La Voz Judía


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Una historia de dos judíos:Nathan e Isidor Straus

En los albores del siglo 20, un par de hermanos judíos llamados Nathan e Isidor Straus, eran dos de los hombres más ricos y famosos de los EE.UU..
Siendo los propietarios de las grandes tiendas Macy’s y los fundadores de la cadena A&S (Abraham & Straus), los hermanos eran multimillonarios, peroa así también eran famosos por su activismo en el plano social y filantrópico.
En 1912, los hermanos y sus respectivas esposas viajaron por Europa. Y fue entonces que Nathan, el más ferviente sionista de los dos, siguiendo un impulso, dijo: “¡Hey! ¿Por qué no nos damos una vuelta por la Tierra que se conoce con el nombre de Palestina?”.
Por supuesto, Israel no era en esos tiempos en foco turístico de hoy en día; su población estaba asolada por el hambre, las enfermedades y la pobreza. Pero los dos hermanos tenían un fuerte sentido de solidaridad hacia sus hermanos que no gozaban de la misma fortuna, y ellos además querían ver los centros de salud y bienestar que habían fundado donando muchos millones de dólares.
Sin embargo, luego de haber pasado allí toda una semana, Isidor Straus ya había tenido suficiente. “¿Cuántos camellos, cabañas y ieshivot más quieres ver? ¡Ya es momento de irnos”, exclamó con firmeza y con impaciencia.
Pero Nathan se negó a acatar la imperiosa orden de su hermano. Y no era porque no se diera cuenta de las privaciones que existían en rededor suyo; era precisamente a causa de ellas por lo cual quería quedarse. En tanto podía constatar de modo directo los desafíos que sus hermanos judíos estaban enfrentando, él sintió el peso de la responsabilidad.
“Nosotros no podemos irnos ahora”, protestó. “Fíjate cuánto trabajo es necesario realizar aquí. Nosotros debemos ayudar. Nosotros tenemos los medios como para ayudar. Nosotros no podemos darle la espalda a nuestro pueblo”, dijo.
“Muy bien; nosotros les enviaremos más dinero”, le respondió su hermano. “Lo único que yo quiero ahora es salir de aquí”, agregó.
Pero Nathan sintió que el dinero por si solo no era suficiente. El sintió que los judíos que estaban viviendo bajo tan dramáticas circunstancias en la Tierra conocida como Palestina necesitaban de la real presencia de sus hermanos para compartir con ellos sus iniciativas, su liderazgo, y sus ideas.
Pero Isidor no estaba de acuerdo con su hermano.
Ambos discutieron la cuestión desde todos los puntos de vista y finalmente Isidor dijo: “Si tú insistes, quédate aquí. Ida y yo nos volvemos a los EE.UU., adonde pertenecemos”.
Los dos se separaron. Isidor y su esposa regresaron a Europa, mientras que Nathan y su esposa se quedaron en la Tierra conocida como Palestina, recorriendo el país y contribuyendo con grandes sumas de dinero a la creación de programas de salud, educación, y bienestar social, con el fin de beneficiar a los necesitados. Nathan también financió la creación de una maravillosa nueva ciudad en las costas del Mediterráneo. Y dado que su nombre en Hebreo era Natan, y que él fue el donante más importante para la ciudad, sus fundadores la llamaron Natanya, en su honor.
Mientras tanto, estando en Europa, Isidor Straus se estaba preparando para viajar de regreso a su casa en los EE.UU. a bordo de un transatlántico en el cual también había hecho reservaciones para su hermano Nathan y su esposa.
“¡Debes viajar ya!”, le transmitió por cable a su hermano, en un telegrama urgente. “Yo he hecho reservaciones para ti y si no llegas pronto vas a perder el bote!”, le escribió.
Pero Nathan se demoraba. Había tanto trabajo para hacer que él esperó lo máximo posible para emprender el regreso. Y cuando llegó a Londres, era el día 12 de abril y el barco ya había zarpado del puerto de Southampton con Isidor y con Ida Straus a bordo del mismo.
Nathan se sintió desconsolado por haber “perdido el bote”, tal como su hermano le había advertido que pasaría. Y es que esa no fue una travesía corriente, normal y cotidiana que él no había cumplimentado; ese fue el tan divulgado viaje inaugural del barco más famoso del siglo: el Titanic.
Nathan Straus, muy golpeado y profundamente conmovido por el destino sufrido por su hermano y su esposa, no pudo dejar de lado el sentimiento de que él había tenido una cita con la historia. El tomar conciencia de que había eludido la muerte, fortaleció su sentimiento de responsabilidad por todo el resto de su vida, y hasta su muerte, acontecida en 1931, el prosiguió realizando sus actos filantrópicos con una intensidad que no tuvo parangón en aquellos tiempos.
En la actualidad, Natanya es una bellísima ciudad sumamente concurrida, que cuenta con una población de 200.000 habitantes, y que está a la cabeza del comercio de diamantes de Israel –una de las industrias más importantes del país.
Y en casi todos los lugares de la ciudad existe un pequeño recordatorio referido a la generosidad de Nathan Straus, a su sentido humanitario y a su amor por su pueblo.
Su legado sigue vivo.

 

La tribuna Judía 36

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