del Faraón. Tan estupenda e inesperada fue la noticia de la derrota egipcia que todas las naciones de los alrededores se paralizaron por el miedo hacia el pueblo judío. “…El terror atrapó a los filisteos. Los jefes de Edom se atemorizaron. A los poderosos de Moab pavor los invadió. [Fue como si] los habitantes de Quenahan se derritieron” (Éxodo 15:14-15).
En ese momento, el pueblo judío tuvo la oportunidad de cimentar este exaltado estatus cara a cara con las naciones del mundo. Pero ellos erraron en su relación con D’os, y la balanza se tornó a favor de sus enemigos. Olvidándose de todos los milagros y maravillas que D’os había hecho por ellos, ellos hablaron palabras duras en contra de D’os - culpándoLo por la sed que ahora ellos sentían en el desierto.
Este comportamiento creó una falta de equilibrio enorme en el reino metafísico: por un lado, las naciones no judías poseían gran respeto por el D’os judío. Pero por el otro lado, los judíos carecían de la reverencia apropiada por el Todopoderoso.
Y como se presentaba, el pueblo judío se estaba beneficiando sin merecerlo: el temor a D’os de los no judíos le dio a los judíos una ventaja militar enorme. Este desequilibrio tenía que ser balanceado y sólo podía ser cambiado de dos maneras: 1. El pueblo judío tenía que volver a reverenciar a D’os, o 2. Los gentiles tenían que perder el temor por el pueblo judío y su D’os.
Trágicamente, los judíos no cambiaron. Como resultado, el pueblo judío fue atacado por los amalekitas, una nación famosa por su falta de respeto hacia D’os. Solos entre las naciones, los amalekitas son un pueblo que luchan voluntariamente y directamente en contra de D’os. A pesar de que ellos no niegan Su existencia o poder, los amalekitas patológicamente escogen hacer la guerra en contra de D’os.
Cuando las otras naciones vieron que Amalek atacó a Israel, sus propios temores del pueblo judío acabaron. Un famoso Midrash compara las acciones de los amalekitas con la entrada de una persona a una pileta caliente; hasta que la primer persona no entra en ella, nadie quiere entrar, pero después de que se dio el primer paso todos están dispuestos a entrar. Hasta que los amalekitas atacaron, todos tenían miedo del pueblo judío. Después del ataque, mucho de este miedo se disipó.
El equilibrio en la balanza del reino metafísico fue restaurado, a pesar de que tuvo trágicas consecuencias.

 

La tribuna Judía 41

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