La Voz Judía


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¡basta de confusiones!
LOS ECOS DEL ACTO DEL 18 DEJULIO

Luego de la lamentable muestra de las divisiones internas que corroen a nuestra comunidad, que se pusieron en evidencia el pasado 18 de julio, sobrevino por parte de las autoridades nacionales una respuesta acorde al refrán que dice “quien siembra vientos, recoge tempestades”. Intentaré aclarar esto que parece un jeroglífico.
Por primera vez en doce años, desde que manos criminales hicieron volar íntegro el edificio de la AMIA masacrando a 85 seres, destruyendo a otras tantas familias, y dejando una inestimada secuela de daños físicos y psíquicos en cientos de víctimas indirectas, por primera vez, repito, el “acto central” no fue “central”, dado que la DAIA no figuraba entre las organizaciones convocantes. Como se recordará, la DAIA es la única entidad central de la comunidad, independientemente de las críticas o adhesiones que pueda recibir. La razón por la cual la DAIA no figuraba entre las entidades convocantes, según trascendió, fue la de que “así lo quisieron” las otras entidades convocantes, a saber, AMIA y Familiares de las Víctimas.
Sabido es que los familiares de las víctimas del atentado a la AMIA también están divididos, con lo cual se realizaron tres actos distintos: el de AMIA-Familiares, el de Memoria Activa y el de APEMIA. De ésta última agrupación se puede decir que en su afán de aglutinar a las fuerzas contestatarias de la sociedad, terminó aliándose con los sectores de la izquierda más recalcitrante antiisraelí –casi en el límite del antisemitismo- que en el conflicto actual en Medio Oriente está a favor de Hezbollah, del que, por otra parte, se conoce su participación en los dos atentados llevados a cabo contra la embajada de Israel y contra la AMIA.
Pero volvamos al acto “central”. Luego del mesurado discurso del titular de la AMIA y del académico discurso del constitucionalista Daniel Sabsay, el representante de Familiares leyó su extenso y contundente discurso, en el cual cometió una gaffe política al mezclar un justo reclamo de justicia dirigido a las autoridades nacionales con una consideración que tiene que ver con cuestiones de “interna” comunitaria, a saber, la furia “anti-Beraja”. Ni lerdo ni perezozo, el titular del gobierno nacional le salió al cruce al día siguiente diciéndole que él no era Mandrake el Mago (excusando así al gobierno por la falta de resultados en el juicio), y girando la acusación hacia un pretendido “contubernio” entre la dirigencia comunitaria de entonces con Beraja al frente y el gobierno nacional de aquellos tiempos, con Menem a la cabeza.
En otras palabras, a través de sus argumentaciones, los Familiares le regalaron al destinatario de la protesta la carnada justa para desbaratar sus propios reclamos. Y el hecho de que no figurara la DAIA entre los convocantes bien podría ser leído como que NO TODA la comunidad se une en el reclamo de justicia, en tanto la DAIA es la representante de TODA la comunidad. Y eso puede resultar muy contraproducente.
A posteriori de las palabras tan duras del presidente de la Nación contra el discurso de los Familiares, la propia DAIA a través de su titular debió salir a responder en defensa de aquellos, o más bien, en defensa de los intereses de la comunidad.
La desazón de los familiares ante el fracaso del juicio resulta comprensible, puesto que ellos perdieron a sus seres queridos. Pero la causa por el atentado contra la AMIA es algo que involucra a toda la comunidad y no sólo a los familiares directos. Y si esto no se comprende así, y se diguen parcializando las opiniones y agudizando las diferencias entre las propias víctimas (es decir, TODA la comunidad), poco efectivos serán las protestas y los reclamos.
Como si esto fuera poco, en medio de todo el clima post-acto del 18 de julio, la presencia del cuasi dictador venezolano Hugo Chávez en la Argentina vino a agregar un elemento irritativo al conflicto. Sabido es que Chávez tiene algo más que simpatía hacia la República Islámica de Irán y hacia su magistrado, el incalificable Ahmadinejad. El premier venezolano evidencia un apego ideológico hacia el iraní y su causa verdaderamente preocupante para los judíos venezolanos, y no menos preocupante para los judíos argentinos en la medida en que el gobierno argentino tiene asimismo fuertes lazos con Chávez.
Resumiendo, en momentos tan álgidos como los que estamos viviendo por lo que sucede en la guerra en el norte de Israel y por la ola de antisemitismo que empieza a asomar en distintos rincones del orbe, incluido nuestro propio pais, lo menos que debemos hacer es dejarnos ganar por nuestras diferencias internas (que es lógico que existan). Tenemos, en cambio que abroquelarnos con un objetivo común como es el de defender nuestro derecho a existir como una nación libre entre las naciones, y a defendernos de nuestros ENEMIGOS (con mayúscula), que siempre son los mismos aunque cambien de rostro. Como repetimos en la festividad de Pésaj, nuestros enemigos son los que “en una generación tras otra se levantan contra nosotros con el afán de exterminarnos”.
¡Basta de confusiones peligrosas y autodestructivas!

 

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